LIBRO SEGUNDO - Bicentenario

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losenelPoder. Cuandolarevoluci6nestaU6,ningunodeeUoafue
capaz part. contenerla, siquiera. hubiera sido an an propio Estado;
ninguno logr6 organiz&r una. brigada, un regimiento par& oponerse
aJ ineremento de Is. guerra, todos se doblegaron ants la fatahdad
y ninguno de ellos tovo el menor gesto de heroicidad o de vslentfa.
Aceptaron su cafda. con el. fataliRmo de cun creyent", y
aaf confesaron an falta de valer e impotencia.
Le tiranfa. del Centro fue muy pesada; pero la, do los Estados
fue terrible y oprobiosa. El Caudillo, &I fin, en presencia, del Cuerpo
Diplomfitico y de los grandes intereses financieros, siempre
supo contenerse y haI16 f6rmulas y procedimientos decorosos pars.
disfrasar so despotismo. En los Estados ninguno de aquetloa caciques
se cuid6 de la forma; despreci6 cel qu6 dirini p ; y &I atrope-
Ho uni6 el cinismo, y al cinismo Is. impudencia.
Todos los crimenes se perpetraron por aquellos indecorasos,
y I& Justicia fue ciega y muds. pars. castigarlos. La tentan manistada.
La revolucift tents, quo ser, era el estallido neoesaria do
tanto sufrimiento, de tanta humillacift, de tanto vilipendio sufridoe
en ailencie y con pavor. Aquellos. bombres sin piedad y sin
petrictismo creyeron que estaban an presencia. de uua piam de
cerdos, de un rebano de ovejas. El pueblo se insurrweion6 e hizo
perfectamente. Cuando Is Justicia. naufraga; cuando la ram6n
perece; cuando las hon radeces claudican, s6lo le queds, &I pueblo
un cauuno par* salvarse: la rewluci^in.