11.01.2015 Views

Galvarino y Elena - Luis Emilio Recabarren

Galvarino y Elena - Luis Emilio Recabarren

Galvarino y Elena - Luis Emilio Recabarren

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

La matrona me atendió muy bien. La verdad es que me había tomado cariño. Le había parecido<br />

tan raro que yo, soltera, ni casada ni asegurada, quisiera tener la guagua de todas maneras, no<br />

botarla como hacían tantas en tales casos.<br />

Después de todo, parece que yo no tenía tan claro todavía lo de mi independencia porque vino<br />

mi tía a hablar con su prima, donde yo había estado todo ese tiempo, para decirle que ella me<br />

iba a llevar a Cruz Grande, del mineral de El Tofo más allá, donde estaba viviendo entonces -era<br />

el puerto de embarque del fierro en esos años- y yo acepté, o de hecho dejé que decidieran por<br />

mí.<br />

Los miércoles partía el camión a Cruz Grande. Para allá no iban ni micros. Era camión con<br />

doble cabina en el que llevaban mercaderías y pasajeros. Eso lo manejaban los yanquis que en<br />

ese tiempo eran los dueños del mineral. Entonces un gringo que iba ahí me ve con la Susana en<br />

brazos, que tendría apenas unos 15 días, y me dice:<br />

-Yo te tengo la niña. Ande no más donde van las mujeres.<br />

Las mujeres iban a orinar a la orilla del camino. No había otra parte donde hacerlo. Me<br />

impresionó esa mentalidad distinta, no provinciana, del gringo y esa desenvoltura para hacerse<br />

cargo de la guagua. Creo que a ningún hombre chileno se le habría ocurrido hacer eso.<br />

Cuando volví, me preguntó:<br />

-¿Tú tienes un marido<br />

-No.<br />

-¿Y qué sabes hacer<br />

Le conté que había estado trabajando en bordados y costura. Me dijo que al llegar fuera a la<br />

Casa Grande y que ahí me iban a encargar trabajos. Así fue y yo comencé a hacer mis labores,<br />

viviendo en la casa de mi tía. A los nueve meses, la Susana aprendió a andar. Pero a los diez, mi<br />

tía, que regresaba a La Serena, me notificó:<br />

-Si no te casas, no vas a poder seguir viviendo en la casa conmigo.<br />

Parece que eso era un escándalo. Pero yo tenía mucho miedo de casarme. Tenía miedo de tener<br />

relaciones sexuales porque no quería tener más hijos, después de todo lo que había pasado.<br />

Además, nadie te explicaba nada, no había libros o revistas educativas que leer, ninguna cosa.<br />

En todo ese tiempo yo no había tenido ningún contacto, ninguna conversación con <strong>Galvarino</strong>.<br />

Se lo había tragado la tierra. Después supe que su papá lo retaba mucho por eso.<br />

Bueno, pues, y me fui a vivir en casa de mi tía. En se tiempo me hice amiga de Violeta<br />

Espinoza, que era militante de la Jota. Ella llegaba a la casa vecina, de los Mercado y él era<br />

entonces Secretario Regional del Partido. Era como una familia. También llegaba allá Juanito,<br />

claro está.<br />

Trabajé en una dulcería, también le ayudaba a la Hilda, dueña de un puesto de pescado. El<br />

tiempo volaba, todas las cosas vienen y pasan, así como de maravilla.<br />

Me alejé de las monjas, de la práctica tan seguida de la religión, me hice comunista casi de la<br />

noche a la mañana, pero no dejé de rezar a veces y en ocasiones de ir a misa. Son cosas que una<br />

nunca deja o que no la dejan a una. Son creencias y costumbres que se quedan. Hasta los que no<br />

creen dicen: "Que sea lo que Dios quiera", "que Dios y la Virgen" o "por Dios...", algo así.<br />

Forma parte de nuestra manera de ver las cosas, de la cultura. Me acuerdo, años después, ya<br />

casada, cuando estaba tan mal nuestra segunda niñita, que se nos moría, me acuerdo que Juanito<br />

me dice: "Tú que tienes fe, ruégale a Dios que se aliente" y parece que yo no tenía ya tanta fe,<br />

tanta creencia de que se iba a mejorar. Es que la veía tan malita. Y se murió al amanecer.<br />

Con el tiempo, eso se va diluyendo, se va como debilitando, pero no significa que tú no creas.<br />

Claro, una empieza a participar en cursos, va aprendiendo más cosas, asume responsabilidades<br />

políticas, todo eso... pero no deja de creer porque está muy arraigado dentro de una lo que se<br />

crió. Además, una piensa, yo por lo menos siempre lo he pensado así, que lo que estaba<br />

haciendo en la actividad social y del Partido era bueno. Es muy bueno. Entonces, nunca tuve<br />

ningún problema moral con lo que hacía. Porque eran cosas en favor de la gente. Y otra cosa es

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!