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Gonzalo Rojas - Revista de la Universidad de México - UNAM

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Conversación con Julio EstradaMi imaginaciónes músicaAlejandra Gómez MacchiaCon motivo <strong>de</strong> <strong>la</strong> aparición <strong>de</strong>l libro Canto roto: Silvestre Re -vueltas, <strong>de</strong>l músico y musicólogo Julio Estrada, Alejandra Gó -mez Macchia conversa con el creador <strong>de</strong> Murmullos <strong>de</strong>l Páramoacerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> figura imprescindible <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong> Sensemayá, <strong>de</strong> <strong>la</strong>scomplejas re<strong>la</strong>ciones que Revueltas tuvo con su entorno, <strong>de</strong> sus in -fluencias musicales, así como <strong>de</strong> su vida personal.Vine a Temixco porque me dijeron que aquí vivía un talJulio Estrada.Lo busqué por seis años y hasta hoy lo encuentro.Lo busqué sin éxito porque <strong>la</strong>s señoritas que respon<strong>de</strong>nlos teléfonos son ma<strong>la</strong>s para recordar nombres. “No se -ñora, acá no trabaja ese señor. Tal vez se equivocó <strong>de</strong>escue<strong>la</strong>. Busque en <strong>la</strong> Superior <strong>de</strong> Música; segurito que sino es aquí, allá sí lo encuentra”. Y por tantas negativas,c<strong>la</strong>udiqué. Llegué a imaginar que Julio Estrada era unmito genial aunque había visto vi<strong>de</strong>os, leído libros y pa -sé cientos <strong>de</strong> horas escuchando su música.Quién sabe, pensé, quizá se cansó <strong>de</strong> que en este país<strong>la</strong> gente crezca y se vuelva sorda, y se fue a vivir lejosdon<strong>de</strong> habitan seres que nacen con los oídos abiertos.Cuando llegué a su puerta, y antes <strong>de</strong> atreverme aja<strong>la</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> ca<strong>de</strong>na que sostiene una campana que flotaentre <strong>la</strong> hiedra, recordé <strong>la</strong> primera vez que escuché sumúsica.La danza lo cruzó en mi camino…Estaba buscando <strong>la</strong> pieza perfecta para una rutinaen <strong>la</strong> que mi cuerpo <strong>de</strong>bía sacudirse telúricamente a cau -sa <strong>de</strong> un trueno. Necesitaba entonces que <strong>la</strong> música es -tuviera cargada <strong>de</strong> energía. Que fuera el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>ltrueno. Que fuera <strong>de</strong>sastre, belleza y movimiento.Mis compañeras <strong>de</strong> c<strong>la</strong>se insistían en que <strong>de</strong>bía montarlos pasos sobre una pieza cansina <strong>de</strong> Philip G<strong>la</strong>ss. Gra -cias, no. Las tonadas g<strong>la</strong>ssianas se han convertido en unrecurso facilista <strong>de</strong> <strong>la</strong> danza contemporánea. Elegir aPhilip G<strong>la</strong>ss es el lugar común en <strong>la</strong>s due<strong>la</strong>s.Días <strong>de</strong>spués, en <strong>la</strong> cafetería <strong>de</strong> <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> me en con -tré a un amigo que parecía como recién llegado <strong>de</strong>l infra -mundo. Era un contrabajista que todo el tiempo estabaen búsqueda <strong>de</strong> nuevos sonidos. “Ésta es <strong>la</strong> música quenecesitas”, dijo. Tomé <strong>la</strong> cajita entre mis manos y fui a<strong>la</strong> sa<strong>la</strong> para escuchar su propuesta.En <strong>la</strong> carátu<strong>la</strong> <strong>de</strong> un disco quemado <strong>de</strong>cía con letraspintadas <strong>de</strong> negro: Eua’on’ome. Pegué el oído a <strong>la</strong> bocinaque estaba al fondo <strong>de</strong>l salón y en ese momento supe quehabía hal<strong>la</strong>do <strong>la</strong> pieza idónea para <strong>la</strong> secuencia <strong>de</strong> danza.Volví al lugar don<strong>de</strong> <strong>de</strong>jé tomando café a aquel ami -go y, toda excitada, medio vo<strong>la</strong>ndo y medio danzando,le pregunté:—¿Qué es esto?—Es él.78 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO

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