Espacios públicos y construcción social: Aproximaciones conceptuales64ma político democrático se articula y proyecta a través de la racionalidadcomunicativa, cristalizando en arreglos institucionales sustentados en lasoberanía popular. <strong>El</strong> problema es que bajo estas concepciones inclusivasdel Estado, y reduciendo la capacidad de actuar-reconocer y ser reconocidoal ejercicio de la deliberación, se puede terminar en el apoyo a interesesclientelistas de aquellos que poseen más habilidades comunicativasque otros, o en el aislamiento y homogeneización de los ciudadanos comosi fuesen masa estática, aunque racional. <strong>El</strong> argumento liberal reduce lasolución del problema de la complejidad social —la imposibilidad de expresartoda la pluralidad de voces existentes en la sociedad en la arenapolítica— a la habilidad de los miembros más educados y cultivados dela sociedad para expresar los intereses del pueblo en la llamada esferapública, pero deja al espacio público desprovisto de tribuna.La perspectiva liberal en la que se desarrollaron las democracias representativasaspira a restringir temporalmente el poder de las mayorías,a fin de proteger la libertad individual. 8 Las paradojas que tensan el funcionamientode la representación como mecanismo democrático tienenque ver, por un lado, con la aparente existencia de un bien común comocódigo normativo capaz de desencadenar la acción de los más despóticosregímenes totalitarios; y por otro, como principio, la representación sevincula con la existencia de una minoría normativa, que gobierna en nombrede todas las minorías, incapaz de articular un sistema social que caminey se encuentre en un horizonte sociopolítico común.<strong>El</strong> problema es que si no existe una habilitación para que los ciudadanoshablen con su propia voz, ¿cómo es posible que se reconozca a losdiferentes miembros que componen el cuerpo de ciudadanos? ¿Son suficienteslos mecanismos de democracia electiva para prevenir distorsionesen los procesos de representación? ¿Qué procedimientos —considerandolas condiciones que afectan la competencia electoral— permitirían garantizarla representación de la pluralidad de voces del cuerpo de ciudadanos?Es precisamente de un reconocimiento social profundo de lo queestamos carentes, lo que se traduce en una precaria libertad, en tanto estamosrenunciando a nuestra identidad como seres políticos. <strong>El</strong> resultado,y quizás la causa de esta paradoja, es la displicencia y falta dereconocimiento respecto de la necesidad de <strong>espacios</strong> de encuentro, <strong>espacios</strong>públicos que den sentido y contengan a la sociedad.Ciertamente, la diversidad, que se ha convertido en una de las característicascentrales de las sociedades contemporáneas, se transforma enun problema que puede ser resuelto en el ámbito de la organización aduciendola defensa de la voluntad de las mayorías, o reduciendo la acciónsocial al espectáculo brindado por líderes de opinión que hacen de la políticaun espectáculo. <strong>El</strong> riesgo es la trivialización de las identidades colectivas,ya sea a través de su reificación o su marginalización; la8La libertad individual es protegida tanto de las restricciones provenientes del Estadocomo de la sociedad civil, circunscribiendo su despliegue solo a las esferas privadas de lavida.
D. Vicherat: ¿Qué tienen en común la identidad, el espacio público y la democracia?precarización del sentido de pertenencia, y la agudización de lasinequidades estructurales respecto de la distribución del poder y los recursos.En consecuencia, la pérdida de un horizonte común, un espaciocomún, bajo el cual se desarrolle y proyecte la misma diversidad social.¿Qué concluir? Todos para uno y uno para todosLa amenaza que hoy afecta a las democracias probablemente no sederiva de la irrupción de golpes de Estado o guerras civiles, sino de lapérdida de confianza en la política como el campo donde se desarrollapor excelencia la acción humana. Si la vida pública se fragmenta y sereduce a su dimensión funcional, pierde su capacidad para aglutinar ymotivar acciones individuales en pos del bien colectivo, de un horizontecomún de desarrollo. Así, aquellos que están defraudados por el deveniractual de la política se inclinan por apoyar una «política de lo inmediato».Lo inmediato aparece como el principio de realidad bajo el cual se rige laacción política, y la representación el principio bajo el cual se manifiestala soberanía popular. Encuentro y reconocimiento son aspectos marginales,consecuencias deseables pero no propiciadas necesariamente por elmanejo de la contingencia y los mecanismos representativos.Así, si durante el siglo XX el problema fue la emergencia de regímenestotalitarios bajo la ilusión de la voluntad general y deseo de desarrollo,los desafíos que enfrenta el siglo XXI tienen que ver con las distintas formasque asume la privatización de la política. Tras el discurso que reducela política a la contingencia de los problemas cotidianos, hay ciertopaternalismo posmoderno que usa —y abusa— de la idea de libertad,vinculándola solo a la satisfacción y protección de los intereses y deseosindividuales, sin hacer referencia al mundo común creado y compartidopor una pluralidad diversa de hombres y mujeres, que requieren del reconocimientode otros aun en las esferas más privadas de la vida. Si bienes verdad que el derecho a la autenticidad ha pertenecido siempre a laesfera privada, el respeto por la diferencia y su legítimo reconocimientopierde sentido si no se produce en la arena pública. En otras palabras,aun la libertad individual es vacua si no se la garantiza en el espacio público.La política moderna se desarrolla bajo un movimiento dialéctico de laesfera privada sobre sí misma que reduce la política a las relaciones yredes establecidas por los grupos de poder, con la consecuencia de queellas se desvinculan de la vida cotidiana del cuerpo de ciudadanos dondeoriginalmente encuentran su fundamento y legitimidad. La privatizaciónde la política conduce inevitablemente a que los ciudadanos —hombres ymujeres— sean incapaces de reflejarse a sí mismos en lo colectivo y, portanto, pierdan la capacidad de reconocer a otros y, por ende, de ser reconocidospor otros. En resumen, se vive en una especie de moderno estadode naturaleza, que en las actuales sociedades trae como consecuencia sentimientosde pérdida de sentido, soledad y enajenación.65
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