Río subterráneoLa región oníricaC<strong>la</strong>udia GuillénLa Ciudad <strong>de</strong> México ha dado pie para quese lleven a cabo diversas manifestacionesar tísticas, quizá como una forma <strong>de</strong> enunciarsu propia diversidad. En el caso <strong>de</strong> <strong>la</strong>literatura hay muestras francamente contun<strong>de</strong>ntes<strong>de</strong> lo que esta gran urbe es capaz<strong>de</strong> provocar en los escritores y cómo ellos<strong>la</strong> dotan <strong>de</strong> una fisonomía por <strong>de</strong>más interesante.Es cierto, son célebres los re<strong>la</strong>tosque se han escrito alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> esta ciudad,como célebre es <strong>la</strong> antología Ciudad fantasma.Re<strong>la</strong>to fantástico <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad <strong>de</strong> Mé -xico (XIX-XXI), tomo I, que compi<strong>la</strong>ron losescritores Bernardo Esquinca y Vicente Qui -rarte para el sello Almadía. En el<strong>la</strong> encontramosun registro muy variado <strong>de</strong> voces quetoman como eje <strong>de</strong> sus re<strong>la</strong>tos los mitosque se han generado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> Conquista has -ta nuestros días en <strong>la</strong> Ciudad <strong>de</strong> México, yasí permiten al lector recrear una fisonomíapropia <strong>de</strong> esta ciudad. Sin embargo, en es -ta compi<strong>la</strong>ción nos topamos con una ciudadcasi onírica, una suerte <strong>de</strong> rompecabezascon una geografía in<strong>de</strong>terminada.El prólogo <strong>de</strong> este volumen apenas ocu -pa unas páginas. En él, los compi<strong>la</strong>doresex plican <strong>la</strong> importancia <strong>de</strong> unir en un li -bro estas historias que surgieron a par tir <strong>de</strong><strong>la</strong> observación <strong>de</strong> <strong>la</strong> gran urbe. Los na rra -dores que conforman esta antología echanmano <strong>de</strong> los mitos y <strong>la</strong>s leyendas que <strong>la</strong> hancobijado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tiempos muy lejanos. La <strong>la</strong> -bor <strong>de</strong> Esquinca y Quirate es notable pues,como sabemos, ambos han transitado poresta ciudad a través <strong>de</strong> su literatura y <strong>de</strong> supropia experiencia. Así, Ciudad fantasmain tegra <strong>la</strong>s voces <strong>de</strong> Artemio <strong>de</strong>l Valle Arizpe,José María Roa Bárcena, Alfonso Reyes,Salvador Elizondo, José Emilio Pacheco,Sergio González Rodríguez, Rafael PérezGay, Mauricio Molina, José Ricardo Chávez,Héctor <strong>de</strong> Mauleón, Alberto Chimal,Ignacio Padil<strong>la</strong>, Rodolfo J. M., <strong>Gonzalo</strong> Sol -tero y Bibiana Camacho.Estos quince escritores cuentan con per -files muy diferentes entre sí, como varios sonlos perfiles que ha mostrado esta ciudad <strong>de</strong>s -<strong>de</strong> su fundación. Tal vez podríamos <strong>de</strong>cirque se trata <strong>de</strong> una geografía sinuosa <strong>de</strong> estaciudad, pues los autores son “vigías”. Al acer -carnos a alguno <strong>de</strong> los textos encontraremosen algún recoveco <strong>de</strong> nuestra memoria que<strong>la</strong>s historias que nos narran nos son familiares.La calidad <strong>de</strong> estos re<strong>la</strong>tos es impecable.Detal<strong>la</strong>n puntualmente <strong>la</strong>s historiasvividas por sus personajes. De igual forma,con gran eficacia recrean <strong>la</strong>s atmósferas ex -ternas e internas <strong>de</strong> los escenarios y <strong>la</strong>s sensacionesque se <strong>de</strong>spiertan en los diversosespacios. Con ello consiguen transferir allector ese profundo temor por lo <strong>de</strong>sconocido.Ese miedo que se ha trasmitido porgeneraciones y que alu<strong>de</strong> al respeto que te -nemos por <strong>la</strong> tradición mexicana. Me ex -plico: <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que esta ciudad está cargadapor sus propias historias <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> épocaprecolombina con el canto <strong>de</strong> La Llorona,por ejemplo, hasta nuestros días en don<strong>de</strong>los túneles <strong>de</strong>l metro se vuelven el espacioidóneo para un re<strong>la</strong>to, forma parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> tra -dición mexicana pues hay un apego