Aun no estoy muerto

Programme, una emisora de la BBC.
Al cambiar la música cambia la moda. Corre el año 1966 y voy a comprar a
I Was Lord Kitchener’s Valet, en Foubert’s Place, al lado de Carnaby Street, la
tienda más en boga. Acudo en busca de las prendas militares que visten las
figuras clave de la escena, en especial dos músicos de un grupo nuevo con el
que me he obsesionado. Eric Clapton y Ginger Baker son, respectivamente, el
guitarra solista, molón como nadie, y el batería, loco como una regadera, de
Cream, un trío que pasará a la historia como el primer supergrupo del rock.
Por esas ironías de la vida, descubro a Cream en el viejo y querido
Hounslow. Una noche de 1966 estoy esperando el último autobús en la parada
de Hounslow y oigo el sonido vertiginoso de un conjunto de blues que
retumba tras las paredes de un club del barrio llamado The Attic. Tengo quince
años y estoy escuchando a Cream tocar canciones que van a aparecer en su
primer álbum, Fresh Cream, que será lanzado a finales de año. Cómo iba a
imaginar que con el paso del tiempo me iba a convertir en gran amigo, músico
acompañante, productor y compañero de fiesta de ese guitarrista ya
incendiario.
Sí, por supuesto, 1966 es el año en el que Inglaterra gana la Copa del
Mundo. Pero para mí es un año clave por otros motivos: formo mi primer
grupo con unos compañeros de la escuela Barbara Speake. The Real Thing
somos yo a la batería, Philip Gadd a la guitarra, su hermano Martin al bajo y
Peter Newton de vocalista. En los coros están las dos chicas más importantes
de mi vida, Lavinia y Andy.
Somos niños estudiantes de teatro, acostumbrados a haraganear en clase y a
escuchar los últimos discos de los Beatles y los Byrds mientras estudiamos, y
nos dedicamos al grupo con cierto entusiasmo. Aunque con límites: no
viajamos ni damos conciertos mucho más lejos de Acton. Incluso East Acton
está fuera de nuestro alcance; para nosotros, estudiantes de teatro, es letal, al
igual que la zona del Faraday School, lleno a rebosar de chiflados a quienes
nada les gusta más que dar palizas a un muchacho del que han oído que a veces
lleva leotardos. El pobre Peter, que es negro, vive cerca de la estación de East
Acton, en la zona peligrosa. Por el color de su piel le pegan más a menudo y
con más saña.
Sin dejarse intimidar (o casi), The Real Thing absorbe la música soul y
Motown e interpretamos versiones de todo cuanto cae en nuestras manos. En
esencia, estamos fusilando el repertorio de The Action, ese grupo de mods de
ropa elegante que proceden de Kentish Town, al noroeste de Londres, y cuyo