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e. Myrna cogió un buen pedazo de melón y lo metió en la boca de<br />
Brian—. Estoy muy caliente.<br />
Eric empezó a golpearse la cabeza repetidamente contra la mesa.<br />
Sed le dijo a Myrna, riendo:<br />
—Así que has decidido perder el tiempo con Sinclair...<br />
—Fíate de mi palabra, no pierdo el tiempo con él. Su talento para<br />
la guitarra no es el único que tiene.<br />
Brian le dio las gracias apretándole el muslo. Ella se asombró al<br />
comprobar cuántas tomaduras de pelo debían de gastarle sus compañeros<br />
por el hecho de ser un hombre tan romántico.<br />
Myrna notó la nariz de Brian rozándole el cuello.<br />
—Ya me he llenado.<br />
—Menos mal —contestó ella, con el vientre tenso de deseo—, porque<br />
tengo los panties completamente mojados.<br />
—A joder, a joder, a joder —dijo sombríamente Eric, marcando las<br />
frases con más cabezazos contra la mesa.<br />
—¿Te apetece un baño —preguntó Brian mirándola.<br />
Myrna apoyó la palma de la mano en su mejilla y puso su frente<br />
sobre la de él.<br />
—Se borrará la partitura que has dejado en mi piel.<br />
—Ya la hemos escrito en papel. Espero que ahora necesite otra vez<br />
un espacio en blanco, seguro que tendré que escribir una nueva.<br />
—Claro, no se me había ocurrido —dijo Myrna sonriente.<br />
Cerró bien el albornoz y se dispuso a ir al cuarto de baño. Cuando<br />
pasaba delante de Sed, le escuchó decir: «Espero que las groupies estén<br />
preparadas para echar un polvo a lo bestia esta noche. Tenemos las<br />
feromonas disparadas... Se me ha puesto dura por efecto de la proximidad.»<br />
—Y Brian se lleva el mejor chocho —gimió Eric.<br />
Brian soltó una carcajada y le dio a Eric un golpe en la espalda mientras<br />
seguía a Myrna camino del cuarto de baño.<br />
Era una estancia grande, con un jacuzzi en la esquina.<br />
—Precioso.<br />
Brian cerró la puerta y tiró de Myrna hasta clavarla contra su vientre.<br />
Soltó el lazo del cinturón y abrió el albornoz. Cuando comenzó<br />
a hacerle masaje en los pechos con las palmas de las manos, a Myrna le<br />
pareció que le dolían de placer, y se le aceleró la respiración en cuanto<br />
él comenzó a lametearle el cuello.<br />
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