a esafantasía que integra el imaginario colectivo.Y ese imaginario da cabida tanto a persona -jes como a historias que en otras <strong>la</strong>titu<strong>de</strong>sserían totalmente ajenas e incluso <strong>de</strong>scabel<strong>la</strong>daspero que para nosotros no lo son.Por el contrario, se erigen como parte im -prescindible <strong>de</strong> nuestra cultura nacional.A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> lo mencionado líneas arriba,hay que sumar como otro gran acierto<strong>de</strong> esta antología <strong>la</strong> capacidad que tuvieronEsquinca y Quirarte para integrar<strong>la</strong> comouna unidad. Me refiero a que si tomamosen cuenta que <strong>la</strong>s eda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> quienes participanen el<strong>la</strong> van <strong>de</strong>s<strong>de</strong> José María Roa Bár -cena (1827-1908), hasta Bibiana Camacho(1974), pues es c<strong>la</strong>ro que quienes llevarona cabo esta tarea realizaron una búsquedaseria para no <strong>de</strong>jar afuera a nadie que tu -viera algo que contarnos sobre “<strong>la</strong>s partesfantasmales” <strong>de</strong> este espacio citadino.No exagero al <strong>de</strong>cir que quienes formanparte <strong>de</strong> este tomo son autores indispensables<strong>de</strong> <strong>la</strong> tradición cuentística mexicana.Y que, más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong> temporalidad <strong>de</strong> losre<strong>la</strong>tos, <strong>de</strong> cada uno, todos poseen gran<strong>de</strong>scualida<strong>de</strong>s estéticas y literarias. Se trata, pues,<strong>de</strong> autores mexicanos que han transitadopor diversas tradiciones y que su imaginariopar te <strong>de</strong> <strong>la</strong> experiencia <strong>de</strong> haber vividoen <strong>la</strong> ca pital <strong>de</strong>l país, pues nos muestran esascalles, esos edificios y esos personajes comosi pa recieran estar impregnados <strong>de</strong> mitos ycomo si éstos semejaran una atmósfera in -dispen sable para el quehacer literario.Bernardo Esquinca y Vicente Quirarte (compi<strong>la</strong>dores), Ciu -dad fantasma. Re<strong>la</strong>to fantástico <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad <strong>de</strong> México (XIX-XXI), tomo I, Almadía, Oaxaca, 2013, 272 pp.108 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
Adicción al olvidoLeda RendónVoy entre galerías <strong>de</strong> sonidos,fluyo entre <strong>la</strong>s presencias resonantes,voy por <strong>la</strong>s transparencias como un ciego,un reflejo me borra, nazco en otro,oh bosque <strong>de</strong> pi<strong>la</strong>res encantados,bajo los arcos <strong>de</strong> <strong>la</strong> luz penetrolos corredores <strong>de</strong> un otoño diáfano.Octavio PazTodos los días aparece nueva informaciónsobre <strong>la</strong> Red y sus efectos en los internautas.Las patologías re<strong>la</strong>cionadas con <strong>la</strong> adic -ción a este “salvaje oeste”, insta<strong>la</strong>do en <strong>la</strong>sentrañas <strong>de</strong> <strong>la</strong> mo<strong>de</strong>rnidad, son ya comunes.El ciberespacio es un circuito enloquecido<strong>de</strong> secuencias cerradas: en él vive<strong>la</strong> promesa <strong>de</strong>l paraíso terrenal que, paradójicamente,es el olvido y <strong>la</strong> ilusión <strong>de</strong> unasoledad asistida. Nunca estás solo, él estácontigo. La aparente indiferencia <strong>de</strong> losusuarios es sólo una máscara porque esta“fuente <strong>de</strong> experiencias” reivindica lo in -dividual a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> acción colectiva quese piensa autónoma por el po<strong>de</strong>r que, cree,le da <strong>la</strong> información. La <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> regíme -nes autoritarios, por <strong>la</strong> acción <strong>de</strong> <strong>la</strong> gente en<strong>la</strong>s re<strong>de</strong>s sociales, ha sido un espejismo. Alpo<strong>de</strong>r <strong>la</strong>s rebeliones le son necesarias parareafirmarse y así concentrarse en unas cuan -tas manos sirvientes <strong>de</strong>l dinero: el dios <strong>de</strong>lcapitalismo.Internet es un espacio más <strong>de</strong> control;el más hábil morirá en sus aguas y ce<strong>de</strong>rásu libertad. No es el paraíso que imaginamos,pero dicen que se parece. Nos promete,como a Fausto, que tendremos