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Gonzalo Rojas - Revista de la Universidad de México - UNAM

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Adicción al olvidoLeda RendónVoy entre galerías <strong>de</strong> sonidos,fluyo entre <strong>la</strong>s presencias resonantes,voy por <strong>la</strong>s transparencias como un ciego,un reflejo me borra, nazco en otro,oh bosque <strong>de</strong> pi<strong>la</strong>res encantados,bajo los arcos <strong>de</strong> <strong>la</strong> luz penetrolos corredores <strong>de</strong> un otoño diáfano.Octavio PazTodos los días aparece nueva informaciónsobre <strong>la</strong> Red y sus efectos en los internautas.Las patologías re<strong>la</strong>cionadas con <strong>la</strong> adic -ción a este “salvaje oeste”, insta<strong>la</strong>do en <strong>la</strong>sentrañas <strong>de</strong> <strong>la</strong> mo<strong>de</strong>rnidad, son ya comunes.El ciberespacio es un circuito enloquecido<strong>de</strong> secuencias cerradas: en él vive<strong>la</strong> promesa <strong>de</strong>l paraíso terrenal que, paradójicamente,es el olvido y <strong>la</strong> ilusión <strong>de</strong> unasoledad asistida. Nunca estás solo, él estácontigo. La aparente indiferencia <strong>de</strong> losusuarios es sólo una máscara porque esta“fuente <strong>de</strong> experiencias” reivindica lo in -dividual a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> acción colectiva quese piensa autónoma por el po<strong>de</strong>r que, cree,le da <strong>la</strong> información. La <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> regíme -nes autoritarios, por <strong>la</strong> acción <strong>de</strong> <strong>la</strong> gente en<strong>la</strong>s re<strong>de</strong>s sociales, ha sido un espejismo. Alpo<strong>de</strong>r <strong>la</strong>s rebeliones le son necesarias parareafirmarse y así concentrarse en unas cuan -tas manos sirvientes <strong>de</strong>l dinero: el dios <strong>de</strong>lcapitalismo.Internet es un espacio más <strong>de</strong> control;el más hábil morirá en sus aguas y ce<strong>de</strong>rásu libertad. No es el paraíso que imaginamos,pero dicen que se parece. Nos promete,como a Fausto, que tendremos todoel conocimiento, pero <strong>la</strong> verdad es que só -lo nos c<strong>la</strong>sifica, apren<strong>de</strong> nuestras rutinas y,al final, simplifica nuestra vida y pensamien -to. Después nos ven<strong>de</strong> <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> autocontrol.Quizá nos haga olvidar los infortunios<strong>de</strong> <strong>la</strong> vida material, aligerará su carga en mo -mentos <strong>de</strong> espectacu<strong>la</strong>ridad extrema y <strong>de</strong>orgasmo visual, pero a cambio mol<strong>de</strong>aránues tro cerebro y modificará nuestro cuer -po. Resulta imposible coleccionar todos losdatos que a diario aparecen en torno a <strong>la</strong>Red. Las encuestas sobre <strong>la</strong>s costumbres <strong>de</strong>los navegantes proliferan como <strong>la</strong> hierbama<strong>la</strong> en temporada <strong>de</strong> lluvia y aportan da -tos que nos exponen.El mundo virtual se vuelve líquido: ina -sible, adaptable, fluye como los ríos y estáen movimiento perpetuo como el mar. Losjóvenes y los adultos experimentan una es -pecie <strong>de</strong> vértigo. Es posible no tocar dosveces <strong>la</strong> misma agua; estamos en movimien -to perpetuo. La Red oculta <strong>la</strong> verdad o, co -mo el oráculo <strong>de</strong> Tebas, <strong>la</strong> ofrece medianteacertijos, pero nunca <strong>la</strong> abarcará totalmen -te, no <strong>la</strong> posee y, en muchos casos, es incapaz<strong>de</strong> c<strong>la</strong>sificar<strong>la</strong>. Quizá sólo si se vuelveorgánica —programada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el ADN—logremos ir más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong> respuesta progra -mada, pero para eso falta mucho. Apren -<strong>de</strong>mos su lenguaje cifrado y leemos al mun -do bajo estos mismos códigos. La i<strong>de</strong>a esarrastrarse en <strong>la</strong> oscuridad y <strong>de</strong>scubrir los<strong>de</strong>seos ocultos, <strong>la</strong>s pulsiones y <strong>la</strong>s obsesionespara contro<strong>la</strong>rnos mejor.Internet nos habita y limita <strong>de</strong> manerapermanente. Pocas veces nos da lo que real -mente queremos; es muy parecido a cuandoasistimos a una p<strong>la</strong>za comercial y terminamoscomprando lo que no necesitamos. Co -leccionamos instantes que se <strong>de</strong>rraman ynos impulsan a seguir, porque el vacío es elobjetivo. La Red es <strong>la</strong> droga legal <strong>de</strong>l mo -mento. Por eso cada vez se necesita más me -moria y velocidad en los aparatos. “La manchavoraz <strong>de</strong> <strong>la</strong> mo<strong>de</strong>rnidad” nos da todo ynos lo condiciona al mismo tiempo. Loscursos en línea proliferan y prometen lo queno pue<strong>de</strong>n cumplir porque los recursos mul -timodales no han sido suficientemente ex -plo rados; mucho menos explotados por es -tos nuevos espacios <strong>de</strong> educación virtual,que se quedarán cortos si no utilizan sonido,imagen y escritura.Este espacio se convertirá en una zona<strong>de</strong> guerra contro<strong>la</strong>da por los más po<strong>de</strong>rosos:aquellos que engendren objetos (virtualesy tangibles) <strong>de</strong> <strong>de</strong>seo universal, peroúnicos por su capacidad <strong>de</strong> impactar al in -dividuo en solitario. Vivimos <strong>la</strong> dictadura<strong>de</strong> <strong>la</strong> comunicación, experimentamos el sue -ño permanente <strong>de</strong>l contacto y nos disolvemosen <strong>la</strong> mirada <strong>de</strong> los otros. La Red nosvuelve vulnerables, somos sus juguetes; pi -<strong>la</strong>s biológicas que le inyectan energía. Enel futuro habrá arqueólogos digitales quese encargarán <strong>de</strong> reconstruir <strong>la</strong>s ruinas <strong>de</strong>una civilización que se absorbió a sí mismapor el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y control absoluto.Estamos siendo tragados por Internet, pe -ro <strong>la</strong> muerte será lenta y excitante. Ahora<strong>la</strong> inmovilidad es un pecado mortal. Nohacer nada significa sucumbir; se corre elriesgo <strong>de</strong> ser ap<strong>la</strong>stado por el incesante flu -jo <strong>de</strong> información. La soledad es difícil <strong>de</strong>lograr. La <strong>de</strong>sconexión es el <strong>de</strong>scanso quenecesitamos.RESEÑAS Y NOTAS | 109

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