Galvarino y Elena - Luis Emilio Recabarren
Galvarino y Elena - Luis Emilio Recabarren
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La matrona me atendió muy bien. La verdad es que me había tomado cariño. Le había parecido<br />
tan raro que yo, soltera, ni casada ni asegurada, quisiera tener la guagua de todas maneras, no<br />
botarla como hacían tantas en tales casos.<br />
Después de todo, parece que yo no tenía tan claro todavía lo de mi independencia porque vino<br />
mi tía a hablar con su prima, donde yo había estado todo ese tiempo, para decirle que ella me<br />
iba a llevar a Cruz Grande, del mineral de El Tofo más allá, donde estaba viviendo entonces -era<br />
el puerto de embarque del fierro en esos años- y yo acepté, o de hecho dejé que decidieran por<br />
mí.<br />
Los miércoles partía el camión a Cruz Grande. Para allá no iban ni micros. Era camión con<br />
doble cabina en el que llevaban mercaderías y pasajeros. Eso lo manejaban los yanquis que en<br />
ese tiempo eran los dueños del mineral. Entonces un gringo que iba ahí me ve con la Susana en<br />
brazos, que tendría apenas unos 15 días, y me dice:<br />
-Yo te tengo la niña. Ande no más donde van las mujeres.<br />
Las mujeres iban a orinar a la orilla del camino. No había otra parte donde hacerlo. Me<br />
impresionó esa mentalidad distinta, no provinciana, del gringo y esa desenvoltura para hacerse<br />
cargo de la guagua. Creo que a ningún hombre chileno se le habría ocurrido hacer eso.<br />
Cuando volví, me preguntó:<br />
-¿Tú tienes un marido<br />
-No.<br />
-¿Y qué sabes hacer<br />
Le conté que había estado trabajando en bordados y costura. Me dijo que al llegar fuera a la<br />
Casa Grande y que ahí me iban a encargar trabajos. Así fue y yo comencé a hacer mis labores,<br />
viviendo en la casa de mi tía. A los nueve meses, la Susana aprendió a andar. Pero a los diez, mi<br />
tía, que regresaba a La Serena, me notificó:<br />
-Si no te casas, no vas a poder seguir viviendo en la casa conmigo.<br />
Parece que eso era un escándalo. Pero yo tenía mucho miedo de casarme. Tenía miedo de tener<br />
relaciones sexuales porque no quería tener más hijos, después de todo lo que había pasado.<br />
Además, nadie te explicaba nada, no había libros o revistas educativas que leer, ninguna cosa.<br />
En todo ese tiempo yo no había tenido ningún contacto, ninguna conversación con <strong>Galvarino</strong>.<br />
Se lo había tragado la tierra. Después supe que su papá lo retaba mucho por eso.<br />
Bueno, pues, y me fui a vivir en casa de mi tía. En se tiempo me hice amiga de Violeta<br />
Espinoza, que era militante de la Jota. Ella llegaba a la casa vecina, de los Mercado y él era<br />
entonces Secretario Regional del Partido. Era como una familia. También llegaba allá Juanito,<br />
claro está.<br />
Trabajé en una dulcería, también le ayudaba a la Hilda, dueña de un puesto de pescado. El<br />
tiempo volaba, todas las cosas vienen y pasan, así como de maravilla.<br />
Me alejé de las monjas, de la práctica tan seguida de la religión, me hice comunista casi de la<br />
noche a la mañana, pero no dejé de rezar a veces y en ocasiones de ir a misa. Son cosas que una<br />
nunca deja o que no la dejan a una. Son creencias y costumbres que se quedan. Hasta los que no<br />
creen dicen: "Que sea lo que Dios quiera", "que Dios y la Virgen" o "por Dios...", algo así.<br />
Forma parte de nuestra manera de ver las cosas, de la cultura. Me acuerdo, años después, ya<br />
casada, cuando estaba tan mal nuestra segunda niñita, que se nos moría, me acuerdo que Juanito<br />
me dice: "Tú que tienes fe, ruégale a Dios que se aliente" y parece que yo no tenía ya tanta fe,<br />
tanta creencia de que se iba a mejorar. Es que la veía tan malita. Y se murió al amanecer.<br />
Con el tiempo, eso se va diluyendo, se va como debilitando, pero no significa que tú no creas.<br />
Claro, una empieza a participar en cursos, va aprendiendo más cosas, asume responsabilidades<br />
políticas, todo eso... pero no deja de creer porque está muy arraigado dentro de una lo que se<br />
crió. Además, una piensa, yo por lo menos siempre lo he pensado así, que lo que estaba<br />
haciendo en la actividad social y del Partido era bueno. Es muy bueno. Entonces, nunca tuve<br />
ningún problema moral con lo que hacía. Porque eran cosas en favor de la gente. Y otra cosa es