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237 - Scherzo

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OPINIÓNAGENDAPrismasRAMÓN BARCEEn dos meses se me han muerto dosamigos a los que quería y admiraba demodo especial: mi paisano Camilo Gonsar,un extraordinario narrador, cuyo nombreera prácticamente desconocido más alláde los límites de Galicia, y Ramón Barce,que acaba de dejarnos. Los dos, que no seconocieron nunca, se parecían en algunascosas. Entre ellas en el saber, en el espíritude tolerancia y en la capacidad de hacerseentender por los demás. A esta última cualidadno sé cómo llamarla pero importa, ymucho, en el llamado día a día, sobre todocuando tu dedicación fundamental es escribiry comprender el sentido de este mundo.A Ramón lo conocí hace unos treintados o treinta y tres años. A lo largo de esetiempo hablamos mucho y de muchascosas. Era sutil e ingenioso, con un hondosentido de la ironía y una cierta ingenuidad,que no era fingida y que estaba presente,creo, en casi todos los aspectos de su existencia. En SCHERZOescribió unas cuantas veces, siempre artículos memorables. Yohubiera deseado que estuviera más presente aquí, pero creoque en los últimos diez años Ramón prefería estudiar y reflexionara componer y a escribir.Por supuesto, no sé cuantificar cuánto le debe la músicaespañola como compositor y como teórico. Pero sí sé que seservía de una prosa de una extraordinariatransparencia y fluidez, que era eruditopero nunca se dedicaba a apabullar con susconocimientos y que también era —y esome concierne de manera especial— unmaravilloso comentador de la literatura, queha dejado en sus alumnos del Instituto enque trabajó un recuerdo inolvidable. Estopuedo atestiguarlo porque he conocido aunos cuantos.Como Camilo —y esa es una de sus virtudesque debo resaltar— escribía parapocos, pero no por una absurda puntillosidadelitista sino porque los dos estabanconvencidos de que vivimos una profundísimacrítica de la expresión artística, cadavez más vencida por la marea de los falsosvalores, de la sordidez mercantilista —elculto al best-seller— y por esa estupidezhumana que ha estudiado tan bien el historiadorCarlo M. Cipolla.Los dos, mis dos grandes y queridos amigos, se han muertocon unas semanas de diferencia. En mi memoria tendré paraambos un hueco especial. Al lado de ese puñado de hombres ymujeres excepcionales a los que he tenido el privilegio deconocer, de admirar y de querer a lo largo de mi vida.Javier Alfaya4

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