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Policlínico Regional de San Luis / San Luis Regional Hospital106 |Policlínico Regional de San Luis / San Luis Regional Hospital
Desde entonces, su vida hizo un trueque. Cambió laescuela por la calle, por el trabajo. Sebastián ayuda asus papás con sus labores, y se dedica a lavar autos.“Mi mamá hace limpieza y mi papá, changuitas”, describe.Y en medio de las respuestas a las preguntasque le hacemos da cuenta de una experiencia de vidaque nada tiene que ver con sus 9 años. Como si fueraun adulto que, metido en el cuerpo de un chico, estuviesedándole pelea a la vida todo el tiempo parano dejar caer a su familia. Responde con rapidez a laspreguntas y tiene mucha iniciativa propia.El tema de la computadora se mete en la conversación.Y aquí se pone en evidencia uno de los fenómenosque se dieron en la Argentina con la disponibilidadde medios digitales en espacios públicos,como los locutorios y locales con computadoras conconexión a Internet. “Yo sé usar la ‘compu’, sí, desdelos 6 años. Íbamos al ‘ciber’ con mis amigos. Mi mamásabía darme 5 pesos y cargábamos 50 centavos cadauno, para jugar”, recuerda. Lo curioso es que “Seba” nosabe leer ni escribir, destreza que sí aprendieron sushermanos de 12, 15 y 17 años, aunque uno de ellosllegó sólo hasta 2° grado y hoy, como él, se dedica alimpiar los vidrios de los autos.“¿Y cómo jugás en la ‘compu’, si no sabés leer?”, preguntamoscon ingenuidad. “El otro día estuve aprendiendouna letras de un papelito, para unos juegos”,responde. Ahí se mete Patricia en la conversaciónpara alentarlo a dedicar un tiempo, mientras esté enel hospital, para aprender a leer y a escribir, aunquehoy el único incentivo sean los jueguitos del “ciber” ode las Classmate.Sebastián deberá pasar un largo tiempo aún en elhospital. “Lo van a operar porque los médicos quierensaber qué pasó en la cabeza después del golpe. A vecestiene dolores intensos y se olvida de las cosas”, explicaPatricia, mientras él asiente con la cabeza. Haceun par de “dribblings” más con la pelotita de tenis yse va por el pasillo, relatando en voz alta cada uno desus movimientos. Tal vez imagine que en cada piquey en cada salto se parece a “ese señor que juega tanbien, no me sale el nombre...” y que es, nada menos,que Emanuel Ginobili.| 107swers very quickly and has his own initiative.The topic of computers enters the conversation. And here we see evidenceof a phenomenon that occurred in Argentina with the availabilityof digital media in public spaces such as cyber cafes or placeswith connection to internet. “I can use the computer, yes, since I was6. We went to the cyber café with my friends. My mum used to giveme 5 pesos and we used 5o cents each to play”, he remembers. Acurious fact is that Seba cannot read or write, an ability that his brotherswho are 12, 15 and 17 did acquire, although one of them onlygot to 2nd grade and today, just like Seba, cleans cars’ windows inthe street.“How can you play with the computer if you cannot read?” we innocentlyask. “Some days ago, I was learning some letters from asheet of paper for some games”, he answers. Patricia interrupts theconversation to try to encourage him to dedicate some time, whilehe is at the hospital, to learn to read and write, although his onlyincentive are the games at the cyber café or on the classmate.Sebastián will have to spend a long time at the hospital. “He willgo to surgery because doctors want to know what happened inhis head after the knock. Sometimes he is in very intense pain andforgets things”, Patricia explains while he nods. He dribbles withthe tennis ball and he walks down the corridor, telling aloud everymovement he makes. Perhaps he thinks that in each bounce andeach jump he looks like “that man that plays very well, that I don’tremember the name…” and who is Manuel Ginobili.From a neighboring room, Lucas Fernandez (16) listens to our conversationwith Sebastián. His mother is sitting next to him, and heis focused on the netbook, while she tries to find something interestingon the room’s TV. Lucas convalesces after having his appendixremoved and uses the computer “to browse the net and chat withfriends”, he mumbles, upset at out interruption.“The computer has replaced the TV here for kids” Patricia points out,
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