PECADORES - Ediciones B

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Un calor húmedo ascendía por el cuello de Myrna. Suspiró, más
dormida que despierta. Una suave succión justo debajo de la oreja hizo
que se estremeciera. Se entregó al disfrute de las sensaciones que la boca
de Brian le producía en el cuerpo, a la fuerza y dureza de su cuerpo
pegado a su espalda. La estaba acariciando justo debajo del ombligo
con el dorso de los dedos. El cuerpo de Myrna se tensó de deseo. Los
dedos de Brian se deslizaron justo debajo del elástico de los panties,
y empezaron a juguetear con los pelos a me dida que proseguían el
avance hacia su clítoris. ¡Qué caliente estaba toda ella! ¿Cómo había
logrado Brian excitarla tan rápido Aquellos dedos se movían rápidos,
fuertes, con el ritmo adecuado para llevarla al orgasmo en cuestión de
segundos.
—¡Dios mío! —exclamó mientras su cuerpo se convulsionaba y
después se quedaba totalmente relajado. Jamás en la vida había lle gado
tan deprisa al orgasmo.
Volvió la cabeza para buscar con su boca la de Brian. Estiró el brazo,
y su mano encontró un brazo muy fuerte de piel suave. Se había desnudado
del todo mientras ella dormía. Avanzando en su exploración
comprobó fastidiada que aún llevaba los vaqueros pues tos. Mierda.
Brian la besó y con un brazo le hizo darse la vuelta hasta po nerla
contra su pecho y empezó enseguida a bajar la mano hacia el vientre
desnudo de Myrna. Con la otra le cogió un pecho por debajo del camisón.
Brian apoyó la mandíbula en el hombro de Myrna y soltó un
suspiro.
—¿Cómo te encuentras —preguntó ella.
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