La Sonata <strong>de</strong>l CaminoPablo EspinosaEl camino avanza autónomo, como si al -gu na fuerza sobrenatural ja<strong>la</strong>ra <strong>de</strong>s<strong>de</strong> elotro extremo su expresión cansina <strong>de</strong> cin -ta b<strong>la</strong>n ca que se vuelve sepia, curva, ascien -<strong>de</strong> y <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>, y nunca termina su danzalenta, apaciguada.Des<strong>de</strong> lo alto <strong>de</strong>l carruaje, observamosese movimiento continuo como si en nues -tro asiento estuviésemos inmóviles y fuerael sen<strong>de</strong>ro amplio, frente a nosotros, el úni -co que tuviese movimiento.En un instante imperceptible, ya noes tamos en lo alto. Ahora vemos una ca -rrete ra, igualmente b<strong>la</strong>nca tornada a se -pia, que se mueve a mayor velocidad y nues -tro pun to <strong>de</strong> vista se parece a una pantal<strong>la</strong><strong>de</strong> cine.Las imágenes se suce<strong>de</strong>n sin or<strong>de</strong>n nicon cierto. No hay espacio, no hay tiempo.Los restos diurnos se mezc<strong>la</strong>n con <strong>la</strong> actividad<strong>de</strong> <strong>la</strong> mente mientras el cuerpo estáquieto.Cambian <strong>la</strong>s escenas <strong>de</strong> manera vertigi -nosa. Si estamos en una ciudad <strong>de</strong>termina -da y en una era antigua, <strong>de</strong> improviso nosubicaremos en otro lugar y en otro mo men -to <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia.Es <strong>la</strong> lógica <strong>de</strong> los sueños.El sonido sordo <strong>de</strong> cascos <strong>de</strong> caballoso bre el polvo b<strong>la</strong>nco <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l carruajenos anuncia que hemos llegado a algo. Nosabe mos qué, pero todo da <strong>la</strong> sensación <strong>de</strong>estancia.—¿Qué país es éste?, ¿qué idioma se ha -b<strong>la</strong> aquí? —pregunta Nannerl amodorrada.—Me han dicho que cuando vea queel camino se <strong>de</strong>tiene en polvo y no distingamoscon niti<strong>de</strong>z los árboles por causa <strong>de</strong>una bruma semi<strong>de</strong>nsa, bauticemos ese si -tio como Umbría —respon<strong>de</strong> Volfi <strong>de</strong>trás<strong>de</strong> <strong>la</strong>s cartas <strong>de</strong> póker habilitadas para ju -gar Solitario.—¿Umbría? Se me antoja para una pie -za a cuatro manos, tú y yo, con pasajes saltarines,mucha bruma, polvo b<strong>la</strong>nco y unmovimiento en bamboleo frente a una vi -sión b<strong>la</strong>nca y sepia que nunca <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> mo -verse: <strong>la</strong> Sonata Umbría.—Lo que tú <strong>de</strong>scribes con esa música,querida hermana narigona, no es este sitioen medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> nada don<strong>de</strong> estamos comoflotando, sino aquello que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace horas,¿o milenios?, teníamos frente a nuestros ojos:el camino. En cuanto mamá <strong>de</strong>spierte a pa -pá y nos cause mucha gracia <strong>la</strong> manera co -mo Ana María conmine a Leopold a bajarcon cuidado extremo el pianito que vienebamboléandose en <strong>la</strong> parte <strong>de</strong> atrás <strong>de</strong>l ca -rruaje, empezará a sonar, <strong>de</strong> tus manitas ro -llizas y <strong>de</strong> mis cortas fa<strong>la</strong>nges, <strong>la</strong> Sonata <strong>de</strong>lCamino, ¿me escuchas, hermana cairelitos?Pareces muda, pero sé que me oyes.—Por supuesto que te escucho, Volfi.De lo que no te has dado cuenta es <strong>de</strong> quees tamos sentados conversando en el fondo<strong>de</strong>l río.