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34 May - Scherzo

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opinión •Una cierta confusiónHace unos años el panorama de la ediciónde libros sobre música en España era undesierto Viejas colecciones de lapreguerra, como una excelente de la editorialLabor, habían desaparecido o estabanestancadas. Desde hace unos años, sin embargo,es posible detectar afortunadamente una mayoratención hacia este tipo de libros, de modo quehoy es posible hablar de una cierta abundancia.En varias editoriales importantes se han creadocolecciones de música y en las que hanaparecido libros excelentes. Aunque pecan deoptimismo quienes sostienen que en España lamúsica se ha puesto de moda sí se detecta unamayor atención social hacia ella, un interés quehace un par de décadas se hubiera consideradopunto menos que ilusorio. Sin duda, los editoreshan tomado nota de ese interés y eso es bueno,porque enriquece nuestro panorama cultural.Sin embargo, no todo es de color de rosa. Engeneral, se observa en las colecciones musicalesuna cierta confusión, una falta de claridad deobjetivos que lleva a que, junto a la aparición detítulos fundamentales —la Música delRenacimiento, de Reese, es un buen ejemplo—,nos encontremos con una proliferación de obrassin calidad, de traducciones de libros que nadaaportan, ya sea porque se han quedadoanticuados o porque no ofrecen al lector nadaque verdaderamente valga la pena. No es este ellugar ni a nosotros nos corresponde, para hacerel análisis de las causas de esa situación. Pero side dar cuenta de ello. En ocasiones es penosocomprobar que se traducen obras insignificantes—y, a veces, ¡en qué traducciones!— y que librosque el especialista o el simple aficionadodeberían conocer, porque son imprescincibles ala hora de formar una buena biblioteca musicalno se encuentran por ningún lado. Y es unalástima. Por fijarnos en lo concreto, recordemosque un libro como el Bach, de Alberto Basso,que después de ser anunciado como deinminente publicación desapareció sin dejarrastro. O como otras obras, que han estado encatálogos españoles, como el tratado de direcciónde orquesta de Hermann Scherchen —además,en traducción de Roberto Gerhard— no han sidoreeditados y hoy son inencontrables.Existe, por otra parte, una tendencia bastantenegativa y es la de no confiar a musicólogos ohistoriadores de la música españoles larealización de obras de las que podrían serperfectamente capaces. No se trata de mostraraquí un trasnochado nacionalismo, pero sí decirque muchas veces valdría la pena ahorrarse losdineros de una cara compra de derechos y deuna traducción, y confiar en un especialistaespañol en vez de recurrir sistemáticamente aproductos extranjeros con una especie depapanatismo aldeano. Y más cuando se trata demúsica española. Es realmente triste comprobarcuan ayunas de obras de origen español estánciertas bibliografías. Y la culpa no es tan sólo denuestra conocida alergia a la investigación, sinoque va más allá. Radica también en una especiede desconfianza hacia todo lo que nazca en estepaís.Así pues, no estaría de más que nuestros lectoreseditores se plantearan de nuevo algunascuestiones. Repetimos, este fenómeno nuevo dela aparición de colecciones de libros de músicano puede ser más positivo. Sólo asi podremosponer al día la oferta musical para un públicointeresado, pero, a la vez, desorientado yescasamente informado.4 <strong>Scherzo</strong>

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