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237 - Scherzo

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D D I S I C S O C O S SBACH-BLOWEvgeni Kissin, Colin DavisINTENSO Y PERSONALBEETHOVEN: Conciertospara piano y orquesta. EVGENIKISSIN, piano. SINFÓNICA DELONDRES. Director: COLIN DAVIS.3 CD EMI 2 06311 2. 2007. 179’.DDD. N PNSegunda grabación de Kissinen su nueva andadura con EMI.En esta ocasión, nada menosque con el ciclo completo delos Conciertos de Beethovenjunto a la Sinfónica de Londresy el veteranísimo sir Colin Davisa la batuta. Hace algunos años(1997) Kissin realizó una másque interesante grabación de losConciertos nºs 2 y 5 junto a Leviney la Philharmonia (Sony),que el firmante comentó conentusiasmo desde estas líneas.No sé si aquello fue el comienzode otro proyecto luego frustradopor la crisis discográfica.Lo cierto es que las muy interesantesperspectivas que ofrecióen aquella grabación el ruso —no siempre regular ni acertadoen sus interpretaciones, perosoberbio cuando lo está y saca arelucir su inmenso talento— seconfirman ahora en un cicloque tiene, en mi modesta opinión,un enorme interés. Trasescucharle repetidamente distintasobras de este compositor,uno tiene la sensación de que lamúsica de Beethoven va particularmentebien a la personalidadde Kissin, y los resultadosse corresponden con esa sensación.El inicio es un poco sorprendente,porque en el PrimerConcierto parece que la orquestase presenta con cierta timidez,como centrándose en ellado más amable del primerBeethoven (algo a lo que sirColin es proclive), pero prontose deja arrastrar por el nervio ybrío del ruso, que inmediatamenteimpone una energía queno deja lugar a dudas. El suyono es, como el de Brendel, unBeethoven que en sus principios(el caso de los dos primerosConciertos) tiende al sentidodel humor. Es, sin el menor átomode duda, un Beethoven enel que constantemente aparecenla violencia y el temperamentotormentoso. Eso es enteramenteplausible, aunque sin duda noserá para todos los gustos. Esun Beethoven que se asoma, ensu a veces generosa oscilaciónde tempo, al romanticismo. Kissin,sin embargo, despliega uncanto elegante y muy lírico(pero sin olvidar nunca losabruptos contrastes beethovenianos)en los tiempos lentos, yahí es donde se encuentra mása gusto su acompañante, decididamentelírico en su aproximación.Sorprende Kissin con untempo absolutamente frenéticoen el Allegro scherzando finaldel Primer Concierto, uno delos más vivos que he tenidoocasión de escuchar en estaobra. Pero lo defiende no sólocon su bien conocida brillanteztécnica, sino con la contundenciade una interpretación quetranspira una vitalidad contagiosa.Es la suya sin duda unavisión muy personal, y algunoencontrará algunos acentos ocambios de tempo excesivamenteexagerados. Desde luegonada que ver con las interpretacionesal uso, llámense éstasKempff, Arrau, Barenboim,Zimerman, Perahia, Pollini ytantos otros, además del ya precitadoBrendel. No, ésta es unainterpretación que a más deuno hará levantar las cejas poresos detalles, pero que, almenos a quien esto firma, haacabado cautivando por su fuertepersonalidad y su brillantísimay convencida realización,que consiguen una gran intensidady nervio. El Segundo Concierto,sin salirse de tales parámetros,tiene más humor y laconexión con la batuta parecetambién más sólida. Es casi unBeethoven juguetón, que continuamenteestá contrastando,sorprendiendo (aquí sí hay desparpajo)y, en este sentido, esmuy posthaydniano. Con serapasionado y con muchísimoscontrastes, Kissin no se arrebatatanto como Argerich (con Abbado,también DG), pero ofreceuna interpretación de muchísimosquilates, con un Adagioplagado de formidables maticesy de un cantable que no admiteperos. El finale, Allegro molto,está también tocado a un temporapidísimo, fulgurante, pero