Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—¡Estás loco!<br />
—Como todos los genios...<br />
Myrna sonrió y se dio la vuelta hasta ponerse boca abajo. Pensó que<br />
Brian iba a seguir escribiendo, ahora en su espalda, pero lo que hizo<br />
fue alzarla por la cintura, ponerla de rodillas sobre la cama, y metérsela<br />
de nuevo. Sus arremetidas mantuvieron el mismo ritmo anterior,<br />
y se puso a escribir más notas sobre su espalda a medida que escuchaba<br />
los gruñidos de ella. Aquel hombre iba a ser su perdición, pensó<br />
Myrna. Estaba completamente segura. Empujó hacia atrás, contra el<br />
vientre de él, disfrutando del golpe que sus pelotas daban con cada andanada<br />
contra su culo.<br />
—Quédate quieta —se quejó Brian.<br />
—Pues deja de follarme tan bien.<br />
—Sin el ritmo que marco, no logro espaciar correctamente las notas.<br />
Si quieres, llamo a Sticks para que me dé el tempo.<br />
—Prefiero este otro método.<br />
De manera que Myrna se concentró en quedarse bien quieta para<br />
que él pudiese al mismo tiempo seguir escribiendo y conservar el ritmo.<br />
—También yo lo prefiero. Pero no podré aguantar mucho rato más.<br />
Tengo que correrme. Voy a estallar. ¿Tienes idea de lo fantásticamente<br />
cojonuda que eres<br />
Siguió escribiendo sobre la espalda de Myrna notas y más notas y<br />
luego tiró el rotulador a un rincón del cuarto. Se inclinó enseguida ha cia<br />
delante, le apretó con fuerza los pechos, le pellizcó los pezones y abandonó<br />
el anterior ritmo musical para adoptar otro en forma de arremetidas<br />
menos profundas y más rápidas. Los gemidos que soltaba eran<br />
cada vez más fuertes. Brian se entregaba plenamente al placer.<br />
Lanzó un último golpe a fondo y exclamó:<br />
—Ajj, Myrna... Ajjjj, sí. Dios mío, Dios mío... Sí.<br />
Myrna notó cómo se estremecía violentamente detrás de ella, y<br />
lamentó no poder mirarle la cara en ese momento. La cogió por las<br />
caderas y la sujetó para que se quedara quieta, y siguió arremetiendo<br />
contra ella profundamente hasta que sus espasmos cesaron por completo.<br />
Salió de dentro de ella y cayó rendido en la cama a su lado, con los<br />
ojos cerrados y la respiración muy agitada.<br />
—Ha sido fantástico —dijo, atrayéndola hacia sí y dándole un beso<br />
muy tierno en el hombro—. Me gustaría que te quedaras dormida a mi<br />
53