ACTUALIDADALEMANIAACTUALIDADINTERNACIONAL40Piltrafas para VerdiVIOLETTA Y EL RUFIÁNKomische Oper. 23-XI-2008. Verdi, La traviata. Sinéad Mulhern, Timothy Richard, Aris Argiris.Director musical: Carl Saint Clair. Director de escena: Hans Neuenfels.Sinéad Mulhern y Timothy Richard en La traviata de Verdi en la Komische Oper de BerlínHans Neuenfels, el niñoterrible de la ópera, se haatrevido ahora con Latraviata. Por si hiciera faltaalgo a esta obra maestra,le ha añadido un personajemudo, encarnado porChristian Natter, una suertede rufián, un joven elegante,suave a pesar de sus mangasde cuero. En el primer preludioaparece vestido comopersonal de servicio y,durante la gran aria, atormentaa Violetta, demostrandoel poder que tiene sobreella. Ve en Alfredo a un rivalque le estropea la faena, lodesprecia y lo desafía a unduelo a cuchillo. La débil ymórbida Violetta tiene con élun vínculo ambiguo: es suboss pero también su protectory su compinche. ¿Acasosu gigolò? Todo lo estropea.En la fiesta de Flora le cortanel corazón y lo sirven enbandeja como trofeo en ladisputa de Alfredo y elBarón, que hunden sus uñasen la sangrienta piltrafa paraapoderársela. En el últimoacto aparece con una enormecabeza de animal, elpecho sangrante y dos grandestestículos colgando delBERLÍNpantalón, queriendo abrigara Violetta con un ampliomanto. Viendo que ella semuere y su negocio se frustra,se los corta, mientrassuena en la calle la algarabíadel carnaval parisién.La escenografía de ChristofHetzer es un espaciovacío y negro, con pisosespejeantes y un plafónmetálico, que hace juego conabundantes discos de metalcorroído, Dios sabe con quéfunción. El coro, vestidoestrafalariamente por ElinaSchnitzler, abunda en noviasblancas y negras, señorasencinta y un recién nacidotambién sanguinolento, amenizandolas fiestas como uncortejo fúnebre. El niño esacunado al ritmo del brindis,acaso significando que laprotagonista carece de familiay de hijos. El señor Germontes un caballero cojocon pezuñas y una cruz alcuello, al cual Violetta learranca la peluca, la cuelgade un gancho y le lava los¿pies? como una fulana.Sinéad Mulhern cantó elprimer acto con dificultadesde agudo y coloratura y lospasajes líricos con íntimaemoción. Hasta llegó a conmoveren el concertante, delbrazo del Barón, con unminivestido de plástico rojo,entre antorchas de duelo queiluminaban un catafalco querezaba “Soy una puta”. Alfinal, ese sarcófago de mármolfue su lecho de muertedonde recitó con autoridad,falló en los pianissimi peroafinó bien. Reapareció Germont,borracho perdido (yaen lo de Flora empuñabauna botella de aguardiente).Aris Argiris lo cantó conpotente y viril voz de barítonoque poco parecía la de unculpable. Timothy Richardfue un Alfredo de mediososcuros, impulsivo en lacabaletta, descolorido y chatoen lo demás. Carl SaintClair dirigió a la alemana,inexacto de ritmo e insensible.El coro (Robert Heimann)hizo lo que pudo,marcado como una comparsade marionetas. Hubo unúltimo instante, por fin, poético:un disco mostró la antiguaimagen de Violetta y elplafón se doró con la luz deun nuevo sol.Bernd HoppeMonika Rittershaus
ACTUALIDADALEMANIA / AUSTRIADiablos y marionetasIMÁGENES MEDIEVALESBerlín. Deutsche Oper. 30-XI-2008. Wagner, Tannhäuser. Nadja Michael, Torsten Kerl, Markus Brück, Reinhard Hagen.Director musical: Ulf Schirmer. Director de escena: Kirsten Harms.Con su Tannhäuser en laÓpera Alemana hacumplido KirstenHarms su trabajo más importante.Sugestivas imágenesbajo una mágica luz aparecieronsobre un escenariocambiante (diseño: BerndDamovsky), que subía obajaba o se convertía en unanfiteatro. Ciénaga de vicios,purgatorio, torneo caballerescoy hospicio de terminalesse sucedieron como cuadrosalternativos. De un telar surgíanseres infernales o marionetascaballerescas con armadurasde plata. Tannhäuseres, al principio, una suerte deastronauta, alguien extramundanoque se hunde en elMonte de Venus buscando laplenitud. Desnudas, Venus ysus chicas, Loreley rubia ytetonas apetitosas, pululancomo en una piscina. Él yella se unen en una mesapelada con algo de