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Galvarino y Elena - Luis Emilio Recabarren

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La tertulia que animaba siguió viva largo tiempo. Todavía hoy se retuercen de risa algunos<br />

colegas de aquellos años que lo escucharon inventar titulares para conflictos imaginarios. Por<br />

ejemplo:<br />

GREMIO DE BALDOSISTAS<br />

CUADRADO CON EL PARO<br />

Era una operación poética en la que no podíamos competir con él, aunque lo intentáramos. Otro<br />

ejemplo:<br />

LOS FERROVIARIOS UNIDOS COMO UN RIEL<br />

O bien:<br />

APOYO DE MASAS A<br />

LOS PANIFICADORES<br />

También era insuperable en el conocimiento -o la invención- de dichos y costumbres atribuidos<br />

a los trabajadores de los más diversos oficios, faenas, categorías y organizaciones. Nos hizo<br />

saber que a los eléctricos los llamaban "los nerviosos"; mecánicos y metalúrgicos eran, por<br />

tradición, "los tiznados"; a los carpinteros se les dijo desde siempre "los matapalos" y a los<br />

obreros del gas (no sin protestas), "los hediondos".<br />

Desplegaba su arte sobre todo al contar pasajes de su vida. El suyo es un talento narrativo<br />

natural, perfeccionado por la experiencia y por una cultura vasta e informal adquirida en<br />

múltiples fuentes además de los libros. Una combinación de riqueza en los sucesos, memoria<br />

precisa, lenguaje exacto y una buena dosis de imaginación. Su tono es la seriedad del humorista.<br />

Tengo la esperanza de que parte, a lo menos, de eso permanezca en las páginas que siguen, de<br />

manera que el resultado esté más cerca del "diario hablado" que del escrito.<br />

Dejé de verlo largos años, desde mucho antes del cataclismo de 1973. Y no lo vi, por cierto,<br />

durante los quince años que duró mi exilio. Pero lo recordaba a menudo. De manera vaga<br />

pensaba en la posibilidad de recopilar su anecdotario, de intentar una biografía suya basada en<br />

sus propias palabras, a la manera del libro sobre Juan Chacón Corona, que publiqué en 1967.<br />

¿Para qué No me planteaba ahora -como en otros tiempos- objetivos extraliterarios,<br />

ideológicos, políticos, didácticos o históricos. Imaginaba ante todo el placer de volver a<br />

escucharlo, de buscar nuevas precisiones o detalles de maravillosos episodios que recordaba,<br />

como los de "la comida para el perro", "la Bukovina y la Besarabia" o "la mina del Partido". Y<br />

el placer de meterme en la empresa literaria de ponerlas sobre el papel. Después, claro, vienen<br />

otras racionalizaciones. Pensar, por ejemplo, que la suya es una vida que cubre una parte<br />

considerable del siglo XX, desde 1917 hasta hoy, y que ha vivido desde abajo muchos de los<br />

principales acontecimientos de este período. Pero, además y sobre todo, evocaba, al recordarlo,<br />

el misterio de su sempiterna alegría, anterior-tal vez genética-a la posesión de las gloriosas<br />

certidumbres de los que creían (creíamos) tener todas las respuestas... hasta que nos cambiaron<br />

las preguntas, como decía un rayado mural de Montevideo.<br />

Nos encontramos de nuevo en Santiago, en el sepelio de algún viejo camarada. Conversamos, se<br />

dejó convencer y después, ya con mi proyecto en marcha aceptado por él, nos pusimos a trabajar<br />

en su casa de la Población San Juan de Coquimbo. Lo que resultó tiene, es cierto, un punto de<br />

partida, una base documental. En cierta medida es periodismo, a lo mejor es historia. Pero,<br />

también tiene mucho de novela. ¿ 0 no, dicen ustedes

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