discosNo es la primera vez que Baker deja impresassus versiones schubertianas y la escuchaatenía podrá hacer comparaciones. Elrepertorio de este compacto es menos frecuenteque el abordado en otras ocasionesy pone a prueba la solidez de la gran artista.B.M.SCHUBERT: 4 Lteder. BRAHMS:3 Lieder.WOLF: 12 Lieder. F.lisabeth Schwarzkopf,soprano. Hermann Reuiher. piaña Concierloen Hannovrr, 2/3/1962. CD MOVI-MIENTO MUSICAL 051.OÍS. ADD.Duración, 61 m. Importado por Discobi.Hace unos 6 años la editora mitanesaMovimiento Música, habíapublicado íntegro, en el álbumde 2 LP, este recital de Schwarzkopf quehoy ofrece de nuevo escamoteando los 6 Liederde Strauss que cerraban la primera partedel concierto. Tal decisión es absurda: enesle CD había espacio suficiente para albergarlos,y su ejecución es de primer orden. Noobstante, lo que queda basta para recomendarlocon entusiasmo, aun a quienes ya poseanparte de su contenido: las 5 cancionesque Wolf escribió sobre textos del WilhelmMeister de Goethe fueron especialidad absolutade la Schwarzkopf, que las cantó conun grado de perfección inusitado. Aún a primerosde los 70 pudimos disfrutar en el TeatroReal un Kennst du das Land?es t re mecedor.Junio a estas canciones, figuran oirás 7de Wolf típicas de los recitales de Schwarzkopfy que ya aparecían parcialmente en elque, acompañado al piano por JacquelineBonneau (Strasbourg, 1960), se comentó enel número 28 de SCHERZO. Casi toda la críticade entonces puede ser aplicada ahora:en los 2 años transcurridos la voz de la sopranoapenas había variado y lan sólo lasdiferentes escuelas de los pianistas modificanalgo los resultados finales. Asi, en estecaso, Reuther suele decantarse por un acompañamiento—por usar el término habitual,aunque el Lied debe ser siempre música a dos-más bien dramático, vigoroso, contrastado,que produce óptimos resultados en Liebestreude Brahms, una canción dialogada queSchwarzkopf borda, contrastando de modoinequívoco las intervenciones de madre e hija,como a continuación hace con la célebreSerenata en vano Op. 84.7. (y no W. 7, comoindica el lexto) en que una joven da conla puerta en las narices a su ansioso pretendiente.Menos logrado, en cambio, Margaritaa la rueca, en que ocurren ciertosdesajustes.En todo caso, las numerosas joyas aquícontenidas, que se ofrecen en excelentes condicionestécnicas, hacer perdonar no sólo levesimperfecciones propias del viva sinohasia la falta de los 6 Lieder de Strauss y —más grave aún— la ausencia de los texioscantados, e incluso las vaguedades o erroresdel texto de presentación: Michael Raucheisenno fue el primer marido de laSchwarzkopf, sino el segundo la de Ivogün,maestra de la soprano. Pero nada de esto allerala absoluta recomendabilidad de esteCD -58 <strong>Scherzo</strong>R.A.M.SCHUMANN: Sinfonía número 3, en Mibemol mayor, opus 97 «Renana» y número4 en re menor, opus 120, Orquesta de Cleveland.Director: Chrístoph vnn Dohoanyi.CD DECCA 421.643-2 IÍIM). Duración. 59m. Grabado en Cleveland, 11/1987 y 2/1988.En el número 31 de SCHERZOse comentaron las Sin/ornas I y2 de Schumann por estos mismosiniérpretes. El juicio entonces emitido siguesiendo aplicable: Dohnanyí no es un directorafín al romanticismo de Schumann y lacomparación con versiones eminentes demaestros como Kubelik, Rojdestvensky, Sawallischo Szell le es desfavorable. No obstante,su enfoque personal y comprometidode la Sinfonía Renana —la que mejor lograde las cuatro con lempi muy vivos y texturasclaras y ligeras produce un resultado espontáneo,gozoso y pleno de luz, queencuentro atraciivo. Un planteamiento análogoen la Cuarta funciona bastante bienhasta la transición al último tiempo; de ahíen adelante, no sirve sino para subrayar ladebilidad formal y la escasa inspiración delfina! de la Sinfonía.Estupenda ejecución, matizada y brillante,de la Orquesta de Cleveland y toma sonoraclara e incisiva, adecuada a losplanteamientos de la batuta. Buen comentariotrilingüe inglés-francés-alemán, pero deuna concisión que roza el estilo telegrama.Como ya se dijo, Sawallisch sigue siendo opciónpreferente para el ciclo sinfónicoSchumann.R.A.M.SCHUMANN: Davidsbundlertanze, Op. 6;Fantasiestücke, Op. 12. CD CBS MK 76202ADD 56'09. Estudios Sinfónicos, Op. 13: EstudiosPostumos; Papillons, Op. 2. CD CBSMK 76635 ADD. 46'54. Murray Perahia,piañaExaltación de la adolescencia, dela dualidad aún no