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34 May - Scherzo

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-actualidadMariss Jansons, el heredero de MravinskyEl público madrileño tuvo ocasión de verlo y escucharlo hace unos cuantosaños dirigiendo una impresionante Séptima de Shostakovich a la Filarmónicade Leningrado. Intérprete sobrio y seguro, dotado de una técnicaformidable, Jansons es una de ¡as estrella rómpanles del actual universode la dirección musical. Con él ha hablado para nuestra revista ArturoReverter durante la última edición del Festival de Canarias.SCHERZO.—Empieza Vd. a ser conocidoen España al tiempo que progresafirmemente su carrera internacional. Anuestros lectores tes interesará, sin duda,saber algunos datos de su biografía.MARISS JANSONS.—Mi padre eradirector de orquesta y mi madre, queaún vive, cantante de ópera. Cuando yotenía tres o cuatro años me pasaba eldía en la ópera; no sabían con quién dejarme.Vivíamos en Riga.S.—Hasta qué punto influyó en su.vocación el que su madre fuera mezzosopranoy su padre músico; ¿qué enseñanzasrecibió de él?M.J.—Su influencia fue enorme enmi desarrollo. Desde mi infancia, porsu profesión, yo estaba en permanentecontacto con la música. Absorbía, díaa día, iodo tipo de información. Sin embargo,no puedo hablar de mi padre comomaestro porque en realidad no meenseñó él. Mi profesor de música se llamabaRabinovich; era un director de lavieja escuela que conocía perfectamenteel repertorio clásico y a autores comoStrauss o Mahler. Me gradué en el Conservatoriode Leningrado y proseguíluego en Viena mis estudios de direcciónde orquesta con el maestro Swarowsky;más tarde realicé en Salzburgoprácticas con Karajan. Y he sido durantemuchos años director asistente en Leningradocon Mravinski. He practicadola técnica del violín, de la viola, del chelo...Me he pasado estudiando más deveinte anos.S—¿Qué supuso para Vd. su contactocon Mravinski? ¿Qué enseñanzas recibióde él?M.J.—Sobre todo la labor de planificaciónde los ensayos. Mravinski hasido un extraordinario conocedor y organizadorde la orquesta; un profesory preparador sensacional.S.—¿Es cierto que ensayaba todos losdías, hubiese o no concierto, desde las10 de ¡a mañana?M.J.—No diré que tanto; pero sí quetrabajaba mucho, con horario muy intenso.Para un solo programa hacía seis,siete u ocho ensayos.S.—Viéndole a Vd. dirigir se estableceuna indudable semejanza entre losdos en lo que se refiere fundamentalmentea la organización de los planossonoros, a la construcción interior dela música. Hay una cierta falta en amboscasos de énfasis excesivo.44 <strong>Scherzo</strong>M.J.—Es verdad. Desde Mravinski,por ejemplo, se dislribuyen de formamuy original los músicos de la orquesta.V no sólo era magnifico en esto, enla labor de ensayos o en el conocimientode la orquesta, sino también en la organizacióny estructuración del materialsonoro y en el establecimiento delbalance ideal entre los distintos gruposde instrumentos. Esto último creo quees lo más importante para cualquier directorde orquesta.S.—¿Cree que existe, antes de Mravinski.una tradición directorial importanteen su país?M.J.—Sí. Puede decirse que la escuelarusa fue iniciada o fundada por AlexandreGauk o Nikolai Malko. PeroMravinski ha influido más que ningunoen los músicos posteriores; estuvo,no lo olvidemos, muchos años al frentede la Filarmónica de Leningrado.Con él surgió su escuela; la tnás importantey significativa.S.—¿Cómo se enfrenta un directorcomo Vd., hijo de una tradición y deuna cultura, a la música y a la culturaoccidentales, con las que tiene que convivirde continuo desde el momento enque desempeña un puesto fijo en unaorquesta como la Filarmónica de Oslo?M.J.—Vo no pretendo seguir únicamentelas tradiciones de la música rusa.Esta postura me parece un tantounilateral. He tenido la suerte de contarcon un maestro como Rabinovich—al que antes me he referido—,que meeducó en las diferentes maneras de percibirla música y de dirigir la orquesta.He tenido además la posibilidad de estudiarvarios años en Occidente y heviajado mucho. Estoy en condiciones deejercer, por tanto, un acercamiento plurala la música, con independencia delorigen geográfico de ésta o de la tradiciónen la que esté envuelta.S.—¿Pueden establecerse diferenciassignificativas entre la forma de tocar delas orquestas rusas y de las del occidentede Europa?M.J.—Hay diferencias. Pero lo idealsería tratar de sintetizar los tres aspectosmás importantes: la expresión, la sonoridadde los instrumentos de cuerdarusos; el virtuosismo y brillantez de lasorquestas americanas y, por decirlo así,la suavidad y la cultura del sonido delas Filarmónicas de Berlín o de Viena.Cuando dirijo a la formación de la quesoy titular, la Filarmónica de Oslo, tratode reunir, de sintetizar imaginariamente,esias cualidades, de obtener elmáximo partido de aquello con lo quecuento, que debe plegarse, en todo caso,a esos principios básicos que definen,sumados, unidos, a un conjuntoquizá utópico al que siempre debetenderse.S.—En Madrid hemos podido comprobarHace un año tos buenos resultadosde su política con esta orquestanórdica.M.J.—Sí; aunque, evidentemente, esepretendido ideal nunca se consigue pormucho trabajo que uno desarrolle, por

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