El Estado y la Revolucion.pdf - Libros Para Descargar
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cialmente contra <strong>la</strong> “fe supersticiosa en el <strong>Estado</strong>”, tan difundida<br />
en Alemania, puede ser l<strong>la</strong>mado con justicia <strong>la</strong> última pa<strong>la</strong>bra del<br />
marxismo respecto a <strong>la</strong> cuestión que estamos examinando.<br />
“En Francia —seña<strong>la</strong> Engels—, los obreros, después de cada<br />
revolución, estaban armados”; “por eso el desarme de los obreros<br />
era el primer mandamiento de los burgueses que se hal<strong>la</strong>ban<br />
al frente del <strong>Estado</strong>. De aquí el que, después de cada revolución<br />
ganada por los obreros, se llevara a cabo una nueva lucha que<br />
acababa con <strong>la</strong> derrota de estos...”<br />
<strong>El</strong> ba<strong>la</strong>nce de <strong>la</strong> experiencia de <strong>la</strong>s revoluciones burguesas es tan<br />
corto como expresivo. <strong>El</strong> quid de <strong>la</strong> cuestión entre otras cosas<br />
también en lo que afecta a <strong>la</strong> cuestión del <strong>Estado</strong> (¿tiene <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se<br />
oprimida armas ), aparece enfocado aquí de un modo admirable.<br />
Este quid de <strong>la</strong> cuestión es precisamente el que eluden con<br />
mayor frecuencia lo mismo los profesores influidos por <strong>la</strong> ideología<br />
burguesa que los demócratas pequeñoburgueses. En <strong>la</strong> revolución<br />
rusa de 1917, correspondió al “menchevique” y “también<br />
marxista” Tsereteli el honor (un honor a lo Cavaignac) de descubrir<br />
este secreto de <strong>la</strong>s revoluciones burguesas. En su discurso<br />
“histórico” del 11 de junio, a Tsereteli se le escapó el secreto de <strong>la</strong><br />
decisión de <strong>la</strong> burguesía de desarmar a los obreros de Petrogrado,<br />
presentando, naturalmente, esta decisión ¡como suya y como necesidad<br />
“del <strong>Estado</strong>” en general! [31]<br />
<strong>El</strong> histórico discurso de Tsereteli del 11 de junio será, naturalmente,<br />
para todo historiador de <strong>la</strong> revolución de 1917, una de <strong>la</strong>s<br />
pruebas más palpables de cómo el bloque de socialrevolucionarios<br />
y mencheviques, acaudil<strong>la</strong>do por el señor Tsereteli, se pasó al <strong>la</strong>do<br />
de <strong>la</strong> burguesía contra el proletariado revolucionario.<br />
Otra de <strong>la</strong>s observaciones incidentales de Engels, re<strong>la</strong>cionada<br />
también con <strong>la</strong> cuestión del <strong>Estado</strong>, se refiere a <strong>la</strong> religión. Es<br />
sabido que <strong>la</strong> socialdemocracia alemana, a medida que se hundía<br />
en <strong>la</strong> charca, haciéndose más y más oportunista, derivaba cada vez<br />
V. I. Lenin <strong>El</strong> <strong>Estado</strong> y <strong>la</strong> revolución<br />
des históricas concretas de cada caso, de qué y hacia qué es transición<br />
<strong>la</strong> forma transitoria de que se trata.<br />
Engels, como Marx, defiende, desde el punto de vista del proletariado<br />
y de <strong>la</strong> revolución proletaria, el centralismo democrático,<br />
<strong>la</strong> República única e indivisible. Considera <strong>la</strong> República federativa,<br />
bien como excepción y como obstáculo para el desarrollo, bien<br />
como transición de <strong>la</strong> monarquía a <strong>la</strong> República centralista, como<br />
un “progreso”, en determinadas circunstancias especiales. Y entre<br />
estas circunstancias especiales se destaca <strong>la</strong> cuestión nacional.<br />
En Engels como en Marx, a pesar de su crítica imp<strong>la</strong>cable del<br />
carácter reaccionario de los pequeños <strong>Estado</strong>s y del encubrimiento<br />
de este carácter reaccionario por <strong>la</strong> cuestión nacional en determinados<br />
casos concretos, no se encuentra en ninguna de sus obras<br />
ni rastro de tendencia a eludir <strong>la</strong> cuestión nacional, tendencia de<br />
que suelen pecar frecuentemente los marxistas ho<strong>la</strong>ndeses y po<strong>la</strong>cos<br />
al partir de <strong>la</strong> lucha legítima contra el nacionalismo filisteamente<br />
estrecho de “sus” pequeños <strong>Estado</strong>s.<br />
Hasta en Ing<strong>la</strong>terra, donde <strong>la</strong>s condiciones geográficas, <strong>la</strong> comunidad<br />
de idioma y <strong>la</strong> historia de muchos siglos parece que debían<br />
haber “liquidado” <strong>la</strong> cuestión nacional en <strong>la</strong>s distintas pequeñas<br />
divisiones territoriales del país; incluso aquí tiene en cuenta<br />
Engels el hecho c<strong>la</strong>ro de que <strong>la</strong> cuestión nacional no ha sido superada<br />
aún, razón por <strong>la</strong> cual reconoce que <strong>la</strong> República federativa<br />
representa “un progreso”. Se sobreentiende que en esto no hay ni<br />
rastro de renuncia a <strong>la</strong> crítica de los defectos de <strong>la</strong> República<br />
federativa ni a <strong>la</strong> propaganda y a <strong>la</strong> lucha más decidida en pro de <strong>la</strong><br />
República unitaria, centralista-democrática.<br />
Pero Engels no concibe en modo alguno el centralismo democrático<br />
en el sentido burocrático con que emplean este concepto<br />
los ideólogos burgueses y pequeñoburgueses, incluyendo entre<br />
éstos a los anarquistas. <strong>Para</strong> Engels, el centralismo no excluye, ni<br />
mucho menos, esa amplia autonomía local que, en <strong>la</strong> defensa voluntaria<br />
de <strong>la</strong> unidad del <strong>Estado</strong> por <strong>la</strong>s “comunas” y <strong>la</strong>s regiones,<br />
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