Aun no estoy muerto

ecordatorio de una época más sencilla y pura. Es ese sonido auténtico lo que
estoy persiguiendo. Busco ese redoble concreto de Dancing in the Street, ese
ritmo específico de Standing in the Shadows of Love. Hubo tres grandes
baterías en la Motown y quiero emularlos a los tres. Benny Benjamin, Uriel
Jones y Richard «Pistol» Allen era baterías de jazz, y si eres batería puedes
notar que cada uno tiene su estilo. Quiero mostrarles mi respeto a todos ellos.
Me doy cuenta de que con You Can’t Hurry Love solo había rozado la
superficie. Quiero que la gente sepa que así es como Phil Collins toca la
Motown. Porque la conoce bien y la admira.
Por supuesto, la ironía es que cuando llega el momento de tocar esas partes
de batería, ni siquiera puedo sostener la baqueta con la mano izquierda. Así de
débil estoy. Me sujeto la baqueta a la mano con cinta. Como es obvio, no es lo
ideal. Por fortuna, aparte de los rellenos característicos de cada uno de ellos,
las partes son muy básicas, lo cual es uno de los motivos que explican su
encanto imperecedero.
Trabajando metódicamente todo 2009, acabamos grabando veintinueve
canciones. Como el álbum está más o menos terminado a principios de 2010,
en marzo vuelvo con Genesis. Justo cuando pensaba que me había escapado,
me vuelven a atrapar.
El grupo va a ser incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll de
Nueva York. Mike, Tony, Steve y yo viajamos, pero Peter no; está ocupado con
los ensayos de su gira por el Reino Unido. No exagero cuando digo que a
ninguno de nosotros le molesta demasiado su ausencia. Hace tiempo que nos
hemos acostumbrado a que su agenda es como es.
Además, me ha hecho un pequeño favor. Como Peter tiene compromisos
inevitables en otro lugar, nadie sugiere que el «reunificado» Genesis actúe en
la ceremonia. Como mi recuperación avanza a paso de tortuga, no quedaría
demasiado bien tocar la batería en público con una baqueta pegada a la mano.
Tres meses más tarde estoy de vuelta en Nueva York para recoger otro
premio: el anual Johnny Mercer Award en la gala de 2010 del Salón de la
Fama de los Compositores. Estoy contentísimo, sobre todo porque componer
canciones es algo que aprendí relativamente tarde. También estoy sorprendido:
no bromeo cuando, sobre la alfombra roja, digo a la BBC que al recibir la
llamada pensé que querían que entregara el premio, no que lo recibiera.
Todavía no estoy seguro de si lo merezco, y no existen demasiados clubes a
los que quiera apuntarme y que me aceptaran como miembro, pero con alegría
me uno al gremio de los compositores.