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Galvarino y Elena - Luis Emilio Recabarren

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Llegaba camión tras camión cargado de cerveza de la fábrica Floto de La Serena y todo el<br />

mundo la consumía. No se pedía por botellas sino por sacos.<br />

-¡Pónganos un saco!<br />

Otros pedían: -¡Medio saco!<br />

Nadie pedía menos. En cada saco venían 36 botellas de medio litro en sus respectivos cartuchos<br />

de paja.<br />

Funcionaban numerosos cabarets con nombres como: "La Tetas de Oro", "El Flores Negras",<br />

"La Pecho de Tabla", "El Cachitos pal Techo", "La Poto de Oro". Allí se consumía cerveza en<br />

abundancia y se formaban cahuines muy grandes.<br />

Había la creencia de que la arena aurífera, rociada con cerveza antes de someterla al lavado,<br />

daba más oro. Muchos hacían esta ceremonia.<br />

EL FRENTE POPULAR<br />

En 1936 surgió el Frente Popular, la alianza de radicales, socialistas y comunistas. En<br />

Andacollo nos volcamos con entusiasmo al nuevo movimiento. Mandábamos delegados a los<br />

mítines que se hacían en Coquimbo y la fuerza del PC crecía. Estuvimos a punto de elegir<br />

diputado al doctor Víctor Bertín Soto, muy conocido por sus campañas de educación contra las<br />

enfermedades venéreas, entonces llamadas "sociales".<br />

Los militantes de la "Jota" constituimos también en Andacollo la Alianza Libertadora de la<br />

Juventud y en 1937 mandamos delegados a su congreso en Santiago. Entre tantas otras cosas,<br />

participamos en una gran campaña de solidaridad con la República Española que incluyó el<br />

reclutamiento de jóvenes para ir a combatir en España, en las Brigadas Internacionales. De<br />

Andacollo partieron quince, aunque nunca supe si en definitiva llegaron a su destino.<br />

A Julieta Campusano la conocí a fines de 1937 en uno de los frecuentes viajes a Coquimbo que<br />

hacíamos los jóvenes. Ella era también militante de la Jota. Vivía en Guayacán pero iba a<br />

Coquimbo muy seguido y a veces subía a Andacollo. En algunas ocasiones alojé en su casa. Su<br />

padre fue obrero del salitre y después trabajó en la central eléctrica de Tocopilla.<br />

Más o menos en la misma época conocí a Guillermo Carvajal Molongo, quien se casó después<br />

con Julieta. íbamos con ella a llevar informaciones de la actividad de la Jota al diario "El<br />

Progreso", donde él trabajaba. Cuando iba yo solo a entregar la noticia, publicaba tres líneas.<br />

Pero cuando iba Julieta, la cosa aparecía muy destacada, hasta a tres columnas. Se le notaba la<br />

preferencia, todo sonrisas y venias. Era una persona muy educada, de muy buenos modales.<br />

Guillermo había nacido en Guayacán. Su padre llegó allí en los tiempos florecientes de la<br />

industria metalúrgica en esa ciudad. Las famosas fundiciones de José Tomás Urmeneta.<br />

Además, era el puerto del fierro. A cada rato llegaban los trenes llenos de metal para los<br />

embarques. El padre de Guillermo tenía un almacén de menestras. Sus clientes eran trabajadores<br />

del fierro y él les daba crédito, como hacían todos los almacenes. Tenía como cuarenta o<br />

cincuenta libretas de la gente con las anotaciones del fiado. De repente estalla la crisis, entiendo<br />

que por allá por el año 10, y se sintió arruinado. Porque a los obreros los liquidaron de golpe y<br />

nadie le pudo pagar. La deuda alcanzaba una cifra muy importante. Se dispuso a resistir como<br />

pudiera cuando a las pocas semanas, empiezan a llegar dos pagos, tres pagos, y a los tres meses<br />

ya casi no pasaba día que no recibiera abonos. Y él se admiraba de la honradez de estos<br />

trabajadores, tan modestos.<br />

Guillermo Carvajal trabajó primero en Chuquicamata, como empleado y después en Coquimbo,<br />

en el diario "El Progreso", cuyo director, muy conocido aquí, era don Carlos Brito. Pero antes,<br />

se ganaba la vida tocando el piano. Sí, él improvisaba para acompañar las películas mudas, en<br />

esos tiempos cada cine tenía su pianista, y tenía que darle ritmo y emoción, tocar acordes<br />

temblorosos para las partes de miedo, subrayar los momentos dramáticos, hacer galopes cuando

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