—¡Cierto! ¡Qué líquido más acariciantey cristalino! Hermanita cosquillitas, nosabía que podíamos hab<strong>la</strong>r bajo el agua.El sobrevuelo <strong>de</strong> una mariposa entre eseespacio elástico, lejos-cerca, lejos-cerca, ca -da vez más cerca, que unía <strong>la</strong> copa <strong>de</strong> los ár -boles con <strong>la</strong> superficie nudosa <strong>de</strong>l río, losme ció cálidamente.Algo parecido a un tic tac tic tac so -naba a lo lejos y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esa lejanía que tremo<strong>la</strong>bacomo un espejismo en el <strong>de</strong>sierto,vie ron c<strong>la</strong>ramente a un anciano quepasaba frente a sus ojos, y perpendicu<strong>la</strong>ral horizon te gritaba su nombre al viento:Feng Yieng Feng Yieng Feng Yieng. Y elsonido reverbe raba hacia lo alto, hacia <strong>la</strong>smontañas: Feeeeenggg Yiiiieeeeng FeeeeengYiiiieeeeng.Tenía aspecto <strong>de</strong> guerrero pero visto <strong>de</strong>cerca le bril<strong>la</strong>ba su sabia mansedumbre enforma <strong>de</strong> lágrimas bril<strong>la</strong>ntes que tomabancauce propio, como ríos, a través <strong>de</strong> <strong>la</strong>s arru -gas <strong>de</strong> su rostro, montado en los hombros<strong>de</strong> su alumno, que recibía sobre su rostro<strong>la</strong> cascada <strong>de</strong> lágrimas y hacía preguntas querecibían esta respuesta:‘‘No conozco <strong>la</strong> felicidad; restauro instrumentosmusicales y me muero <strong>de</strong> hambre.Soy muy viejo. Dentro <strong>de</strong> poco haráonce mil años que pa<strong>de</strong>zco <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida. ¡Den -tro <strong>de</strong> poco hará once mil años que reparo,en vano, lo irreparable! ¡Dentro <strong>de</strong> poco,hará once mil años que no muero <strong>de</strong> verdad!Aquí don<strong>de</strong> me ves, yo fui un león,fui el pabellón <strong>de</strong>l oído <strong>de</strong> una viuda. ¡Fuiuna nube rosada en <strong>la</strong> aurora! Fui un pan<strong>de</strong> uvas. Fui un pez marino. ¡Fui una pe que -ña frambuesa algo velluda entre los <strong>de</strong>doshúmedos <strong>de</strong> un niño!”.—¡Volfi, estás llorando!—Lo que ese anciano recita al viento so -bre los hombros <strong>de</strong> su alumno —respon<strong>de</strong>el niño— lo escribió mi amigo Pascal Quignard.De tan bello siempre me hace llorar.Cuando en nuestras pláticas se cue<strong>la</strong> <strong>la</strong> mú -sica, es <strong>de</strong>cir siempre, todas <strong>la</strong>s veces me sor -pren<strong>de</strong> con sinfonías po<strong>de</strong>rosísimas, co moel estruendo <strong>de</strong> <strong>la</strong> lágrima que <strong>de</strong>ja caer unageisha mientras está en posición <strong>de</strong> cuatropatas sobre el impoluto piso <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra.Siempre le he dicho a mi amigo Quignard—continúa, enjugando sus lágrimasel niño Volfi— que en lugar <strong>de</strong> ‘‘La lección<strong>de</strong> música” <strong>de</strong>bería titu<strong>la</strong>r a su re<strong>la</strong>to ‘‘LaSonata <strong>de</strong>l Camino”, pues es en el caminodon<strong>de</strong> el maestro Feng Yieng transmite susenseñanzas a su alumno, Pu Ya.—El camino, recuerdo que tu amigoSiddhartha Gautama puso nombre al ca -mi no: el Dharma —le hizo notar Nannerl.104 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
