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PECADORES - Ediciones B

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—Si prefieres asistir a las sesiones...<br />

—No he dicho nada de eso.<br />

Brian dejó el jabón, la abrazó por la cintura y apoyó un lado de la<br />

cabeza sobre el hombro de ella.<br />

—A veces la tranquilidad es maravillosa.<br />

Myrna imaginaba que la vida de Brian era una tensión constante,<br />

y que por eso tenía ganas de estar un rato tranquilo, haciéndole carantoñas.<br />

No pensaba quejarse. Podía seguir esperando... al menos otro<br />

par de minutos.<br />

—¿Significa algo especial alguno de tus tatuajes —dijo Myrna resiguiendo<br />

con el dedo el musculoso brazo de Brian y el complicado<br />

dibujo que se extendía por su piel.<br />

—Algunos sí.<br />

Alzó el brazo izquierdo fuera del agua y le mostró un grupo de rosas<br />

de color sangre que formaban una corona en torno al nombre Kara, en<br />

la cara interior del bíceps.<br />

—¿Una novia antigua —preguntó Myrna resiguiendo con el dedo<br />

la K mayúscula.<br />

—Mi hermana pequeña. Murió a los dieciséis años, en un accidente<br />

de coche.<br />

—¡Qué horror! —dijo Myrna mirándole a los ojos, notando el dolor<br />

en su gesto—. Lo siento mucho, Brian.<br />

—Ocurrió hace casi diez años. Se supone que después de todo este<br />

tiempo debería haber podido enterrar el dolor.<br />

—Era tu hermanita. Debiste de pensar que siempre la protegerías.<br />

—¿Cómo lo sabes —dijo él sonriendo levemente.<br />

Myrna prefirió encogerse de hombros, negándose a adoptar de nuevo<br />

el tono de profesora de psicología.<br />

—¿Tienes hermanos —preguntó él.<br />

—Dos hermanas más pequeñas que yo. A cual más fastidiosa.<br />

—Kara era también un fastidio. —Brian sonrió—. Aún la echo de<br />

menos.<br />

Myrna se preguntó si Brian tenía siempre el corazón a flor de piel.<br />

Y se respondió que sí, siempre.<br />

—Entonces, no eres de Chicago. ¿De dónde eres —dijo él.<br />

—De Missouri.<br />

—¿De Saint Louis<br />

—¡Qué más da!<br />

70

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