todoel conocimiento, pero <strong>la</strong> verdad es que só -lo nos c<strong>la</strong>sifica, apren<strong>de</strong> nuestras rutinas y,al final, simplifica nuestra vida y pensamien -to. Después nos ven<strong>de</strong> <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> autocontrol.Quizá nos haga olvidar los infortunios<strong>de</strong> <strong>la</strong> vida material, aligerará su carga en mo -mentos <strong>de</strong> espectacu<strong>la</strong>ridad extrema y <strong>de</strong>orgasmo visual, pero a cambio mol<strong>de</strong>aránues tro cerebro y modificará nuestro cuer -po. Resulta imposible coleccionar todos losdatos que a diario aparecen en torno a <strong>la</strong>Red. Las encuestas sobre <strong>la</strong>s costumbres <strong>de</strong>los navegantes proliferan como <strong>la</strong> hierbama<strong>la</strong> en temporada <strong>de</strong> lluvia y aportan da -tos que nos exponen.El mundo virtual se vuelve líquido: ina -sible, adaptable, fluye como los ríos y estáen movimiento perpetuo como el mar. Losjóvenes y los adultos experimentan una es -pecie <strong>de</strong> vértigo. Es posible no tocar dosveces <strong>la</strong> misma agua; estamos en movimien -to perpetuo. La Red oculta <strong>la</strong> verdad o, co -mo el oráculo <strong>de</strong> Tebas, <strong>la</strong> ofrece medianteacertijos, pero nunca <strong>la</strong> abarcará totalmen -te, no <strong>la</strong> posee y, en muchos casos, es incapaz<strong>de</strong> c<strong>la</strong>sificar<strong>la</strong>. Quizá sólo si se vuelveorgánica —programada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el ADN—logremos ir más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong> respuesta progra -mada, pero para eso falta mucho. Apren -<strong>de</strong>mos su lenguaje cifrado y leemos al mun -do bajo estos mismos códigos. La i<strong>de</strong>a esarrastrarse en <strong>la</strong> oscuridad y <strong>de</strong>scubrir los<strong>de</strong>seos ocultos, <strong>la</strong>s pulsiones y <strong>la</strong>s obsesionespara contro<strong>la</strong>rnos mejor.Internet nos habita y limita <strong>de</strong> manerapermanente. Pocas veces nos da lo que real -mente queremos; es muy parecido a cuandoasistimos a una p<strong>la</strong>za comercial y terminamoscomprando lo que no necesitamos. Co -leccionamos instantes que se <strong>de</strong>rraman ynos impulsan a seguir, porque el vacío es elobjetivo. La Red es <strong>la</strong> droga legal <strong>de</strong>l mo -mento. Por eso cada vez se necesita más me -moria y velocidad en los aparatos. “La manchavoraz <strong>de</strong> <strong>la</strong> mo<strong>de</strong>rnidad” nos da todo ynos lo condiciona al mismo tiempo. Loscursos en línea proliferan y prometen lo queno pue<strong>de</strong>n cumplir porque los recursos mul -timodales no han sido suficientemente ex -plo rados; mucho menos explotados por es -tos nuevos espacios <strong>de</strong> educación virtual,que se quedarán cortos si no utilizan sonido,imagen y escritura.Este espacio se convertirá en una zona<strong>de</strong> guerra contro<strong>la</strong>da por los más po<strong>de</strong>rosos:aquellos que engendren objetos (virtualesy tangibles) <strong>de</strong> <strong>de</strong>seo universal, peroúnicos por su capacidad <strong>de</strong> impactar al in -dividuo en solitario. Vivimos <strong>la</strong> dictadura<strong>de</strong> <strong>la</strong> comunicación, experimentamos el sue -ño permanente <strong>de</strong>l contacto y nos disolvemosen <strong>la</strong> mirada <strong>de</strong> los otros. La Red nosvuelve vulnerables, somos sus juguetes; pi -<strong>la</strong>s biológicas que le inyectan energía. Enel futuro habrá arqueólogos digitales quese encargarán <strong>de</strong> reconstruir <strong>la</strong>s ruinas <strong>de</strong>una civilización que se absorbió a sí mismapor el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y control absoluto.Estamos siendo tragados por Internet, pe -ro <strong>la</strong> muerte será lenta y excitante. Ahora<strong>la</strong> inmovilidad es un pecado mortal. Nohacer nada significa sucumbir; se corre elriesgo <strong>de</strong> ser ap<strong>la</strong>stado por el incesante flu -jo <strong>de</strong> información. La soledad es difícil <strong>de</strong>lograr. La <strong>de</strong>sconexión es el <strong>de</strong>scanso quenecesitamos.RESEÑAS Y NOTAS | 109
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