sarcófagoy todo es tan asfixiante queresulta lógica la huida delprotagonista hacia otra parte.El valle del castillo es elpurgatorio flamígero dondelos peregrinos pagan susNadja Michael y Torsten Kerl en Tannhauser de Wagnerpecados, agitando los brazosy cantando entre vaporescárdenos y luces ígneas. Loscazadores cabalgan comohacia un torneo. La disputade los cantores pasa en unasala con el coro en una tribunay un vestuario que ironizalos rasgos de la época. Unaluz cálida cae sobre la alegríade los colores. Elisabethparece la rubia Venus conuna túnica blanca y lisa.Mientras Tannhäuser canta alamor carnal, ella se adorna lacabellera con una guirnalday lo seduce con su cuerpo.Ambos suben a una mesaque se eleva, evocando laM. Hornmesa anterior, en tanto lagente se asciende sobre lafuga de los peregrinos por elpurgatorio.El último acto pasa en unhospital donde Elisabeth eshermana de la caridad yatiende a los enfermos. Rezacon la esperanza de que suamado vuelva de Roma y caemuerta al suelo, donde Wolframla cubre de salmuera.Cuando la ve Tannhäuser,ella resucita y se convierteen Venus.Nadja Michael hizoambos personajes femeninos.Como Venus dio la corporeidadque encarna la tentación,desnuda y salada.Como Elisabeth fue leve y defuerte sentimiento. Vocalmentesonó corta y ásperade agudos, demasiado pesadaen general, aunque en Elisabethestuvo sorprendentementecálida y sensible. En laplegaria hubo momentos debella ligereza. Torsten Kerl,en el protagonista, actuóindispuesto pero compusocon validez su parte. MarkusBrück propuso un Wolframdulce sin sentimentalismo,en especial durante su célebrecanción de la estrellavespertina, donde tambiénmostró problemas de afinación.Reinhard Hagen equilibrócon pregnante dicciónuna vocalidad desigual. Elcoro (William Spaulding),aumentado con el de la ÓperaAlemana, sonó suntuoso eimperial en la marcha yextraterrenal en el himno delos peregrinos. Ulf Schirmercondujo la orquesta con cultaminucia, esplendor patéticoy, en su caso, ascéticainterioridad.Bernd HoppeKirill Petrenko dirige la ópera más autobiográfica de Richard StraussTRAPOS SUCIOSTheater an der Wien. 13-XII-2008. Strauss, Intermezzo. Bo Skovhus, Carola Glaser, Oliver Ringelhahn, Gabriela Bone, AndreasConrad. Director musical: Kirill Petrenko. Directores de escena: Axel Weidauer y Thomas Wilhelm. Decorados: Henrik Ahr.VIENAUna anécdota en torno auna carta recibida porerror (lo que condujo aun ataque de celos de sumujer Pauline, e incluso ala idea del divorcio) inspiró aRichard Strauss para la óperaIntermezzo (1924), de la queél mismo escribió el libreto.Esta “comedia burguesa coninterludios sinfónicos en dosactos” no tuvo, ni entoncesni ahora, demasiado eco,también porque el compositor,con cierta autocomplacencia,pensaba que un deslizen su vida cotidiana provocaríaun interés general. Locierto es que el autor bávarono podía reflejar una tramatan insulsa con los mismosmedios musicales y dramáticosde una tragedia griega(Elektra) o el cuadro degénero de una época (DerRosenkavalier).Lo mismo le ha ocurridoal director de escena ChristofLoy, quien después de varioscambios en el reparto —SoileIsokoski abandonó elpapel de Christine a causa de“fatiga vocal” una semanaantes del estreno— se marchóy dejó la terminación delmontaje a sus dos asistentes,que recibieron los aplausos yabucheos del público. Laproducción (sobre todo en loque respecta al decorado)refleja la crisis global de hoy:un suelo de parquet para elprimer acto, y en el segundoun escenario vacío que permitever las estructuras delteatro.Kirill Petrenko hizo quela Orquesta Sinfónica de laRadio de Viena se lucieraplenamente en los interludios,donde brilló todo el flujostraussiano, aunque cuidóa los cantantes en las partesen parlando. Carola Glaser,quien asumió a última hora ala protagonista femenina,dominó plenamente el agotadorpapel, que la obliga aestar más de dos horas enescena, en una tesitura nadafácil. Bo Skovhus confirió alirónico autorretrato queRichard Strauss hizo de símismo los rasgos de unhombre de mundo y tambiénde un héroe en pantuflas.Christian Springer41