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LIBRO SEGUNDO - Bicentenario

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— 88—<br />

ra, Agustin del Rio, etc., etc., etc., en plena senectud; allf Ilegaron-<br />

Gumersindo Enriquez, Guillermo Obreg6n, Carlos Flores y otros.<br />

El Senado ni ruido haefs.; lievaba uns existencia patriarcal, egolst&,<br />

met6dica; (ilia a ruibarbo y a flor de malva, y al ver c6mo iban<br />

Ilegando a sus sesiones aquellos veletudinarios exangoes, y contar<br />

los poquisimos minutos que duraban aquellassesiones, comprendis,<br />

uno el aburrimiento que tenia que reinar en aquel recinto, donde se<br />

ostentaban tantas ruinas humanas, coro fatal de los desengaflados de<br />

Is politics, que ya on los umbrales de I& tumba se empefiabaD, todavie,<br />

en quemar sus tiltimos inciensos on loor del viejo Caudillo, mis<br />

viejo quizds que todos ellos, pero que continuaba fuerte y erguido,<br />

mientras ellos apenas si pudian ya geork Is eruz do su rosario^. Habia<br />

algunos, entre aquellos septuagenarbs, que eran vistos como jovenzuelos,<br />

con todoy que pasaban de Is cincuentena.—tMuchachito-,—le<br />

docia el doctor Ortega y Reyes a Guillermo Obreg6n.—cJovcn>—Ie<br />

Ilamaba don Sebastian Camacho a Pancho Sosa.<br />

Lo cierto era que aquellos vejestorios Dads, hicieron, nada intentaron<br />

bacer en bien de Is. Naci6n, del pueblo o de Is. Patria; apresurfindose<br />

tan s6lo a der su aprobaci6n on la forms que lo mandaba<br />

el Caudillo, respecto do los asuntos que iban en so conocimiento. ED<br />

todo el periodo porfiriano no hay on solo acto do abnegaci6o o patriotismo<br />

por parte del Sonado; no hay una manifestacio'n de valor<br />

civil personal. Todavla en la C4mara de Diputados do vez on cuando<br />

so presentaba unarranque de virilidad y civismo: Duret, Salvador<br />

Diaz Mir6n y Viffas, en Lin tiempo. 11criberto Barr6n, Pe6n del<br />

Valle, Ferrel y Zubaran en otro, dieron prueba do ello. ED el Senado<br />

jamis se vi6 un acto semejante.<br />

El Senado olia a muerto y casi era on verdadero museo de momiss.<br />

So existencia ba comprobado su inutilidad.<br />

La Camara do Diputados fue muy distinta en su modo de ser,<br />

aunque contenida siempre dentro de los limites de una obediencia<br />

milicianit.<br />

I.,a Cimara era formada u5 nica. y exclusivamente por el Caudillo.<br />

Podfan Ilegar a ella, tal vez, individuos desconocidos personalmente<br />

del dietador; pero Ilegaban introducidos por so venia y como resultado<br />

de algui3a conde-scoudencia suya bacia un privado. La formuci6n<br />

de aquellos Congrosos presentaba matices curiosisimos.<br />

Primero venian los miembros de Is familia reul: Porfirito, Ig-

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