Volfi unió entonces sus <strong>de</strong>dos pulgaresa los índices, cerró aún más los ojos y se pu -so a improvisar sobre el pequeño piano <strong>de</strong>colores que Leopold había <strong>de</strong>positado a <strong>la</strong>oril<strong>la</strong> <strong>de</strong>l río.Una mariposa <strong>de</strong> colores cálidos le so -brevoló y se posó sobre su <strong>la</strong>rga cabellera.—¡Es el<strong>la</strong>, es el<strong>la</strong>! ¡Es Dalis! —danzabaAlejandra y le mostraba algunos acor<strong>de</strong>snuevos en el piano—. ¡Es el<strong>la</strong>! Y entonces<strong>la</strong> mariposa suavemente realizó una piruetallena <strong>de</strong> gracia y puso a palpitar sus a<strong>la</strong>ssobre <strong>la</strong> casaca carmesí <strong>de</strong> Volfi, exactamen -te junto a su corazón.Cliiiiiiickkkk, se escuchó el obturadory enseguida apareció sobre <strong>la</strong> mesita <strong>de</strong> no -che esa imagen impresa en papel fotográficoy al sonido <strong>de</strong>slizado digital siguió unalegre cántico conjunto <strong>de</strong> aves que cada ma -ñana revolotean sobre esa cabellera y esa ma -riposa, convertidas por gracia <strong>de</strong>l vuelo ensonrisas luminosas.—Vuelo, vuelo, ¡vuelo, Volfi, mira!,¡vuelo!—Hermanita pechugoncita, estamosvo <strong>la</strong>ndo. No nos ven ellos, pero parecenmuy animados con sus copas en <strong>la</strong>s manosy <strong>la</strong>s sonrisas en <strong>la</strong>s caras. Mira, ese re chon -chito <strong>de</strong> pelo <strong>la</strong>rgo que le dice cosas lindasen alemán a esa hermosa dama, se apellidaStockhausen. Me ha contado que escribe sumúsica mientras sueña y que mientras sue -ña, vue<strong>la</strong> y que ve a los <strong>de</strong>más exactamenteigual como lo vemos a él entre <strong>la</strong> multitud:en contrapicada.—¿Contrapicada, hermanito narigón?Eso no es contrapicada, estás tocando tu so -nata tirado en el piso, <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l piano ytus manos sobre el tec<strong>la</strong>do más bien parecengarzas. El<strong>la</strong>s sí que vue<strong>la</strong>n, hermanitonalgoncito.—No son garzas. Es un colibrí. Bueno,son dos: izquierdo y <strong>de</strong>recho, izquierdo y<strong>de</strong>recho. Mira, uno <strong>de</strong> ellos se posó sobremi codo izquierdo, que por <strong>la</strong> posición <strong>de</strong>lpasaje que estoy tocando en el piano, que -dó exactamente a <strong>la</strong> izquierda <strong>de</strong> mi corazón.El colibrí se <strong>de</strong>sdob<strong>la</strong>: son ahora dos.Uno <strong>de</strong> ellos se posa sobre <strong>la</strong> palma extendida<strong>de</strong>l niño. P<strong>la</strong>tican <strong>la</strong>rgamente.Cliiiiiick, el chirrido electrónico <strong>de</strong> <strong>la</strong>cámara se convierte en <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong>l colibrísobre <strong>la</strong> palma <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano <strong>de</strong>l niño.De <strong>la</strong>nte <strong>de</strong> <strong>la</strong> fotografía impresa, Chabe<strong>la</strong>Wolfgang Ama<strong>de</strong>us Mozart y su hermana María-Anna, en dos retratos atribuidos a Prieto Antonio Lorenzoni, 1763observa con sus hermosos y mágicos ojosver <strong>de</strong>s y maúl<strong>la</strong>.—No te has dado cuenta, Volfi, peroCha be<strong>la</strong> ya enseñó a hab<strong>la</strong>r gato a mamiy papi.—Es que Chabe<strong>la</strong> hab<strong>la</strong> humano, hermanitamullidita.Chabe<strong>la</strong> c<strong>la</strong>va entonces <strong>la</strong> mirada en al -gún punto entre el techo y el piso <strong>de</strong> <strong>la</strong> estan -cia y <strong>la</strong> distancia se vuelve elástica: lejos-cer -ca, lejos-cerca, cada vez más cerca.—¿Qué ve Chabe<strong>la</strong> que nosotros no po -<strong>de</strong>mos ver, hermanito panzoncito?