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PECADORES - Ediciones B

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—Muy caliente.<br />

Myrna rio.<br />

—Me refiero a la resaca.<br />

—¿Qué resaca<br />

Myrna sonrió y deslizó la mano entre sus cuerpos hasta apoyarla<br />

con firmeza sobre la zona de los vaqueros en la que notó su erección.<br />

Por la noche ya lo había sospechado, cuando Brian le apoyaba la parte<br />

baja de la cintura contra la pelvis, pero ahora podía confirmarlo sin<br />

lugar a dudas. Sí, la tenía muy grande. Todo el cuerpo de Myrna se<br />

estremeció. Brian le sujetó la mano para impedirle que lo masturbara,<br />

pero no la apartó de aquel lugar.<br />

—Espera —le dijo—. Me dejaste anoche muy excitado. Y estoy ya<br />

a punto de explotar.<br />

—¿De verdad recuerdas algo de anoche<br />

—Todos y cada uno de los instantes, Myrna.<br />

A ella le sorprendió que fuese capaz de recordar nada de lo ocurrido,<br />

siquiera su nombre.<br />

—Tengo entre las piernas una cosa caliente y mojada que quiere que<br />

la llenes con esto —dijo, apretándole suavemente la polla, con la mano<br />

aún sujeta por la de él.<br />

Brian soltó un gruñido y se hizo a un lado para levantarse de la<br />

cama.<br />

—¿Se puede saber adónde vas —protestó ella.<br />

—Como no me vaya al cuarto de baño y me la sacuda hasta correrme<br />

al menos una vez, no te voy a durar ni cinco segundos.<br />

—Ah, no. Eso sí que no te lo consiento. —Y se agarró a su cintura<br />

para impedirle que se levantara—. Yo me ocupo de eso.<br />

Le desabrochó la hebilla del cinturón, desabotonó la bragueta y<br />

poco a poco liberó la polla del interior de sus calzoncillos tipo bóxer.<br />

De sólo ver aquella erección tan potente, Myrna notó que la vagina<br />

se agitaba pidiendo ser penetrada.<br />

—Preciosa —murmuró ella.<br />

—¿Preciosa<br />

Myrna comprendió que a los chicos no les gustaba que alguien dijera<br />

que tenían la polla preciosa. Bueno, al menos no se le había ocurrido<br />

decir que la tenía muy mona. Entre otras cosas porque no era mona,<br />

no podía decirse eso de aquel palmo de magnífica carne de varón. Las<br />

venas parecían dispuestas a reventar a través de la piel tensa y oscura.<br />

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