Aun no estoy muerto

Mama en febrero de 1984, tras terminar la promoción de Against All Odds.
Simon y Joely siguen creciendo y son unos niños estupendos. Dicho esto,
soy partidario del trabajo duro, así que soy muy estricto con Simon y sus
ejercicios de matemáticas durante las vacaciones escolares. Solo para
motivarle, compro un escritorio y una silla a la antigua usanza, de estilo
victoriano, para su cuarto. Simon se sienta ahí, de espaldas a la ventana, e hinca
los codos ante su libro de álgebra mientras el sol brilla fuera. Lo siento,
colega, pensé que estaba siendo un padre responsable. Y el álgebra le va a
resultar útil más adelante en la vida, claro que sí.
En cuanto a Jill y yo, nos vamos asentando en una agradable vida hogareña
en común y ella apoya por completo mis compromisos laborales, que se
acumulan. Aunque llegan a ser, tengo que admitirlo, un tanto excesivos.
Desde mayo hasta finales del 84 produzco el álbum Chinese Wall de Philip
Bailey en el Townhouse de Londres; produzco Behind the Sun de Eric Clapton
en la isla caribeña de Montserrat; escribo y grabo casi todo mi tercer álbum,
No Jacket Required; y participo en la grabación de Do They Know It’s
Christmas? de Band Aid.
¿Por qué Philip Bailey quiere que le produzca el disco? Al parecer, soy el
tipo de moda. Además, los músicos de la sección de viento de Earth, Wind &
Fire le han contado cómo es trabajar conmigo. Philip y yo nos hemos visto
unas cuantas veces y, por fortuna, hemos dejado atrás esa infausta ocasión en
la que los representantes de EWF me tomaron por el traficante de drogas del
grupo.
Ocurrió en Nueva York, donde EWF tocaban en el Madison Square Garden.
Face Value aún no había salido, así que yo todavía no era ese «Phil Collins».
Pero como he trabajado con los Phenix Horns en el álbum me invitan al
espectáculo. Quedo con ellos para saludarlos antes en el vestíbulo del hotel
Parker Meridien, en la calle 56.
El primero que aparece es Monte White, el mánager de ruta y hermano del
líder del grupo, Maurice White. Enseguida llegan todos los miembros del
grupo, que se marchan en sus limusinas. Por fin aparecen los Phenix Horns,
que buscan el coche que les han asignado. Monte, entretanto, ha supuesto que
este inglés de aspecto sospechoso que merodea por ahí es el camello de los
Horns. Avisa a Don Myrick, saxofonista y líder de la sección, de que bajo
ningún concepto nadie salvo los Phenix Horns suba al coche. Pero cuando se
va, Don insiste en que los acompañe y yo acepto, aunque un tanto incómodo: es
sabido que los hermanos White llevan el negocio con mano de hierro.