Aun no estoy muerto

Going On es un éxito en muchos países por todo el mundo (y una de las fuentes
favoritas para los samples del hip-hop). Pero estoy aprendiendo rápido que el
juego de producir tiene sus peculiaridades. Tal vez, después de todo, ser un
artista en solitario que se produce a sí mismo sea la solución más sencilla.
En la primavera de 1982, de vuelta en casa, en Old Croft, suena el teléfono.
«Hola, Phil. Soy Robert Plant». Aunque he sido fan de Plant y Led Zeppelin
desde siempre, desde su primer concierto en el Marquee de Londres, Robert y
yo no hemos llegado a conocernos.
Led Zeppelin se separaron a finales de 1980, tras la muerte de John
Bonham. Esa tragedia tuvo lugar apenas dos años más tarde de la muerte de
otro ídolo de mi adolescencia, Keith Moon. Poco después de su fallecimiento
estaba yo trabajando con Pete Townshend en Oceanic, en Twickenham,
ayudando con los temas de un artista de Nueva York al que estaba produciendo,
Raphael Rudd, un pianista y arpista excelente.
Por aquel entonces, Pete recorría los clubes nocturnos de Londres junto a
Steve Strange, que pertenecía al movimiento de los Nuevos Románticos. No se
encontraba en muy buena forma: pasaba las noches de juerga y los días los
dedicaba a recuperarse. Pete aún estaba durmiendo cuando llegué al estudio
para comenzar la sesión. Pero en cuanto se levantó, le agarré:
—¿Quién va a ser el batería de los Who? Porque a mí me encantaría.
—Ah, mierda, acabamos de pedírselo a Kenney Jones.
Mi oferta iba en serio y me sentí un poco decepcionado. Habría dejado
Genesis para unirme a Pete, Roger Daltrey y John Entwistle. ¡Hombre, es que
son los Who! Crecí escuchándolos. Me encantaba esa energía y sé que podría
haberlo hecho y que habría funcionado.
Privado de la posibilidad de tocar con un grupo de ídolos de mi infancia,
aquí se presenta Robert Plant para ofrecerme otra. Quiere que aparezca como
artista invitado en su primer álbum en solitario. Me envía un montón de
maquetas en las que toca Jason Bonham, y lo hace de maravilla. Es como
escuchar a su padre.
Jason y yo nos habíamos encontrado en varios conciertos de Genesis por el
centro de Inglaterra. Estaba en plena adolescencia y era fan nuestro. Más tarde
Jason me contaría que su padre le había hecho escuchar Turn It On Again,
lanzado poco antes de su muerte, y le había pedido que intentara tocarlo. Ni
siquiera se me habría pasado por la cabeza que John estuviera al tanto de mi
trabajo como batería.
Acepto al vuelo la oportunidad de seguir los pasos no de uno, sino de dos