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Los 39 escalones - John Buchan

Richard Hannay era joven, era rico y se aburría. Y cuando por puro aburrimiento escuchó la extraña historia que le contaba su vecino del piso de arriba, no se imaginó que acababa de meterse en una trampa infernal, y que debería desentrañar el misterio de los 39 escalones si quería salvar a Europa de una intriga siniestra y librarse él mismo de una muerte segura.

Richard Hannay era joven, era rico y se aburría. Y cuando por puro
aburrimiento escuchó la extraña historia que le contaba su vecino del piso de
arriba, no se imaginó que acababa de meterse en una trampa infernal, y que
debería desentrañar el misterio de los 39 escalones si quería salvar a Europa
de una intriga siniestra y librarse él mismo de una muerte segura.

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medios de transporte pueden ser carguero (improbable), yate o barco de pesca.<br />

Aquí se detuvo mi cerebro. Hice otra lista, que encabecé con el título<br />

«Suposiciones», pero yo estaba tan seguro de una como de la otra.<br />

SUPOSICIONES<br />

(1) Lugar que no sea puerto sino costa abierta.<br />

(2) Barco pequeño: chalupa, yate o lancha.<br />

(3) Lugar de la costa este entre Cromer y Dover.<br />

Me pareció extraño estar sentado a aquella mesa con un ministro del Gobierno, un<br />

mariscal de campo, dos altos funcionarios gubernamentales y un general francés a mi<br />

alrededor, observando cómo intentaba descubrir un secreto que significaba la vida o<br />

la muerte para nosotros a través de los garabatos de un hombre muerto.<br />

Sir Walter se había reunido con nosotros, y MacGillivray llegó en ese momento.<br />

Había cursado instrucciones para que vigilaran los puertos y estaciones de ferrocarril<br />

en busca de los tres hombres que yo había descrito a sir Walter. No obstante, ni él ni<br />

nadie creía que esto sirviera de mucho.<br />

—Esto es todo lo que se me ocurre —dije—. Tenemos que encontrar un sitio<br />

donde haya varias escaleras que bajen a la playa, una de las cuales tenga treinta y<br />

nueve <strong>escalones</strong>. Creo que es un trozo de costa con grandes acantilados, entre Cromer<br />

y el Canal. También es un lugar donde habrá marea alta a las diez y diecisiete<br />

minutos de mañana por la noche.<br />

Entonces se me ocurrió una idea.<br />

—¿No hay ningún inspector de la Guardia Costera o alguien así que conozca la<br />

costa este?<br />

Whittaker dijo que sí, y que vivía en Clapham. Fueron a buscarle en un coche, y<br />

el resto de nosotros nos quedamos en la pequeña habitación y hablamos de todo lo<br />

que nos vino a la cabeza. Yo encendí la pipa y volví a repasarlo todo hasta que me<br />

cansé de tanto pensar.<br />

Hacia la una de la madrugada llegó el hombre de los guardacostas. Era un<br />

individuo de cierta edad, con el aspecto de un oficial naval, y desesperadamente<br />

respetuoso con los presentes. Dejé que el ministro de la Guerra le interrogase, pues<br />

pensé que me consideraría un descarado si era yo quien hablaba.<br />

—Queremos que nos diga los lugares de la costa este donde hay acantilados y<br />

varias escaleras que bajan a la playa.<br />

Reflexionó unos momentos.<br />

—¿A qué clase de escaleras se refiere, señor? Hay muchos sitios con acantilados<br />

en los que un camino baja a la playa, y la mayor parte de esos caminos tienen uno o<br />

www.lectulandia.com - Página 78

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