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esos momentos. No pensaba quejarse por la elección, claro. Sólo que no<br />
podía comprenderlo. Y Myrna había estado sentada al lado de Sed. Un<br />
tipo capaz de atraer a las tías como una llama a las mariposas nocturnas.<br />
Toda clase de tías, incluso las que no es taban libres. Como Angie.<br />
«La muy puta.»<br />
Necesitaba otra cerveza. O tres más. Imaginó que podía tomar por<br />
asalto el minibar de Myrna. O a lo mejor ella iba a ser capaz de borrar<br />
de su memoria, con aquellos labios suyos tan abultados, la imagen de<br />
Angie chupándosela a Sed. Sí, ese plan era mucho mejor. ¿Trey lo había<br />
insinuado Esa mujer tenía un chocho apetecible, seguro. Y eso era justamente<br />
lo que Brian necesitaba. Ahora bastaba con mantener la cabeza<br />
en su sitio, y no quedarse colado por ella a la primera, cosa siempre peligrosa<br />
para él.<br />
Salió del ascensor y siguió la señal que indicaba el pasillo que buscaba.<br />
Se detuvo ante la puerta 615 y llamó.<br />
—Un segundo —dijo Myrna desde dentro. Una pequeña victoria.<br />
Trey acababa de perder su apuesta.<br />
Brian apoyó el brazo en el marco de la puerta para no caerse, y<br />
descansó la frente en el brazo. La verdad es que necesitaba dormir la<br />
borrachera. Confió en que Myrna no fuera difícil de satisfacer. En su<br />
estado, pensó, tal vez no fuera capaz de tenerla tiesa más de un par de<br />
segundos.<br />
Por fin se abrió la puerta y Myrna le dirigió una sonrisa cuando levantó<br />
la cabeza para mirarla. Se había quitado el traje de chaqueta y<br />
mostraba ahora una blusa corta de seda que permitía ver por todas partes<br />
una piel cremosa y blanca que estaba pidiendo que Brian la acariciase.<br />
Qué buena estaba. «¡Bingo!»<br />
—No te encuentras nada bien, ¿verdad —preguntó Myrna con el<br />
ceño fruncido de preocupación.<br />
Como no quería mentir, prefirió callar.<br />
—Pasa —dijo ella haciéndose a un lado.<br />
Brian se apartó del marco de la puerta bruscamente y entró. Myrna<br />
cerró la puerta a su espalda, y él supo que si no actuaba deprisa, Sed iba<br />
a ganar su apuesta. O peor incluso, la ganaría Jace y cae ría desmayado<br />
con los pantalones todavía en los tobillos. Cogió a Myrna, la giró para<br />
ponerla de frente y la empujó con su cuerpo contra la puerta. Ella soltó<br />
un gemido de sorpresa y enseguida los labios de Brian se cerraron<br />
sobre los suyos en un beso apasionado.<br />
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