Aun no estoy muerto

No menos problemática es la agenda de Peter, que al parecer va a estar muy
ocupada durante mucho tiempo. Se ha pasado treinta años intentando que la
gente olvide que fue el cantante de Genesis y reinventándose a sí mismo, un
proceso en el cual aún está inmerso.
Después de un par de horas persiguiendo corderos por el prado, decidimos
posponerlo y meditarlo. Otra vez. Aparte de lo agradable que es volver a ver a
viejos amigos, no hemos conseguido nada.
Tan pronto como Peter y su representante se marchan —seguidos por Steve
—, Tony, Mike y yo soltamos un suspiro y nos preguntamos de buen humor:
«¿Qué diablos acaba de pasar?». Nos reímos porque hemos sido incapaces de
hacer lo único que nos habíamos propuesto al quedar en Glasgow: salir de la
habitación con un sí o un no. Así pues, en ese ambiente familiar, abierto,
relajado, a tres bandas que habíamos creado a lo largo de veinte años como
trío, reconocemos lo obvio y metemos al cordero en la cama.
De hecho, estamos tan relajados que enseguida Tony, Mike y yo decidimos
que, ya que estamos aquí, ¿por qué no hacemos algo juntos?
Tenemos la sensación de que hay asuntos pendientes entre nosotros. Después
de mi marcha, Tony y Mike contrataron un nuevo vocalista, el músico escocés
Ray Wilson (conocido como el líder del conjunto grunge Stiltskin), y
grabaron un álbum, Calling All Stations (1997). Pero tras una gira en 1998,
decidieron, en 2000, colgar las botas. Y así se quedaron las cosas, un final un
tanto decepcionante para la saga de Genesis.
Al cabo de cinco minutos ya hemos llegado a un acuerdo. El Genesis de la
era Banks, Collins y Rutherford va a salir de gira una vez más. Y, una vez más,
solo quedaron tres.
En cuanto a mí, tengo dos condiciones importantes. Una, que sea una serie
razonable (es decir, breve) de conciertos. Dos, que tenga tiempo de completar
mis compromisos con Tarzán y Broadway antes de volver a poner en marcha
la maquinaria de Genesis. Esto no solo significa que los conciertos deban
comenzar en un plazo de dieciocho meses, en el verano de 2007, sino también
que hay que retrasar todo un año, hasta noviembre de 2006, el anuncio de
nuestro reencuentro. Eso me concede un buen plazo de tiempo ininterrumpido
para concentrarme en Tarzán... y, sobre todo, para tratar de sortear esa brecha
creciente entre Orianne y yo.
Sin embargo, cuando finaliza el último tramo de la gira The First Final
Farewell y me enfrento a la perspectiva de volver a lo que queda de mi hogar,
siento que estoy perdiendo o que ya he perdido a Orianne. Me muero de ganas