D O S I E RRUPERTO CHAPÍRUPERTO CHAPÍ, MÚSICO ENTRE DOS SIGLOS110Entre la zarzuela clásica y el género chicoLa vida de Ruperto Chapí transcurre en fechas cruciales parala historia nacional y para la historia del teatro lírico español.En los años que van de su nacimiento a su muerte losacontecimientos políticos y los hechos culturales vantrazando en torno a la zarzuela una serie de transformacionesy cambios que el compositor vivedirectamente y tienen incidencia en su obra.Chapí nació a mitad del ochocientos enuna pequeña ciudad provinciana, Villena,y dada su temprana afición a la música yla desvinculación familiar con la mismatuvo que trasladarse a Madrid para iniciaruna carrera profesional que sólo lacapital de un estado muy centralizadoestaba en condiciones de ofrecerle.Llega a la ciudad en vísperas de larevolución del 68. La capital es un herviderode expectativas políticas peroestá igualmente abierta a toda clase deiniciativas culturales.El joven músico inicia su formaciónprofesional en un Conservatorio muy reformadodebido al impulso de Arrieta, directordel mismo por decisión del nuevo gobierno.Su inserción en la vida urbana le permite conocerde cerca el ambiente teatral y asistir a los cambiosque se están produciendo en el ámbito de la zarzuela.Ésta, desde los años centrales del siglo, seha ido convirtiendo en una forma de ocio urbano muy delgusto de la aristocracia y burguesía isabelinas y dispone enMadrid de un espacio de difusión propio desde 1856, elTeatro lírico–español, conocido como de la “Zarzuela”, quecompite con la programación de ópera del Teatro Real. Lascapas más cultas y acomodadas de la ciudad compaginanambos espectáculos y músicos, libretistas y empresariosapuestan por la zarzuela. Esta coyuntura favorable permitevivir a la misma en esos años momentos muy brillantes.Sin embargo, parece que coincidiendo con la Gloriosa,la zarzuela da muestras de entrar en un momento de crisisque se refleja en la alusión continua al problema en laprensa periódica y en un desplazamiento de ciertos sectoresdel público hacia otro tipo de espectáculos con música.Los cambios genérales del país repercuten en las pautas deocio y en sus formas de expresión.En las décadas centrales del siglo, lo que varió en lasgrandes ciudades españolas fueron las condiciones de lavida urbana. Un crecimiento demográfico notorio y continuotransformó el perfil urbano nacional y modificó gradualmentelas pautas de diversión y esparcimiento social. Una poblaciónjoven, femenina y masculina, llegó a la ciudad y se instalóen ella. El proceso fue muy semejante en todas las ciudadeseuropeas. La regulación del trabajo en la ciudad creóunos espacios de ocio propios, liberados del trabajo productivoen el despacho, el taller, la tienda… Un mayor númerode personas tuvo deseos y necesidad de divertirse.A finales del siglo XIX, la capacidad de atraer hacia losespectáculos musicales a ese cada vez mas amplio públicoestaba en relación directa con la posibilidad de aligerar laszarzuelas, hacerlas más breves, abaratar el precio de lasentradas y ofrecer al público una amplia oferta de sesionesEmilio Arrietadiarias. Es el ensayo que un grupo de actores pone en marchaen Madrid en 1868 en un pequeño teatro de la ciudad,El Recreo. En poco tiempo la tentativa se revela como unmedio eficaz para sacar a la zarzuela de su bache.El ensayo pasa de las pequeñas salas a los teatros degran aforo, como el Variedades, y en unos años sepresenta como una alternativa cultural en la ciudad.Se va definiendo como una forma de ociomuy adaptada a las posibilidades de la vidaurbana en Madrid, Barcelona, Valencia. Vaganando teatros, atrayendo a compositores,libretistas, actores, cantantes, empresarios.Al terminar el siglo, arrolla conun intenso empuje y ocupa casi todaslas salas teatrales de Madrid. A la parmantiene un teatro de referencia, elApolo, y una red de teatros de veranoque estrenan o repiten durante el estíolo que fue un éxito de temporada enlas salas teatrales durante el invierno.Al mismo tiempo, las zarzuelas cortasvan creando un repertorio de temas ymúsicas que filtran el aire de la realidad,muy en boga en toda Europa por esosmomentos. Ya no hablan de mitos, de fábulasni de grandes pasiones sino que hacen de lavida diaria su tema de inspiración. Pequeñasanécdotas, tejidas en general de manera muysuperficial, acercan el teatro a la calle y la calle alteatro en un fenómeno de retroalimentación muycaracterístico. La música de las obras más logradas se difundepor las calles a través de los pianos domésticos y de losorganillos y se toca en los innumerables cafés con músicaque había en las ciudades. El efecto multiplicador de todosestos elementos va dando a la zarzuela un predominio culturalcomo forma de ocio colectivo.Un fenómeno cultural de gran envergadura, en el queestán implicadas muchas personas que viven y alimentanesa industria del ocio urbano —ya muy moderna— con formasnuevas de organización y producción. Primero unplantel de