Aun no estoy muerto

tiene una fantástica oportunidad de hacer grandes avances en Estados
Unidos…». Para mí, la lógica profesional de dejarnos el culo haciendo giras
durante la mayor parte del año es impecable. ¿La lógica emocional, personal,
matrimonial? Digamos que quizá no vea las cosas con tanta claridad en ese
ámbito.
La respuesta de Andy se podría resumir de la siguiente manera: «Bueno, si
haces eso, el próximo año a estas alturas no seguiremos juntos».
Concedo, por supuesto, que las personas tienen sentimientos. Pero lo que
siento yo es: Así es como me gano la vida. Y ahora que soy el líder de Genesis,
así también se ganan la vida otras personas.
Le explico a Andy —con cierta cautela— que cuando nos casamos, ella ya
sabía que mi trabajo era así. Que tengo que irme a menudo, en repetidas
ocasiones, para ganarme el pan. Le sugiero con delicadeza que sabía dónde se
metía. Pero lo mejor (insisto) es que una vez que Genesis haya completado esta
racha colosal de giras, no tendremos que hacerlo de nuevo. De verdad, estar
fuera durante la mayor parte del año no va a marcar la pauta del resto de
nuestras vidas. Se trata de conseguir que Genesis supere ese escollo, que
irrumpa en esos mercados más pequeños de Estados Unidos, para que la vida
se vuelva más sencilla.
Andy y yo acabamos de comprar una casa, Old Croft, en Shalford, cerca de
Guildford, en Surrey, que queda un poco más lejos de Londres de lo que
teníamos pensado en un principio. Situada entre serpenteantes carreteras de
campo, está casi al nivel de la casa de los padres de Peter. He pasado del final
de la línea al final de la carretera. Aun así, en estos momentos no soy ni mucho
menos rico. Dos años antes, en A Trick of the Tail Genesis comenzó a
reconocer a los autores de cada canción, de modo que recibimos derechos de
autor individuales. Pero incluso ahora, con … And Then There Were Three…,
todavía no gano gran cosa como compositor. Y aquí estamos, con una hipoteca
enorme y una joven familia que crece: Simon ya tiene un año y medio y Joely
cinco.
Otra razón para realizar todas estas giras es menos tangible, pero se
encuentra muy arraigada en mí por la educación que he recibido. A pesar de
haber evitado el detestable destino de trabajar en Londres, no por eso he
dejado de ser el hijo de mi padre. Soy el sostén económico de la familia y
tengo que salir a trabajar por su futuro. No para comprar una piscina con
forma de guitarra o un Rolls-Royce color champán, sino porque,
sencillamente, es mi responsabilidad.