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—Completamente segura. Tengo un doctorado en calentología<br />
de pollas.<br />
—¿Te dieron un título honorífico<br />
—He estudiado esta especialidad muchos años —rio ella—. Podría<br />
decirse que soy una experta en este campo.<br />
Brian soltó un gemido.<br />
—De acuerdo. Pero, si no me vas a follar, ¿para qué me has pedido<br />
que subiera a tu cuarto<br />
—Te lo dije abajo. Quiero ayudarte a mejorar tu estado.<br />
—Sí, eso has dicho. Y por eso he subido corriendo, en lugar de desmayarme<br />
debajo de la mesa del bar.<br />
—Ven y siéntate.<br />
Brian no quería soltarla, aquellas suaves curvas encajaban en su<br />
cuerpo perfectamente, pero ella se enroscó hasta soltarse del abrazo y<br />
desapareció en el cuarto de baño. Brian se sentó al borde de la cama<br />
para impedir que la habitación siguiera dando vueltas.<br />
Myrna regresó enseguida, y le puso dos pastillas en la palma de la<br />
mano.<br />
—¿Éxtasis —Se metió las pastillas en la boca sin comprobar qué<br />
eran. Luego ella le dio una bebida isotónica, y Brian se las tragó de<br />
golpe.<br />
—En realidad eran de vitamina B y vitamina C —dijo Myrna—.<br />
Bébete la botella entera.<br />
—¿Me has dado vitaminas —preguntó Brian enarcando una ceja<br />
y dando otro trago.<br />
—Te ayudarán a aliviar la resaca.<br />
Myrna dio media vuelta, fue a un armario y regresó con un plá tano.<br />
Brian miró la fruta recelosamente.<br />
—No soy uno de esos perversos a los que les gustan las cosas raras,<br />
señora profesora.<br />
—Qué pena —dijo ella sonriendo.<br />
—Bueno. En realidad sí lo soy.<br />
Notaba la polla latiéndole, completamente erecta, tratando desesperadamente<br />
de abrirse paso a través de la bragueta de los vaqueros.<br />
¿Pensaba Myrna dejarle en ese estado Había dicho que iba a ayudarle<br />
a mejorar su estado. Pero tratándolo así no lo ayudaba. En<br />
absoluto.<br />
Myrna permaneció en pie a su lado, muy cerca, dejando una ro dilla<br />
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