Kissinno pierde nunca la claridady a cambio nos devuelve a unaalegría insólita. El Tercer Conciertotiene una preciosa introducciónde sir Colin, y Kissinofrece una lectura poderosa,brillante, con gran riqueza decontrastes, sin buscar protagonismoexclusivo (la grabación,que no deja a la orquesta atrás,ayuda a ello), y la grandeza queconsigue en la cadencia, conuna transición posterior magistral,bien podría aplaudirlo elmismo Richter. En similaresparámetros se mueve el Cuarto,aunque aquí Kissin consigue sumejor momento en la desgarradaintroducción del segundotiempo, concebido por Kissincon extrema libertad (el tempotransformado aquí en un adagiodoliente, ominoso) que hay queaceptar si uno quiere disfrutarde la versión en su plenitud. Porel contrario, el rotundo Vivacefinal desborda energía. Magníficala épica, grandiosa lecturadel Emperador, siempre elegantepero decidida, brillante, todauna afirmación vital con granriqueza de contrastes y desplegadacon tanta energía comomajestuosidad.En resumen, una espléndidainterpretación de este architocadociclo, que perfectamentepuede situarse en la nóminade los más recomendables, ysin duda se encuentra entrelos mejores de los que hemosescuchado en los últimosaños. Hay ocasiones en lasque uno, comparta o no el criteriodel intérprete al cien porcien, debe rendirse (y disfrutarde lo lindo) ante la belleza einterés de la versión cuandoésta se construye y realiza consensibilidad, energía, criterio ysólida convicción. Ésta es unade ellas, sin la menor duda.Rafael Ortega Basagoitinada en París en 2006 bajo ladirección de Frank Ollu— es suprimera y hasta ahora únicaópera. De algo más de treinta ycinco minutos de duración sulibreto, basado en El flautistade Hamelin convertido en unministro que quiere librar a supaís de las ratas, es de MartinCrip y puede ser consideradocomo una parábola de la sociedadactual, de la política a lasactitudes frente a la inmigración.Sus papeles son asumidospor sólo dos voces femeninasque se apoyan en un conjuntode quince instrumentistas queasume un rol de enorme importanciasubrayando las partescantadas e interviniendo aveces casi como tales. Hay algode ritual en esta música deenorme eficacia —la sensaciónde concentración expresiva esabsoluta—, de gran hermosurapor momentos, que revela elcompromiso del autor con supropia obra y su capacidad deirradiación. Dance Figures —estrenada por la Sinfónica deChicago y Daniel Barenboim en2004— lleva el subtítulo deNueve escenas coreográficaspara orquesta y es una exquisitapieza con algo de ensoñaciónsonora en la que luce todala maestría del autor heredadade su maestro Olivier Messiaen.Lo aparentemente mínimo, losostenido en el aire alcanzaaquí una extraña fluidez quehace pensar en una forma muyespecial de danza —no en vanoel autor habla de la coreografíade Balanchine sobre Agon deStravinski como su pauta deinspiración. El texto de SometimesVoices —estrenada en Manchesterpor Kent Nagano en1996— proceden de La tempestadde Shakespeare y la piezajuega con el sueño de Calibanen un casi permanente pianissimoque desemboca en un tutticolosal —el propio Benjaminnos ayuda en sus notas al programa—y que muestra enagraz lo que luego daría de síuna obra más ambiciosa comoes Into the Little Hill. Las versionesson irreprochables.Claire Vaquero WilliamsBLOW:Anthems. CORO DE LA CATEDRAL DEWINCHESTER. THE PARLEY OFINSTRUMENTS. Director: DAVID HILL.2 CD HYPERION CDD22055 (HarmoniaMundi). 1995. 116’. DDD. R PMJohn Blow(1649-1708)fue a la vezmaestro ysucesor deHenry Purcell(1659-1695)en el panorama musical de laInglaterra de la monarquía restauradaen 1660. En este álbumse nos ofrecen catorce de losmás de cien anthems que compuso.La primera vez que salió almercado, Juan José Carreras75

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