16.01.2015 Views

descargar - Instituto Nacional del Teatro

descargar - Instituto Nacional del Teatro

descargar - Instituto Nacional del Teatro

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

las noches durante casi 30 años –más o menos, los<br />

primeros 30 años <strong>del</strong> siglo XX– ya nada nuevo tuvo<br />

para decir sobre el asunto.<br />

<strong>Teatro</strong> de lo prohibido<br />

De aquella fluida relación nos queda una historia<br />

capaz de iluminar aspectos aún poco estudiados en<br />

uno y otro campo. Por el lado <strong>del</strong> teatro, la abundante<br />

literatura sobre el género chico no ha profundizado<br />

en los modos con los que el tango se insertó tanto<br />

en las estructuras externas como en los contenidos<br />

de incontables sainetes. Y por parte <strong>del</strong> tango, sus<br />

exegetas han preferido desarrollar los lazos históricos<br />

entre tango y cine – tan productivos, sin duda – antes<br />

que examinar más detenidamente la anatomía<br />

musical de un teatro enormemente popular hasta la<br />

llegada <strong>del</strong> cine sonoro.<br />

Lo qué sí se ha contado hasta el cansancio es la<br />

historia <strong>del</strong> tango en París. Sucedió poco antes de la<br />

Primera Guerra Mundial. La narrativa <strong>del</strong> género centra<br />

en la fábula de la epifanía europea la clave de su<br />

posterior aceptación vernácula. Damas y caballeros<br />

desprejuiciados bailaron la novedad argentina y esta<br />

se puso de moda. Criollos avezados se embarcaron<br />

hacia París para enseñar cortes y quebradas, aunque<br />

por entonces las figuras empezaban su derrotero<br />

de alisamiento. Finalmente, como un boomerang<br />

redimido, el tango “volvió” a Buenos Aires ya legitimado,<br />

con su pecado original lavado en las fuentes<br />

<strong>del</strong> gusto chic.<br />

¿Falsedad No exactamente. ¿Exageración Sí,<br />

porque el tango no se hizo popular y aceptable al<br />

fragor de la moda parisina. Habrá sido así para los<br />

tilingos y parvenu. Habrá sido así para las revistas y<br />

los diarios que, durante largos años, habían hecho referencia<br />

a un “baile criollo” sin mencionar el término<br />

tango. Curiosidades de la moral pequeño burguesa.<br />

Pero el camino tanguero de la periferia al centro fue<br />

desbrozado por una generación de dramaturgos. O<br />

habría que decir, mejor, dos generaciones: la de los<br />

primeros saineteros, que alrededor de Ensalada<br />

criolla modularon el pasaje de un teatro español a<br />

otro netamente criollo, y la de los que, con Alberto<br />

Vacarezza al frente, hicieron de la escena nacional<br />

una inmensa excusa para estrenar tangos. Esta última<br />

maquinación empezó a agotarse al promediar los ’30,<br />

y ya era cosa <strong>del</strong> pasado cuando en 1953, con Aníbal<br />

Troilo en escena, El patio de la morocha recordó<br />

aquellos viejos tiempos.<br />

Como nos han ilustrado Raúl Castagnino y Luis<br />

Ordaz, milongas y tangos primitivos no fueron extraños<br />

en un teatro que, a la hora de los cantables,<br />

solía preferir aires de zarzuela. Entre españoles y<br />

criollos, mudamente observados por los miles de<br />

inmigrantes que conformaban el primer gran público<br />

teatral argentino, “Julián Giménez” o “Ituzaingó”, por<br />

caso, le sacaban chispas a las tablas, acelerando así<br />

el tránsito <strong>del</strong> pasacalle a la escena de cabaret o al<br />

baile cosmopolita en el patio <strong>del</strong> conventillo, pero<br />

aún sin definir cuánto de tango existía realmente en<br />

la sociedad argentina.<br />

Todo cambió la noche <strong>del</strong> 26 de abril de 1918, con<br />

la llegada de Los dientos <strong>del</strong> perro, de Alberto<br />

Weisbach y José González Castillo. Allí, la actriz<br />

Manuelita Poli entonó “Mi noche triste”, con letra<br />

de Pascual Contursi y música de Samuel Castriota<br />

(“Lita” se llamaba la partitura original, antes que<br />

hablara en los versos de Contursi). El impacto de la<br />

obra fue tan grande que pocos recordaron que unos<br />

meses antes Carlos Gar<strong>del</strong> – no casualmente llamado<br />

por la prensa “cantor criollo de teatro”– había estrenado<br />

“Mi noche triste” en el Esmeralda. Ciertamente,<br />

Gar<strong>del</strong> aún no era el héroe musical de Buenos Aires<br />

y, en cambio, el sainete reinaba sin competencia en<br />

la consideración de los porteños. Como fuera, no<br />

deja de sorprender que un hecho netamente teatral,<br />

no un hecho gar<strong>del</strong>iano, haya sellado la suerte de<br />

la especie cantada. Por supuesto, luego Gar<strong>del</strong> se<br />

Alberto Vacarezza<br />

<strong>Teatro</strong> & Música<br />

33

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!