compositores que alternan la zarzuela grandecon la chica, unos actores y cantantes que pasan de unas aotras sin problemas, unos teatros, que en Madrid de 1887 a1910 se dedican con exclusividad al género chico, y unosempresarios o promotores que invierten en el teatro lírico,con preferencia en el género chico.Cuando Ruperto Chapí retorna a Madrid en 1880, trasuna estancia de dos años en el extranjero para perfeccionarsu formación, todo este proceso está en marcha. Precisamentees esa fecha la que Deleito y Piñuela elige comofecha de inicio del género chico. Ello parece indicar que unambiente, que el compositor había dejado en crisis y plagadode posibilidades, está ya dando respuesta a esa crisiscon nuevas propuestas que han dejado de ser experimentalespara convertirse en una realidad teatral. Lo que empiezaen 1880 es —citando la cronología de Deleito— el momentode expansión de la zarzuela chica que culminará unosaños más tarde con su triunfo.Chapí viene muy decidido a continuar la obra de susilustres predecesores, Barbieri, Oudrid, Arrieta, y a componerobras que añadan nuevos éxitos a la zarzuela clásica.Tiene incluso en mente un proyecto de opera nacional. Sin
D O S I E RRUPERTO CHAPÍInstituto Complutense de Ciencias MusicalesBiblioteca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madridembargo, encuentra una ciudad donde los críticos se resistena aceptar el género chico pero los compositores y loslibretistas están ya colaborando con él.No abandona sus empeños ni los abandonará en todasu vida. Estrena La tempestad (1881), El milagro de la Virgen(1884) y La bruja (1887), recibidas con expectación porla crítica que le señala como al continuador de la zarzuelagrande. Al mismo tiempo, empieza a componer para elgénero chico y entra en conexión con el teatro Apolo quesería, con un breve paréntesis de ruptura, el escenario demuchas de sus obras.En años sucesivos, su línea de creación será la misma.Pasar de un campo a otro, dejando tras de sí una estela desolvencia y de calidad. En ambas esferas creó un estilo propioy original que aportó ideas y pautas que sobrevivierontras su desaparición.En el momento en que Chapí trabajaba, el público urbanode Europa y de una gran parte de la joven América seencandilaba con la opereta, sobre todo la de inspiración centroeuropea.Se estaba empezando a crear una homogeneidaddel gusto en el que esa forma de teatro lírico, ligera, esfumada,podía convertirse en un lenguaje universal. En Londres,París, Viena las pautas culturales de la burguesía y la pequeñaburguesía urbanas se aproximaban. Ruperto Chapí acercola zarzuela nacional a ese lenguaje internacional sin dejar deimprimirle un sello original. Cuando por esos mismos añossalió a los medios culturales un debate muy propio de lamodernidad: el conflicto entre alta y baja cultura, Chapí loresolvía coherentemente con su propia obra.El compromiso con la realidadSorprende observar que Ruperto Chapí, sin renunciar nuncaa la idea de crear una ópera nacional ni dejar de componerzarzuelas grandes y pequeñas para un público cada vezmás numeroso, pudo dedicar una parte de su actividad aorganizar la Sociedad de Autores. En ello, debió jugar unpapel central su trabajo constante de proveedor de piezasmusicales para los teatros de Madrid y su visión desde dentrode los cambios que se estaban produciendo en el consumocultural urbano. Ambos factores le permitirían vislumbrarla importancia que la producción musical iba a teneren la sociedad contemporánea.Cuando Chapí se incorpora a la vida teatral madrileña,autores y músicos vivían mediatizados por los editores queadquirían directamente las obras a los creadores y lasexplotaban comercialmente. A fines de siglo, había enMadrid varias casas editoriales y de ellas la de Florencio Fiscowichera la más importante. Como los materiales deorquesta eran muy caros, los editores copiaban las obrasque a su juicio iban a tener éxito y alquilaban a las empresasteatrales un número determinado de éstas por una cantidadalzada. Con ello se fueron creando archivos musicalesdispersos por todas las ciudades españolas.Poco a poco, Fiscowich fue monopolizando y reuniendoel archivo más importante en Madrid y atrayendo a sueditorial a casi todos los compositores en activo. Por mediode contratos muy simples, los músicos le vendían, cedían ytraspasaban a perpetuidad el derecho exclusivo de reproducciónde las obras compuestas hasta el momento del contratoy de cuantas escribieran en lo sucesivo. A cambio,recibían una cantidad en pesetas que variaba según la categoríadel autor. Fiscowich se ocupaba de llegar a un acuerdocon los teatros, les alquilaba los papeles de música yfijaba las condiciones según cada caso concreto. De estamanera, el editor ejerció un monopolio que funcionó bastantebien. Los teatros y hasta cierto punto los autores estabansatisfechos porque regularizaba una situación que hastaentonces había sido más anárquica.Cuando, a partir de la década de los ochenta, la expan-111