Aun no estoy muerto

(aunque un poco pesado y que sale por todas partes) a Don Cabrón.
Como he dicho antes, el espectáculo comienza con basura por el suelo:
chapas de zinc, papeleras, periódicos arrugados. Tras el dúo de batería con
Ricky, el primer número es I Don’t Care Anymore, del álbum Hello, I Must Be
Going! Esa canción trata de mi primer matrimonio fallido y la compuse
cuando Andy y yo estábamos inmersos en los trámites legales. La letra, por
consiguiente, es cáustica, y la interpreto, como es debido, de mal humor,
abriéndome paso entre la basura dispersa por el escenario.
Pero ahora todo adquiere una resonancia nueva. La letra no tiene nada que
ver con Jill o nuestro matrimonio. Pero cuando doy patadas a esos periódicos,
al parecer estoy dando patadas a los tabloides.
Después de esa canción de apertura, me siento al borde del escenario en el
NEC de Birmingham y digo al público: «Escuchad, me da mucha vergüenza
hablar de esto, pero no creáis todo lo que leéis en los periódicos…». No sé si
eso tranquiliza a alguien, quizá ni siquiera a mí. En el teatro siempre me
dijeron: «Nunca pidas disculpas al público. Sigue con lo tuyo». Pero me gusta
pensar que hubo un ligero suspiro de alivio: «Gracias a Dios, ya ha soltado el
rollo».
Sin embargo, al introducir I Wish It Would Rain Down, de … But Seriously,
ofrezco mi versión de una parodia del comediante políticamente incorrecto e
intenso (e intensamente divertido) Sam Kinison (amigo mío, muerto dos años
antes). Trata de una pareja que va en coche y que discute por una antigua novia
del marido que acaban de ver. Mi lógica: solo soy yo, actuando un poco,
mostrando mi pasión por los cómicos, para dar paso a una canción de un
modo teatral. En mi ignorancia, no veo que esto recuerda en exceso a mi
situación actual. Que tal vez parezca que estoy bailando sobre la tumba de mi
matrimonio. Solo me muero de ganas de hacer reír al público o aliviar la
tensión que palpo en el ambiente. Para vergüenza mía, no entiendo que en estas
circunstancias es de mal gusto.
La gira por el Reino Unido termina, y con ella 1994, con ocho noches en el
Wembley Arena. Parece impresionante, y lo es en muchos sentidos. Pero el
público de Londres es un público aparte; en el mejor de los casos, siempre
tienen un poco esa actitud de «a ver si me impresionas». Pero ahora cada
noche hay una parte del público para quien soy el malo de la película.
En la primavera de 1995 reanudo la gira en Sudáfrica. Este último tramo se
llama The Far Side Of The World y también me va a llevar a Asia y América
del Sur. Desde el punto de vista profesional, las cosas van genial. Toco en