Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
4<br />
Andar por los pasillos de un hotel sin llevar encima más que un albornoz<br />
y los panties... Sólo Brian Sinclair podía convencer a Myrna de<br />
que hiciera algo así. No solía ser tan osada. Primero, en realidad, Brian<br />
trató de convencerla de que fuese completamente desnuda, pero ella le<br />
recordó que sus trajeados colegas ya estarían a esa hora rondando por<br />
el hall. Se metieron juntos en el ascensor y subieron al último piso.<br />
Mientras ascendían, Brian le pasó un brazo protector por los hombros,<br />
y la besó en la sien.<br />
—Siento mucho que no puedas ir al congreso.<br />
—No es verdad. No lo sientes. —Ella tampoco lo lamentaba.<br />
—Tienes razón... —sonrió él con malicia.<br />
—Por suerte, no me tocaba pronunciar ninguna conferencia esta<br />
mañana. Menuda facha tendría si entrase a pronunciarla caminando<br />
con las piernas medio separadas y casi cojeando...<br />
—Tendrías un aspecto supersexy —dijo Brian—. Sobre todo porque<br />
yo sabría por qué razón caminabas de esa manera tan rara. —Y le<br />
dio un golpecito con la yema de los dedos en la punta de la nariz.<br />
Myrna trató de ignorar el temblor de felicidad que notó en el corazón.<br />
Celebró que esa misma noche tuviera que despedirse de sus colegas.<br />
Porque si algo odiaba era la idea de tener que soportar cualquier<br />
cosa que distrajera su atención de Brian Sinclair, aquel monumento de<br />
tío. Un tío que se bastaba y sobraba para concentrar en él toda la atención<br />
de Myrna.<br />
En el último piso del hotel había sólo dos puertas. Brian sacó del<br />
billetero la tarjeta que abría una de ellas y abrió una de las suites.<br />
55