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Hegel

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Introducción a la historia de la filosofía 31contiene pensamientos sobre Dios y el mundo y nos hace frente dediversas formas. Pero la más amplia significación de esta idea estambién, por eso, que no solamente opiniones lo que la historia dela filosofía nos enseña a conocer. Lo que, por lo pronto, se ponefrente a la opinión, es la verdad. Ante ésta palidece la opinión.Pero también es la verdad ante la que aquéllos vuelven la cabeza,sobre todo los que solamente buscan opiniones en la historia de lafilosofía y afirman que en ella únicamente han de encontrarse talesopiniones.Aquí hay dos antagonistas que combaten la filosofía. Antiguamente,era la religiosidad la que declaraba a la razón o al pensar incapaz deconocer la verdad. A menudo ha declarado que, para alcanzar laverdad, es necesario renunciar a la razón, que la razón debe humillarseante la autoridad de la fe; la razón abandonada a sí misma, elpensar por sí mismo, conduce al extravío, al abismo de la duda. Dela relación de la filosofía con la religión y su historia se tratará mástarde. El otro aspecto es que la razón se ha vuelto contra la fe, contralas representaciones religiosas, contra las doctrinas reveladas,que intenta hacer racional al cristianismo y se ha colocado tan porencima, que solamente la propia evidencia, la propia convicción debíanser los medios por los que el hombre se viera obligado a reconoceralgo como verdadero. De una manera tan prodigiosa es trastocadala afirmación del derecho de la razón, para tener esto porresultado, que la razón no puede conocer nada verdadero. Esta razóncomenzó entonces por eso a dirigir, en nombre y en virtud dela razón pensante, la lucha contra la religión; pero entonces se volviócontra sí misma y se convirtió en enemiga de la razón al afirmarque sólo el presagio, el sentimiento, la convicción propia era la reglasubjetiva que debía valer para el hombre. Pero tal subjetividadno presenta nada nuevo sino las opiniones. Después, esta mencionadarazón ha convertido la opinión en aquello que debe ser lo últimopara el hombre, y, por su parte, la afirmación de la religiosidad,que la razón no puede llegar a lo verdadero, se confirma; sólo queella afirmaba al mismo tiempo, además, que la verdad es algo inalcanzable.Al momento tropezamos con estas opiniones. La formación generalde esta época lo ha convertido en axioma: no se puede conocer loverdadero. Este axioma es considerado como un gran signo de laépoca. Por eso, sucede también en teología que no se busca lo verdaderoen la doctrina, en la Iglesia, en la comunidad, y que no sepone por base ya más un símbolo, una confesión interior de fe, sinoque cada uno se arregla según su propia convicción una doctrina,una Iglesia, una fe, y que, por otra parte, las ciencias teológicas sonestudiadas sólo históricamente; se limita en ellas a investigacioneshistóricas, como si no se tuviera que hacer en ellas más que conocer

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