esquizofrénica;Perahia así parece entender elOpus 6; danzas tiernas escritas por Eusebiusy Florestan para los companeros de David.Perahia era jovencísimo cuando grabó estaobra en un toial mimetismo; ligereza despreocupadode un joven creador que no hatomado aún conciencia de su genialidad.Desde esle punto de visia, la versión de Perahiaes ideal, y a su poesía equivale su inteligenciaque unifica el ciclo.En el Opus 12, quizás la Noche schumannianatiene más color con Rubínstein (CDRCA); [a pesadilla —sueño lleno desueños— se hace más insoportable con Gulda(CD Phonogram); la desesperanza másangustiosa con Eduard Erdmann (EMI 1950,es un disco-culio para todos los schumannoadictos;su reedición es urgente e indispensable).En el Opus 2 'Papillons) la espontaneidadde Perahia hace olvidar las terribles dificultadesrítmicas y recrea la poesía de tos cuentosde hadas. Sin embargo hay que conocerabsolutamente (¡y reeditar!) la versión deGuimar Novaes.Prácl ¡cántenle todos han grabado los EstudiosSinfónicos, y cada pianista ha creadoun universo. Perahia propone un estudiosobre la sonoridad, que realizara plenamenteen su versión de la Sonata Op. 22 (CD CBS,con la D. 925 de Schubert; uno de los másbellos discos). Perlemuler alumbra cada variacióncon una luz distinta, y es apasióname.Pollini analiza, ordena planos en una soberbiaarquitectura; es difícil no pensar en elSchumann de Haitink. Richter rehusa el color,privilegia en blanco y negro, la gradacióndinámica. Arrau —el más moderno—libera las distintas voces obligando al auditora interpretar; tiene algo que ver con elOp.2 por Novaes. Cortot imagina colores,timbres; es probablemente la versión más sinfónica(para muchos la mejor). Nat improvisasin parar, y esto le va tanto a Schumann.Quizás la versión de Sofronilzki sea la másextraordinaria: hace de Schumann un precursorde Scriabin, transformando los Estudiosen una alucinante Sonata.RESHOSTAKOV1TCH: Sinfonía n"4, Op. 43.LoDdon Philharmonic, Bemard Hailink. CDDECCA «1 <strong>34</strong>8-2. ADD. 6T42.Los estudiosos de la obra deShostakovitch proponen un ordenpara abordar las sinfonías:empezar con las más seductoras /Quinta,Primera), con las históricas (Leningrado, Elaño 1905), descansar con las poéticas (n°$13 y 14, pero ¿son sinfonías?), y asi hastael final de la lista. Siguiendo esta clasificaciónno exenta de lógica universitaria, se tardarábastante en conocer tas sinfonías másaudaces: Segunda, Cuarta y Décima. En desacuerdocon este criterio propondría un ordenmás musical; la subversión (Cuarta), elsalvaje homenaje a Orlando di Lasso (Segunda),el lirismo ¡Sexta), el humor (Novena),la maestría (Décima),..Es en esta Cuarta (imperfecta, según elpropio compositor), donde Shostakovitch demuestrael más grande atrevimiento en un desesperadointento de amaestrar el caos queél mismo desencadenó: orquesta colosal, introducciónvolcánica (media hora), tercermovimiento (otra media hora) sinfonía dentrode la sinfonía...Haitink domina (evi den témeme) todas lascomplejidades de la partitura, el discurso esclarificador en pos de un clasicismo, de unacohesión tímbrica (la exasperación, accidental,no genera, por tanto, menos carga expresiva);nos ayuda, por fin, a querer la obra.Kondrashin (creó la sinfonía después de veinteanos de trabas) es más temperamental ynos ayuda a amarla (los dos directores ínterpíela n la versión original). Jar vi, quizás,nos pronpondrá una poética (e imposible)síntesis.RESIBELIUS: Condeno para violin y orquestaen re menor, opus 47.NIELSEN: Concierto para vioh'n y orquestaopus33. Cho-Liang Ling, violin. OrquestasFilarmonía y Sinfónica de la Kadio sueca(Nielsen). Direclor Jia-Pekka Salonen. CDCBS MK 44548, DDD. Duración, 69 m. Grabadoen Londres, 1987 y Esloinlmo. 1988.Cho-Liang Ling saltó a la famael Concurso Reina Sofia 1977. Deentonces acá su carrera se ha ¡dodesarrollando sin prisa ni pausa y hoy día,
