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Galvarino y Elena - Luis Emilio Recabarren

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II<br />

MEJOR REÍRSE<br />

Dicen que en estos casos<br />

mejor reírse<br />

y en medio de la tormenta<br />

venga una 'pirse'<br />

(Víctor Jara, "La Población")<br />

RECUERDO DE ELENA<br />

El autor:<br />

A <strong>Elena</strong> la conocí, como a <strong>Galvarino</strong>, en los años 50. Alguna vez estuve en la casa de ambos,<br />

llena de chiquillos, gatos, perros y de pañales colgados a secar. Pero sólo en los 90, comencé a<br />

conocerla de verdad. Comprendí que su biografía, tan cercana y diferente, complementaba la de<br />

su "Juanito" y era complementada por ella. Así fue surgiendo este volumen y se me hizo patente<br />

la necesidad de trenzar los dos relatos, una operación que siempre me divierte.<br />

De la casa de Quinta Normal, conservo la imagen de una habitación algo sombría, cuyo centro<br />

ocupaba una mesa. En torno de ella, un racimo de caras infantiles y la sonrisa resplandeciente de<br />

<strong>Elena</strong> ofreciendo el tecito proletario con la hallulla tibia enriquecida con una lámina de fiambre.<br />

No tengo idea de qué conversamos, pero sí recuerdo que <strong>Galvarino</strong> hablaba con su habitual<br />

animación y todos nos reíamos, incluidos los niños, y en especial uno muy chico, encaramado<br />

en una sillita alta, que se dedicaba a embadurnarse la cara con puré de verduras usando una<br />

cuchara de plástico. <strong>Elena</strong> intentaba de vez en cuando, con obstinada paciencia y sin asomo de<br />

tensión, que algunos grumos o, a lo menos, gramos de esa papilla amarillenta penetraran en la<br />

boca del pequeño. Este reía a la par con nosotros y al hacerlo proyectaba el contenido de su<br />

cavidad bucal en un vasto diámetro.<br />

Esto no alteraba la placidez de <strong>Elena</strong>, quien participaba de igual a igual en la conversación y en<br />

las risas.<br />

Antes de 1993 tuve pocas oportunidades de charlar con ella sin apuro. Seguí de lejos el<br />

portentoso desarrollo de los Centros de Madres en el que desempeñó un papel fundamental,<br />

supe de sus campañas, de su candidatura a diputada, de su elección para regidora de Quinta<br />

Normal. Me llegaron ecos del debate interno del frente femenino del Partido Comunista, que al<br />

parecer alcanzó cierto grado de virulencia. Tal vez como reflejo de él, alguna vez oí hablar de<br />

ella como una compañera dura, intolerante.<br />

No encontré tales rasgos cuando comencé a visitar la casita de la calle Estado Unidos, en<br />

Coquimbo. Era siempre la misma sonrisa luminosa, la misma cordialidad familiar carente de<br />

toda afectación. No obstante, al interrogarla choqué con alguna reservas. Lo mismo me pasó con<br />

<strong>Galvarino</strong>. Conversando con esta pareja aprendí entre otras muchas cosas, que toda familia tiene<br />

secretos, uno que otro esqueleto en el armario, como dicen que dicen los ingleses. Tuve que<br />

respetarlos, naturalmente. Sin embargo, al final <strong>Elena</strong> me fue contando casi todo. En varios<br />

casos, logré convencerla de que el silencio no se justificaba. En otros no. En especial me resultó<br />

difícil persuadirla del valor que tiene contar una vida como la suya, con todo lo que en ella es<br />

excepcional y típico. Todavía no está muy convencida.

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