El Estado y la Revolucion.pdf - Libros Para Descargar
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mientos en torno al tema de que un anarquista no se distingue de<br />
un bandido.<br />
La combinación de estos temas es en extremo curiosa y característica<br />
de toda <strong>la</strong> actuación de Plejánov en vísperas de <strong>la</strong> revolución<br />
y en el transcurso del período revolucionario en Rusia: en<br />
efecto, en los años de 1905 a 1917, Plejanov se reveló como un<br />
semidoctrinario y un semifilisteo que en política marchaba a <strong>la</strong><br />
zaga de <strong>la</strong> burguesía.<br />
Hemos visto cómo Marx y Engels, polemizando con los<br />
anarquistas, ac<strong>la</strong>raban muy escrupulosamente sus puntos de vista<br />
acerca de <strong>la</strong> actitud de <strong>la</strong> revolución hacia el <strong>Estado</strong>. Al editar en<br />
1891 <strong>la</strong> “Crítica del Programa de Gotha”, de Marx, Engels escribió:<br />
“Nosotros [es decir, Engels y Marx] nos encontrábamos entonces<br />
—pasados apenas dos años desde el Congreso de La Haya<br />
de <strong>la</strong> (Primera) Internacional [37] — en pleno apogeo de <strong>la</strong> lucha<br />
contra Bakunin y sus anarquistas” [38] .<br />
En efecto, los anarquistas intentaban reivindicar como “suya”,<br />
por decirlo así, <strong>la</strong> Comuna de París, como una confirmación de su<br />
doctrina, sin comprender, en absoluto, <strong>la</strong>s enseñanzas de <strong>la</strong> Comuna<br />
y el análisis de estas enseñanzas hecho por Marx. <strong>El</strong> anarquismo<br />
no ha aportado nada que se acerque siquiera a <strong>la</strong> verdad en<br />
punto a estas cuestiones políticas concretas: ¿hay que destruir <strong>la</strong><br />
vieja máquina del <strong>Estado</strong> ¿Y con qué sustituir<strong>la</strong><br />
Pero hab<strong>la</strong>r de “anarquismo y socialismo”, eludiendo toda <strong>la</strong><br />
cuestión acerca del <strong>Estado</strong>, no advirtiendo todo el desarrollo del<br />
marxismo antes y después de <strong>la</strong> Comuna, significaba inevitablemente<br />
deslizarse hacia el oportunismo pues no hay nada, precisamente,<br />
que tanto interese al oportunismo como el no p<strong>la</strong>ntear en<br />
modo alguno <strong>la</strong>s dos cuestiones que acabamos de seña<strong>la</strong>r. Esto es<br />
ya una victoria del oportunismo.<br />
V. I. Lenin <strong>El</strong> <strong>Estado</strong> y <strong>la</strong> revolución<br />
En los comentarios de popu<strong>la</strong>rización —cuya cantidad es innumerable—<br />
no se hab<strong>la</strong> de esto. “Es uso” guardar silencio acerca de<br />
esto, como si se tratase de una “ingenuidad” pasada de moda, algo<br />
así como cuando los cristianos, después de convertirse el cristianismo<br />
en religión del <strong>Estado</strong>, se “olvidaron” de <strong>la</strong>s “ingenuidades”<br />
del cristianismo primitivo y de su espíritu democrático-revolucionario.<br />
La reducción de los sueldos de los altos funcionarios del <strong>Estado</strong><br />
parece “simplemente” <strong>la</strong> reivindicación de un democratismo ingenuo,<br />
primitivo. Uno de los “fundadores” del oportunismo moderno,<br />
el ex-socialdemócrata E. Bernstein, se ha dedicado más de una<br />
vez a repetir esas bur<strong>la</strong>s burguesas triviales sobre el democratismo<br />
“primitivo”. Como todos los oportunistas, como los actuales<br />
kautskianos, no comprendía en absoluto, en primer lugar, que el<br />
paso del capitalismo al socialismo es imposible sin un cierto “retorno”<br />
al democratismo “primitivo” (pues ¿cómo, si no, pasar a <strong>la</strong><br />
ejecución de <strong>la</strong>s funciones del <strong>Estado</strong> por <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción,<br />
por toda <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción en bloque); y, en segundo lugar, que<br />
este “democratismo primitivo”, basado en el capitalismo y en <strong>la</strong><br />
cultura capitalista, no es el democratismo primitivo de los tiempos<br />
prehistóricos o de <strong>la</strong> época precapitalista. La cultura capitalista ha<br />
creado <strong>la</strong> gran producción, fábricas, ferrocarriles, el correo y el<br />
teléfono, etc., y sobre esta base, una enorme mayoría de <strong>la</strong>s funciones<br />
del antiguo “Poder del <strong>Estado</strong>” se han simplificado tanto y<br />
pueden reducirse a operaciones tan sencillísimas de registro, contabilidad<br />
y control, que estas funciones son totalmente asequibles<br />
a todos los que saben leer y escribir, que pueden ejecutarse en<br />
absoluto por el “sa<strong>la</strong>rio corriente de un obrero”, que se <strong>la</strong>s puede<br />
(y se <strong>la</strong>s debe) despojar de toda sombra de algo privilegiado y<br />
“jerárquico”.<br />
La completa elegibilidad y <strong>la</strong> amovilidad en cualquier momento<br />
de todos los funcionarios sin excepción; <strong>la</strong> reducción de su sueldo<br />
a los límites del “sa<strong>la</strong>rio corriente de un obrero”: estas medidas<br />
democráticas, sencil<strong>la</strong>s y “evidentes por sí mismas”, al mismo tiem-<br />
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