e-Book PDF - Universidad de La Punta (ULP)

de un año si me va bien. Después, me gustaría seguirun terciario, tal vez enfermería”, se proyecta.Esta empleada de la Oficina de Turismo de El Volcánaprendió a usar la computadora cuando comenzó atomar clases y, aunque al principio se sentía un pocoamilanada, “no era tan difícil (asegura). Era más el temorde desconfigurar el equipo que de otra cosa”.Susana Fernández (34) también trabaja en el municipiode El Volcán, una localidad turística al norestede San Luis llamada así por el cráter de un volcánmuy antiguo. No pudo terminar el secundario por sumaternidad en plena adolescencia. Madre de cuatrohijos, al enterarse de la existencia del plan resolviósaldar esa deuda consigo misma. “¿Cómo no lo voy aaprovechar?”, se pregunta esta mujer que desde hace17 años vive en El Volcán.En esta zona puntana es una tarea complicada conectarsepor la red Wi-Fi gratuita del Estado, porque haymuchas quebradas y áreas escarpadas. Susana tieneuna PC en su casa, pero ahorra para comprarse unaantena que le permitirá subirse a la Red. Hasta queempezó el curso “nunca había tenido contacto conla computación”, recuerda. “Era algo raro, veía comoentraban al correo y navegaban por las páginas y noentendía”. Hoy desarrolla sus tareas en el Aula 1 a 1.“A mis hijos les gusta que estudie, me apoyan y mehacen tiempo para que pueda estudiar”, celebra estamujer con sus manos unidas como si acompañaranun rezo.“Mi hijo mayor me mandó a que venga a estudiar”,reconoce otra Susana, en este caso Coria (45), quienvive en El Volcán junto a su esposo, chofer de colectivos,y sus dos hijos de 19 y 12 años. Cuando vivíaen San Juan, su provincia natal, Susana abandonó elsecundario a los 14 años. “Me faltaba el incentivo porel lado de mis padres, que encima me mandaron atrabajar”. Una vez casada, se radicó junto a su familiaen este rincón puntano, donde hoy intenta recuperarel tiempo perdido yendo tres días por semana, entrelas 6 de la tarde y las 8 de la noche.La computadora tiene presencia en su hogar en laforma de una PC de escritorio, “de esas que dan por el| 61and is so nice that we could spend the whole afternoon talking to herand having mate.Carina started last year, and she has had plenty of time so far to thinkabout how to look for new horizons. “I want to finish high school, maybein a year, if everything goes ok. After that, I would like to go on tostudy to become a nurse”, she states.This lady who works at the Tourist Office in El Volcán and she learn howto use the computer when she began her courses and, although shewas a bit reluctant at the beginning, she assure that “it was not thatdifficult. I was more afraid of unsetting the device than anything else”.Susana Fernández (34) also works at the city hall of El Volcán, a touristcenter located northeast of San Luis and so called due to a very oldvolcano crater. She was not able to finish high school because ofher teenage pregnancy. She is a mother of 4 children, and when shefound out about the program, she decided to pay off her own debt toherself. “How could I not take advantage of this?” Susana, who haslived in El Volcán for 17 years, asks herself.In this area, connection to free wi-fi Internet provided by the Governmentis not easy due to the geographical location in the middle of ravinesand steep areas. Susana has a desktop computer at home, butshe is saving money to buy an antenna that will allow her to connectto the net. Up until she began the course, she “never had had contactwith a computer”, she remembers. “It was weird, I saw people accessingemails, and browsing pages and I couldn’t understand”. She nowdevelops her homework in the 1to 1 Classroom software. “My childrenlove the fact that I study, they support me and give me time to study”,she claims with her hands together as she was praying.“My older son forced me to come to study”, Susana Coria (45) tells.She lives in El Volcaán with her husband, who is a bus driver, and hertow sons who are 19 and 12. When she lived in San Juan, her nativeprovince, Susana dropped out of high school when she was 14. “I lackedmy parents’ encouragement; they also forced me to work”. Once