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LIBRO SEGUNDO - Bicentenario

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_106—<br />

cuasi inquisitorial; el secreto con que reservan sus dictImenes los<br />

mini8tros revisores, que hace imposible toda gesti6n oportuna para<br />

ilustrar el criterio de los magistrados; ese desd6n, desvfo, jgnorancia,<br />

indifeerencia, desconocimiento y ligere7a con que los se-<br />

11ores ministros do la Corte de3pachaban los negocios en los que<br />

fallaban, seg6n afirmaci6n categ6rica del licenciado Sodi; ese secreto<br />

cdo tribunal veneciano3, con que se rodea la discusi6a y el<br />

fallo de los asuntos, han liecho de aquel poder algo tan anodino,<br />

tan datado. tan infitil, tan perjudicial e insano, que fueron en extrewo<br />

justas las iras y las censu ras de todos los que condenaron<br />

la existencia de esa reliquiade Is dictadura.<br />

Voy a procurar dar un colorido al modo de ser de aquella<br />

Corte en sus postrimerfas. Supongamos a un abogado extraino<br />

al Foro capitalino, quo hubiera venido de su Ebtado Reno de fe y<br />

confian7a en Is rectitud y sabiduria de la Corte, para cuidar un<br />

juicio de amparo, cuyo fallo se revisaba. Los autos Ilegaban casi<br />

al mismo tiempo que cl abogado, y 6ste, desde luego, inquiria a qu6<br />

sala estaba turnado el amparo. Primer punto. i.Qui6n era el ministro<br />

revisor? Esto era importantfsimo. Si el asunto cafa en ]as manos<br />

de Ins seis o siete magistrados exentos de toda consur-4, no<br />

habis, peligro de niDgdn g6nero. Pero si no era as[ ..... ique trances<br />

tan apurados iba a pasar ese seflor abogado.. ..!<br />

Y el negocio, por an desgracia, no cala nada bien. M calvario<br />

de aquel hombre honrado comenzaba. ... .!<br />

AEl abogado querfa presentar a la Curve aigunos apuntes pars.<br />

combatir los considerandos de la sentencia que venia a revisl6n?<br />

Puesapenassit^onfatiernpol)aracilo. Unoscuantosd(as,ye.ncgocio<br />

iba on seguida con el magistrado revisor. Aqui comenzaban los<br />

procedimientos casi inquisitoriales. dignos de un tribunal veneciano.<br />

El ministro recibia loi autos con otros muchos, y el negocio, por<br />

ol momento, parecia entrar en un periodo de franca calma. Uo<br />

mejor que segi5n el abogsdo podfa liacerse, era tener una conferencia<br />

con aquel ministro revisor, de cuyo criterio, estudio y voluntad<br />

dependia el 6xito del negocio. JHablar con el revisor? Qu6<br />

cosa tan fAcil de decir.. ..! 4Verlo en su casa? Sf, esto se consegufa<br />

fAcilmente con los licenciados Sodi, Alvarez y Bulli y Goiri. .<br />

y nada mAs. iLoa otros sellores ministros estaban en la Corte a<br />

la disposicift del pilblico.... !

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