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PECADORES - Ediciones B

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—Si sólo estoy tomándole el pelo... No pienso ir a por tu chica,<br />

gilipollas.<br />

—Y una mierda —replicó Brian—. Siempre andas a por las chicas<br />

de los demás, sobre todo las mías.<br />

—Suéltame —dijo Sed sentándose de nuevo y empujando a Brian.<br />

Brian dejó libre la pierna de Sed, pero levantó el puño y le amenazó<br />

con golpearle. Myrna se puso en pie de un salto y se interpuso entre<br />

los dos, encogiendo el cuerpo porque temía recibir en algún lado el<br />

puñetazo que Brian iba a soltarle a Sed.<br />

—No os peleéis, por favor —les dijo. Apoyó las palmas en el pecho<br />

de Brian, y él bajó el puño. Aliviada, Myrna le sonrió—. Gracias.<br />

—Se le acercó más, y la caja de la guitarra se le clavó en el vientre—.<br />

Sólo te quiero a ti, Brian. —Le besó un punto situado justo detrás de<br />

la oreja, mientras sus dedos jugueteaban en los pelos del pecho—. Sólo<br />

a ti. Fíate de mí, ¿lo harás<br />

Brian pasó las manos hacia la espalda de Myrna para atraerla más<br />

hacia sí. Con el rabillo del ojo, Myrna vio la sonrisa aprobadora de<br />

Trey.<br />

—¡Desayuno! —exclamó Eric.<br />

Un camarero, con expresión de agotamiento y pasmo, empujaba<br />

con gran esfuerzo un carrito hacia el comedor. Eric lo rodeó y corrió<br />

a sentarse a la mesa con una baqueta en cada mano.<br />

—¡A comer, a comer! —gritó, aporreando la mesa con los puños.<br />

Sed fue a sentarse también a la mesa. Un músculo de su mandíbula<br />

se tensó, pero mantuvo silencio. El camarero comenzó a descargar<br />

poco a poco el carrito de la comida, disponiendo sobre la amplia mesa<br />

un auténtico festín.<br />

Eric levantó las tapaderas de las bandejas que contenían la comida,<br />

y fue tirándolas al carrito. La mitad de ellas alcanzaron su diana, y las<br />

demás chocaron sonoramente contra el suelo.<br />

—¡Para mí! —exclamó al destapar una bandeja que contenía una<br />

tortilla esponjosa, rellena de pimientos jalapeños.<br />

Sed estiró el brazo y se hizo con una bandeja de huevos revueltos<br />

con jamón. Los guitarras y el bajo dejaron sus instrumentos bien colocados<br />

sobre sus respectivos pies antes de aproximarse a la mesa donde<br />

empezaban a comer los demás miembros de la banda. Myrna no<br />

estaba segura de qué debía hacer. No le habían preguntado qué quería<br />

para desayunar, y no quería robarle a uno de ellos lo que él hubiera<br />

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