e-Book PDF - Universidad de La Punta (ULP)

Ambos son vecinos del barrio “Ignacio Vidal” y se convencieronel uno al otro para terminar el secundario,que abandonaron en 3º año. Ella quiere ser obstetra.“Me encantan los bebés”, dice entusiasmada y enseguidale pide a Santiago la netbook para mostrarleuna publicidad de bebés grabada en Unicenter, elfamoso centro comercial del norte del Gran BuenosAires al cual anhela ir alguna vez. Su compañero debanco prefiere imitar a un tío paterno: “Quiero ser military estudiar en el Ejército, en Córdoba”.Fin de la primera visita a un CID. Salimos del edificio yen la puerta espera una moto que podría haber salidode una película del director italiano Vittorio de Sica.Nos atrevemos a adivinar que esa moto, con vestigiosde pintura que aseguran que esos fierros alguna vezllevaron los colores rojo, o azul, o negro, es la que searmó Alan Roldán, el chico que volvió a la escuela yque sueña con estudiar algo relacionado a los motores.Casa de GobiernoEn el centro de la ciudad de San Luis está la vieja Casade Gobierno, la anterior a la nueva, que se inauguró el9 de julio en las afueras de la capital puntana. Y allí, enel edificio viejo y con varias refacciones y ampliacionesen su interior que desfiguraron el plano inicial, enel principal centro administrativo provincial, tambiénfunciona un CID. Y es uno de los que más movimientode personas registra cada día. Empleados públicos dediferentes reparticiones, policías, vecinos y jubiladosllegan a diario hasta el segundo piso de la Casa deGobierno para tomar sus clases.El espacio es reducido. Cuadernos, láminas y carpetasconviven con las computadoras y el mate, el otro granprotagonista que aparece en cada uno de los CID quevisitamos. Las computadoras están en dos hileras demesas paralelas a un ventanal que da a un pulmón demanzana interior de la Casa de Gobierno.Jimena Escudero (18) es la típica adolescente que va aestudiar y no deja ningún detalle sobre moda libradoal azar. Mientras estuvo en la secundaria repitió variasveces de año, hasta que le pasó la edad para continuarestudiando en el mismo lugar. “Mi mamá trabajaacá, averiguó cómo era y empecé otra vez. Dejé en el| 49each other to finish high school after dropping out in 3rd year. Shewants to become an obstetrician. “I love babies” she enthusiasticallyaffirms and she immediately asks Santiago for the computer to showhim a babies’ advertisement recorded at the Unicenter Mall, a wellknown shopping mall in the north of Buenos Aires, where she wantsto go in future. Her classmate prefers to copy a paternal uncle: “I wantto be a soldier and study in the Army, in Córdoba”.This is the end of the first visit to a Digital Inclusion Center. We leavethe building and at the door we see a motorbike that could have beentaken from a film by the famous Italian director Vittorio de Sica. Wedare to guess that the motorbike, which has traces of paint that assureus that some time before it was red, blue or black, belongs to AlanRoldán, the kid that went back to school and dreams about studyingsomething related to engines.Government HouseLocated downtown San Luis we find the old Government House, theone which preceded the new one inaugurated on the 9th of July 2010in the city’s outskirts. Inside the old building with several refurbishmentsand enlargements which have changed the original plan, inthe main provincial administrative center, we find a Digital InclusionCenter. It is one of the most visited every day. Public employees fromdifferent areas, police officers, neighbors and retired people come ona daily bases to the second floor of the Government House to attendtheir classes.The room is small. Notebooks, posters and binders coexist with computersand the mate which is another protagonist which shows upat every Center we visit. Computers are placed in two rows of tablesparallel to a window that opens to the inner courtyard of the Governmentshouse.Jimena Escudero (18) is the typical teenager who attends classes and