discosapenas cumplidos los treinta años, su cotizaciónes la que merece su indiscutible tallaartística. Acompañado por el también muyjoven director finés Esa-Pekka Salonen, nosofrece notables interpretaciones de dos Conciertosnórdicos que, sorprendentemente,hasta la fecha no habían formado pareja endisco. Los resultados son más destacados enla obra de Ni el sen porque Salonen se mueveen ella más a gusto: pese a su buena reputacióncomo intérprete de Sibelius, ni aquí nien la Segunda Sinfonía que con la época romántica/nacionalistade este autor. Por ello,el buen trabajo de Ling luce mucho menosque en Nielsen, cuyo estilo ecléctico convienemás al director finés, que se muestra ahíplenamente acertado. Ling exhibe en ambasobras su sonoridad limpia, noble, afinada ypenetrante y su musicalidad sin mácula. Enel Concierto de Nielsen sobresale su ejecuciónde las cadencias y del prolongado —yprecioso— puente al segundo tema del primermovimiento, pasaje en que Ling retieneel lempo con elegancia exquisita.Ademas, la competencia en Sibelius es feroz:Oistraj, Szeryng, Stern, Perlman, Accardoy, por encima de todos, Heifetz conBeecham. Por el contrario, de la obra deNielsen apenas hay dos o tres versiones; laque elegí para comparar, Tellefsen/Blomstedt(EMI), no es superior a la que motivaeste comentario. Por ello este CD resulta primeraalternativa actual para el Concierto deNielsen.R.A.M.S1MPSON: Sinfonía n° 9 BournemoulhSvmphony Orchesira. Dir.: Vernon Handley.CD Hyperon CDA 66299. UDD. Distribuidopor Harmonía Mundi.Si a la música de nuestro siglo laredujéramos a dos ejes fundamentales,uno sería el que, originándoseen el concepto de atonalidad y tomandoa la escuela de Viena como punto departida, crearía nuevos sentidos de la percepciónauditiva considerando el hecho sonorobajo perspectivas opuestas a las quedominaron los dos siglos anteriores. Es latendencia que se ha venido a llamar vanguardista.El otro eje estaría formada por aquelloscompositores que, lejos de ignorar ellegado del clasicismo, van a tomar como modelola forma de la sonata y de la sinfoníade Mozart y Beethoven, seguros de no haberagolado aún las posibilidades creadorasdel sistema tonal. A esta tendencia, consideradaconservadora por los adscritos a lade la Escuela de Viena, es a ¡a que perteneceRoben Simpson (Gran Bretaña, 1921).Simpson, estudioso de dos de los más grandescontinuadores de la forma sinfónica enel siglo XX, Sibelius y Niel sen, se integra enesa gran pléyade de músicos (Holmboe, Tubin,Bax, Brian o, el más divulgado, Tippett)que, en su mayoría, procedentes de lospaíses del norte de Europa, han continuadocentrando sus esfuerzos en la sinfonía comoforma suprema del arte musical.El lenguaje de Simpson, más concreíamente,se me antoja una especie de síntesisentre el más riguroso clasicismo (en el empleo,ya mencionado, de la forma sonata yla sinfonía), el estilo de Sibelius y Nielsen(uso de la célula nusical germinativa de todauna obra) y el aionalismo (téngase encuenia que Simpson no plantea sus obras apartir de centros tonales, sólo la inteiválicaguarda relación con el lenguaje armónicotradicional). Si bien no es el primero en quererexpresar con estética actual el legado deBeethoven (Tippett, en su Tercera Sinfonía,del lado de los conservadores o B.A. Zimmermann,del de los progresistas, con el usodel collage en obras como Pholoptosis),pienso que si es el único compositor contemporáneoen saber insuflar a su música algoque sólo parecía exclusivo del autor de Fidelio:el vigor motórico implícito en sus composiciones,una especie de aliento, depulsación interior, cual corazón de la música,que ha obsesionado a lodos los grandescompositores desde el mismo Schubert. Lapresencia de esta unidad rítmica interna, capazde ensamblar toda una partitura, se haciaevidente en la última producciónsinfónica de Simpson: tas Sinfonías sexta yséptima (grabadas en Hyperion CDA66280), aunque al estar ambas plegadas auna idea programática previa perdían partede su potencial; lo mismo les ocurría a losCuartetos séptimo y octavo (Hyperion A66117), donde el deseo de descripción de untema superaba al del emplo de una unidadmotórica. Como si el nueve fuera mágico paraSimpson, nuestro músico ha conseguidosus más perfectos logros hasta la fecha cuandoese número ha correspondido al ordinaldel Cuarteto escrito en 1983 (las impresionantesVariaciones sobre el tema de Haydn,una de las cumbres del género en este siglo:disco Hyperion A 66127) y el déla Sinfoníade 1987. En las dos obras prevalece el materialabstracto y el compositor deja libre sufantasía sin la atadura de un programa.En la présenle Novena Sinfonía se conjugana la perfección todos los elementos antesmencionados. El oyente no sabe quéadmirar más: si el sabio empleo de una simplecélula germinativa originada de múltiplesdesarrollos y variaciones o la capacidadde plantear unos juegos de tensiones