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Aun no estoy muerto

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grandes amigos y cuidan de mí en los tiempos difíciles. También acabo<br />

pasando muchas sesiones ahí, algunas en compañía de Eric Clapton. Vive muy<br />

cerca, pero lo co<strong>no</strong>cí a principios de ese año cuando me encontraba en un<br />

estudio de Londres con John Martyn.<br />

Nos co<strong>no</strong>cimos así: John ha tocado con Eric y lo co<strong>no</strong>ce bien. Un día<br />

agotador durante las sesiones de Grace & Danger está buscando algo que, eh,<br />

le alegre el día y piensa que Eric puede ayudarle. John llama y pregunta si<br />

podemos ir a casa de Eric, en Ewhurst, que <strong>no</strong> queda lejos de Old Croft.<br />

Supongo que Eric se negaría: John es la clase de persona que tiene tendencia a<br />

quedarse más de la cuenta y encima <strong>no</strong> se le ocurre otra cosa que sugerir ir a<br />

pillar conmigo, un completo desco<strong>no</strong>cido.<br />

Así pues, quedamos en un pub de Guildford. Eric <strong>no</strong> tiene ni idea de quién<br />

soy, pero yo recuerdo haberme sentado con una pinta de Guinness frente a u<strong>no</strong><br />

de mis ídolos. Yo, tomando cervezas en el pub con el tipo al que he idolatrado<br />

desde que lo vi en el Marquee… Por desgracia, me temo que durante un<br />

tiempo Eric supone que solo soy un tipo que se dedica a acompañar a John<br />

cuando va a comprar droga.<br />

Pero a finales del 79 Eric y yo somos muy amigos. La amistad se fortalece<br />

en parte cuando u<strong>no</strong> de sus amigos, el compositor Stephen Bishop, a quien yo<br />

había co<strong>no</strong>cido en Los Ángeles durante una gira de Genesis, me da a co<strong>no</strong>cer<br />

Hurtwood Edge, la casa que Eric y Pattie Boyd, su mujer, tienen en Ewhurst.<br />

En estos días de perros del 79 tras haber perdido a Andy, desprovisto de las<br />

distracciones de Genesis, visito Hurtwood Edge casi a diario y a menudo paso<br />

ahí la <strong>no</strong>che. Me hago amigo de todos los colegas de los años adolescentes de<br />

Eric en Ripley, el pueblo donde nació. Solemos viajar en grupo hasta Londres<br />

para ver partidos de fútbol del Tottenham y el West Ham, aunque Eric es<br />

seguidor acérrimo del West Brom.<br />

Un domingo memorable, después de una larga sesión en un pub de Ripley,<br />

Eric <strong>no</strong> está en condiciones de conducir. He ido con él en u<strong>no</strong> de sus preciados<br />

Ferraris y tenemos que llevarlo a su casa. Él se monta en el asiento del<br />

pasajero, yo en el del conductor. Nunca he conducido un Ferrari. Eric dice que<br />

él se encarga de cambiar de marcha y que yo me ocupe del embrague, el fre<strong>no</strong>,<br />

el acelerador y el volante. Esto sería todo un desafío incluso si en Genesis <strong>no</strong><br />

me hubieran tenido prohibido conducir el Hillman Imp o el Mini Traveller. Es<br />

caótico y empiezo a sentir lástima por la precisa caja de cambios del Ferrari.<br />

Pero <strong>no</strong>s las apañamos para regresar a su casa y tanto el coche como yo<br />

respiramos aliviados.

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