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REVISTA INGENIERÍA DEL MANTENIMIENTO EN CANARIAS

Edición número 12 de la REVISTA INGENIERÍA DEL MANTENIMIENTO EN CANARIAS

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La Desidia en la Protección del Patrimonio Arquitectónico Industrial y sus Consecuencias

Alejandro M. García Martín

Foto Nº 2: Editorial del New York

Times de 30 de octubre de 1963.

arquitectónicas de la

ciudad y obra maestra

excepcional del

estilo Beaux Arts.

Según las crónicas

de la época, el derribo

de la Estación de

Pennsylvania causó

un terrible complejo

de culpa entre los ciudadanos,

magníficamente

plasmado en

el editorial del New

York Times de 30

de octubre de 1963:

“Hasta que el primer

golpe cayó nadie estaba

convencido de

que la estación de

Penn realmente sería

demolida o que

Nueva York permitiría

este monumental

acto de vandalismo

contra uno de los

más grandes y mejores

monumentos de

la época…”.

Para oprobio de la ciudad que nunca duerme, la

crónica neoyorquina, amargamente, plasmaba semejante

infamia para la historia con un bello pero

cruel epitafio: “probablemente seremos juzgados

no por los monumentos que construimos, sino por

los que hemos destruido”.

Sin embargo, la capacidad de resiliencia de la

sociedad neoyorquina, desde la plena convicción

ciudadana, derivó en una poderosa corriente proteccionista

para la defensa y conservación de la memoria

arquitectónica que propició la creación de la

New York City Landmarks Preservation Comission

en el año 1968, que a partir de entonces sería el organismo

público encargado de salvaguardar el patrimonio

de la ciudad.

Y así, tras la traumática experiencia vivida con

la Penn Station, después de una ardua lucha ciudadana

con Jaqueline Kennedy al frente, en el año

1976 la New York City Landmarks Preservation Comission

declaró como “National Historic Landmark”

otra estación de espléndida arquitectura construida

en 1913, la Grand Central Terminal.

Esto significaba que la compañía propietaria de

la estación ferroviaria debía mantener las caracte-

rísticas del inmueble y, por consiguiente, la imposibilidad

pretendida de levantar un edificio de 55

plantas, que la Comisión rechazó argumentando

que la construcción sobre la fachada Beaux-Art de

la terminal “no parecía otra cosa que una broma estética”.

En el pleito entablado por la propiedad contra

esta decisión, la Corte Suprema de Estados Unidos

(438. U.S. -1978) resolvería finalmente el caso

concluyendo que las restricciones impuestas por la

aplicación de la New York City´s Landamark Law, a

los fines de perseguir el bien común, permitían a los

reclamantes obtener un beneficio razonable de la

propiedad y que, además, contaban con la posibilidad

de transferir sus derechos de construcción a

otras parcelas. Seguramente, la Corte Suprema no

había olvidado la dolorosa demolición de la Penn

Station pocos años antes.

La experiencia relatada en la Gran Manzana viene

a colación porque nadie imaginó que se pudieran

“derribar nueve acres de travertino y granito,

84 columnas dóricas, un vestíbulo abovedado de

extravagancia, de enorme peso, el esplendor clásico

inspirado en los baños romanos reales, ricos detalles

en piedra sólida, la calidad arquitectónica en

materiales preciosos que marcan el sello de la excelencia

en una ciudad”. Pero a los hechos me remito,

como dijo el editorialista: “…se puede hacer. Se

puede hacer si la motivación es lo suficientemente

grande, y se ha demostrado que el ánimo de lucro

en este caso era lo suficientemente grande”.

En definitiva, el

afán especulativo

a que se refería la

Dra. Florido, junto

a la falta de cultura

sobre los valores

que atesora el patrimonio

industrial,

constituyen el caldo

de cultivo idóneo

para acabar con lo

que queda si no se

actúa a tiempo, no

vaya a ocurrir como

en el caso analizado,

en que la Corte

Suprema Americana

reprochaba que “un

importante número

Foto Nº 3:

El autor del artículo y, de fondo, la Grand

Central Terminal, construida en 1913.

de edificios históricos habían sido demolidos sin tener

en cuenta el valor que representaban ni la posibilidad

de preservar esas propiedades”.

Aviso a navegantes.

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INGENIERÍA DEL MANTENIMIENTO EN CANARIAS - N.º 12 - 2019

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