que hacende su escucha una experiencia apasionante.En efecto, fascinado por dos aspectosfundamentales de la Viena clásica, el particularmanejo de la tonalidad y de! ritmo, esesentido de !a energía connatural a Beethoven,ha montado Simpson una Sinfonía monumental,donde a los materiales citados hayque añadir otros dos no menos importantes,cuales son la estética de Bach, presenteen el preludio coral que abre la pieza, y lade Bruckner, constatable en el poderío delos dos hermosos scherzos que dominan lasinfonía, que, escrita en un solo movimientocomprende dos secciones: la primera, apartir del preludio coral, va a ir acumulandoenergía y en un prodigio de sucesión detensiones alcanzará su cumbre en el scherzo,momento culminante en el que, tras dejarsin aliento al auditor, pasa a la segundasección, que, iniciada en un casi necesarioadagio, retomará la característica, lan habitualen Simpson, del juego palindrómico,y a través de sucesivas variaciones nos conduciráa un segundo climax, no menos violento,para concluir con un formidablepasaje sosegado, posible remate genial a unapartitura concebida con mano maestra.A la audición de la Sinfonía sigue en eldisco un regalo: una charla ilustrada del propiocompositor que, en 18 minutos, condensael organigrama de la obra a través deescogidos ejemplos sonoros. Para el oyenteque conozca la lengua inglesa es un añadidode inestimable valor. Si sumamos a.ellouna interpretación luminosa, con brillo especialen la compacidad sonora de los scherzos,bajo la garantía de la batuta de VernonHandley, ¡mimo conocedor de la obra deSimpson (no en vano es el actual presidentede la Roben Simpson Sociely), hay que conveniren que estamos ante un disco memorablede música de nuestros días que,desprovista de juegos especulativos, da ocasiónal oyente a asistir asombrado a un flujosonoro que bebe directamente de la propiaEsencia de la música. Felicidades, RobenSimpson.F.R.TANEYEV. Trío Op. 22. Trio Borodin,Chandos 8592. CD-DDD. Distribuido porHarmonía Mundi.«©(K1TJHAIUMHe aquí una buena opon un ¡dadpara conocer la música de uno delos compositores soviéticosmenos difundidos en Occidente, lo que pareceuna contradicción sí tenemos en cuentaque Sergei Taneyev (1865-1915) gozósiempre de un gran respeto en su propio país,considerado como uno de los más grandesespíritus universales que se hayan interesadojamás por la música. Lejos de ese entusiasmode sus compatriotas, la figura deTaneyev no pasa a ser, entre nosotros, la deun epígono de Tchaikovsky, al que por ciertoadmiraba profundamente, y es muy rarala audición de su música en los programasde conciertos. Discográficamente, tampocoes muy alentador e! panorama: en e! mercadoinglés es esta grabación de Chandos la primeraaportación seria a su música, mientrasque el alemán ha sido más espléndido, consendas grabaciones del Cuarteto con piano,op. 20 y la Suite op. 28, aún hoy disponiblesen el sello de Ricophon, aparte de unavieja interpretación del Trio op. 22 por el TríoOdeón.Estudioso de reconocido talento en filosofía,esperanto (lengua en la que escribiríadiversas novelas), matemáticas, historia yciencias naturales, así como de la música delRenacimiento, la acústica y el ajedrez, y autorde un tratado de contrapunto, de 1909, Taneyevpuede presumir de haber tenido, en calidadde profesor de composición delConservatorio de Moscú, a alumnos de latalla y la personalidad de Medtner, Scriabin,Rachmaninov, Gliere y, como profesor particular,a Prokofiev, o sea, a buena parte dela vanguardia soviética del primer cuarto desiglo. Con este bagaje no es extraño comprobaren su música un intento de lenguaje universal,alejado de la tendencia nacionalistade sus compatriotas, y el Trio op. 22 es buenejemplo de ello. Sin desligarse del todo dela remora de Tchaikovsky (el segundo movimiento,lema con variazioni, hace pensar enel famoso empleo de las variaciones en elTrío del maestro), lo que sorprende en estapieza es la influencia evidente de la músicafrancesa de fines de siglo, justamente la pertenecientea la escuela de Franck: se hallanla misma rotación cíclica de los temas delautor de Les Beatitudes y el mismo lirismososegado, casi evanescente, de los movimientoslentos escritos por los alumnos de Franck:Magnard y Chausson. La visita de Taneyeva París (1876-77), como pianista virtuoso, ySchcrzo 59
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