—Le l<strong>la</strong>man magia, Nannerl. Así nadamás: magia.El camino se bifurca. Más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, enmedio <strong>de</strong>l bosque, en otras ocasiones quetransitaban este camino, siempre aparecíanpeligros acechantes. Presencias ominosasque, con <strong>la</strong> música acompasada <strong>de</strong>l casco <strong>de</strong>los caballos y los ronquidos <strong>de</strong> papi junto alni ño, se volvieron paisajes agradables.Don<strong>de</strong> habitaba el miedo ahora es unoasis don<strong>de</strong> flotan flores <strong>de</strong> loto, danza on -du<strong>la</strong>nte hacia arriba el humo <strong>de</strong>l inciensoy una parvada <strong>de</strong> aves completa un coro po -lifónico exultante y calmo.—Ave Verum Corpus. Así se l<strong>la</strong>ma, hermanitasonrientita.—¿Sabes, Volfi? De repente me ocurreque tengo <strong>la</strong> certeza <strong>de</strong> que estamos aquí,pero mi intuición me dicta que hay una di -mensión junto a nosotros que palpita, ¿note has preguntado, Volfi, por qué <strong>de</strong> re pen -te estamos en una ciudad y en un instanteimperceptible se l<strong>la</strong>ma <strong>de</strong> otra manera y hoyes pasado mañana?Sintió c<strong>la</strong>ramente Volfi cómo <strong>la</strong> sonrisa<strong>de</strong> <strong>la</strong> niña tenía <strong>la</strong> estructura exacta <strong>de</strong> loque acababa <strong>de</strong> escribir: el movimiento len -to <strong>de</strong> su Concierto 21 para piano. Se sintióflotar frente a esa sonrisa y cuando una fra -se musical, en esa atmósfera <strong>de</strong> paraíso, seconvertía en <strong>la</strong> siguiente, ya estaba p<strong>la</strong>ticandocon su hermana bajo <strong>la</strong>s aguas <strong>de</strong>lrío y en <strong>la</strong> siguiente frase tomaban un cafébajo el cielo <strong>de</strong> plumas <strong>de</strong> palomas <strong>de</strong> <strong>la</strong>p<strong>la</strong>za <strong>de</strong> San Marcos, en Venecia.—¿Qué hacemos aquí, Volfi, en plenocentro <strong>de</strong> Berlín?—Es que en <strong>la</strong> siguiente frase que es -cribí <strong>de</strong>l Concierto 21, retraté el momentoen el que abrimos <strong>la</strong> boca frente al asombro<strong>de</strong> los edificios que rascan el cielo y pueb<strong>la</strong>nahora <strong>la</strong> Potsdamer P<strong>la</strong>tz y exc<strong>la</strong>mamosjun tos, cuando <strong>de</strong>scubrimos el edificio queconstruyó mi amigo Renzo Piano: ¡esto no esuna ciudad, esto es una exposición <strong>de</strong>l arte<strong>de</strong> <strong>la</strong> arquitectura!, hermanita luminosita.Los edificios se recortan en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ci<strong>de</strong>z<strong>de</strong>l atar<strong>de</strong>cer: el c<strong>la</strong>roscuro suena: MúsicaMasónica. Volfi camina sobre el puente <strong>de</strong>Carlos, en el corazón <strong>de</strong> Praga y mientrasva en dirección <strong>de</strong>l castillo se encuentra conun hombre f<strong>la</strong>co y amarillo, enfundadoen un traje muy oscuro: <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong>beríaser para todos, <strong>la</strong>s puertas <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> -berían estar abiertas siempre para todos, re -petía el hombrecillo mientras se quitaba yse ponía su sombrero bombín.Y seguía su camino.Volfi también siguió caminando. Se ha -lló <strong>de</strong> pronto en el interior <strong>de</strong> una sa<strong>la</strong> <strong>de</strong>redacción, se sentó frente al papel en b<strong>la</strong>n-RESEÑAS Y NOTAS | 105
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