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PECADORES - Ediciones B

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—Necesito algo donde escribir esto.<br />

Ella lo miró con los ojos muy abiertos.<br />

—¿No estarás tomándome el pelo, verdad<br />

—Nena, no he escrito ningún riff desde hace no sé cuántos meses.<br />

Eres absolutamente increíble. —Sonrió mirándola, sin dejar de bombear<br />

dura y rítmicamente—. Hacerle el amor a este cuerpo perfecto estimula<br />

no sólo mi polla, sino también otras cosas. Gracias. —Le lanzó<br />

un guiño—. Supongo que puedo decirte gracias.<br />

Brian estiró el brazo hacia la mesilla de noche, cogió un rotulador<br />

y lo destapó. Usó la sábana para limpiar el sudor que bañaba la piel de<br />

Myrna, y trazó una línea horizontal sobre su pecho. Luego fue añadiendo<br />

una serie de líneas, encima y debajo, y también garabateó algunas<br />

notas aquí y allá. Mi. Do. Do sostenido. Ella se quedó quieta, mirándole,<br />

tan sorprendida que no se sintió con fuerzas ni siquiera para<br />

protestar. La línea de anotaciones musicales continuó por encima de<br />

sus pechos, por debajo de ellos, y también alcanzó a avanzar hasta su<br />

vientre.<br />

Brian se interrumpió de golpe, dejó que cayeran sus párpados y<br />

cerró los ojos del todo.<br />

—Dios, qué bien se está contigo, Myrna. Qué bien.<br />

Myrna apoyó las plantas de los pies en la cama, alzó las caderas y<br />

giró un poco el cuerpo.<br />

—Sigue —dijo.<br />

Brian se alzó un poco sobre las rodillas, se situó adecuadamente<br />

y volvió a arremeter contra ella, fuerte y profundo.<br />

—Perfecto —murmuró Brian—. Quiero que la recibas toda, entera,<br />

hasta el fondo, bien adentro.<br />

Comenzó a bombear de nuevo, retirándola sólo un poquito, como<br />

si apenas se moviera.<br />

—Te oigo —le dijo a Myrna.<br />

Ella frunció el entrecejo. ¿Oía sus jadeos ¿Hablaba de eso<br />

Inesperadamente, Brian se salió. Del todo. Dejándola vacía. Myrna<br />

gruñó en señal de protesta.<br />

—Date la vuelta —ordenó él, casi sin aliento.<br />

—¿Cómo<br />

—No tengo espacio suficiente, y el solo que me has inspirado...<br />

—Agitó en el aire el rotulador con el que había escrito música sobre su<br />

cuerpo.<br />

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