LIBRO SEGUNDO - Bicentenario

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del Estado de Veracruz, que propuso se ampliam el t4rmino do duraeik
de los perfodos presidenciales, de cuatro a ocho afios.
El dfa do Is iniciaci6n de tal reforma, su autor Ileg6se a la CAmara,
con un verdaAero cargamento de libros, pantletos, diccionarios,
infolios, monograffas 3 , hasta almanaques. Los diputados se estremecieron,
el numeroso pilblico que Ilenaba las galoripus so aterroriz6
y algu'n padre do la Patria pretendi6 mandar aviso a su casa que
no regresaria a ells sino dentro de una o dos semanas. Llegado el
momento de discursear, Rodriguez Miram6n se adelanO a la barandills
del hemiciclo frente a su sill6n, do un modo teatral; y sin ocuparse
do ]a biblinteca que Ilev6 consigo y que s6lo parecia, servirle
de trinchera, espet6 a ]a CII'mam un discurso kilom4trico, on el cual
comprob6 con ]its opiniones do Cayo, Justiniano, Ilerbert Sp6neer,
I& madre Matiana, Bourdaloue, Balmes y el moro Muza, quo los periodos
presidenciales del geneml Diaz deberfan ser do ocho afios.
El proyecto triunf6 a medias, puesto que la. Coustituci6n se reform6
on el sentido de que el t6rmino del periodo presidencial seria,
en lo sucesivo, de seis aFios; pero el autor do ]a reforma triurIf6 por
completo, meveciendo por su. adhe,-i6n al Caudillo ser premiado con
una avigistrittura de ]a Corte Suprema, de Justicia do la Naci6n.
Otro suceso sen gacional fue la reforma coDstitucional que cre6
]a Vicepresidencia do ]a Repilblica para que el general Dfaz nombmra,
en vida, a su sucesor. Lit discusi6n parlamentaria que asegar6
esa reforma fue torpe. incolora. sin convicciones y sin sinceridad.
Como quo iba manchada por el aliento corruptor de los cientificos.
Ya me ocupare' do la Vicepresidencia de la Repui blica. de tin wodo
especialisimo.
Y yase sabin que cuando ]as CAmaras iban a cerrarse al final de
cada periodo, fo rzosamente se producirfan dos sucesos sensacion8jes:
uno, )a serie de decretos aprobados de mogoll6n, on virtud de los cuales
se concedian facultades a] Ejecutivo para que legislam sobre los ramos
de flacienda, Gobernaci6n, Justicia y Guerra. El otro: un discurso
sensacional quo indefectiblemente tenfa que pronunciar el viejo
y popular tribuno don Juan A. Mateos.
Con aquellas autorizaciones que se daban al dictador pam que
legislara sobre todos los ramos de la Administraci6n, la Camara hacia
renuncia expresix do sus derechos y prerrogativas, declaraba su inutilidad,
se abolla, se anulaba. voluntariamente. Y aunque esas facul-