LIBRO SEGUNDO - Bicentenario
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sirvientes, operarios y dependientes z. El mal viene de antaflo. Ya<br />
el obispo do Michoac6n, Abad y Queipo,' denunciaba ese estado<br />
ignominiosoy decia en 18W: cLos pocos arrendatarios que so encuentran<br />
en his haciendas, dependen de Is arbitrariedad de los seflores<br />
o do los administmdores, que ya los eufren, ya los IaAzan, perviquen<br />
tw.R gan4(Zos c inn ndian *izs chowsi,.<br />
El procedimiento se )is continuado.<br />
Y todo esto sin contar el jornal infimo, Is tionda de rays, los vales<br />
y fichas quo dan a].-unos bacendados e industriales para pagar el<br />
jornal, y los deSCL]Cntk)S, CtC., etC., CtC.<br />
I.A)s servidores, peones y dependienbes edel amw^ no tienen ni<br />
pueden tener otra opini6n politics 4que Is del senor^. Infeliz do<br />
aquel que tongs on pensamiento que no est6i inspirado por Is voluntad<br />
ornnimoda. cdel patr6n,*; al momento es expulsado do Is hacienda<br />
eomo un apestado, y no puede encontrar ya trabajo on esa clase do<br />
feenes, pues t1a cxpulsi5n^ trae sparejada una manchs de inobedienais,<br />
que es el poor estigma quo puede pesar sobre un pobre dependiente<br />
de fincas de campo.<br />
Claro estA que sobre todo lo dicho existen grandes excepciones;<br />
Pero, en lo general, el terrateniente so considers sor todavin un concomendero^<br />
y obm como tal. Es el clemento reaccionario por excelencia<br />
que se tiene que veneer para quo Jos ideales do Is revoluei6n<br />
fructifiquer).<br />
El terratenientees eladmirador y el partidarioac4rrimodeladictadura<br />
porfiriana. Para 0, el Caudillo fue un s4r providencial,<br />
divino, a quien bay quo glorificar e imitar en todas ocasiones. cEl<br />
misero, el desvalido, el -pata rajads^ s6lo merece latigazos, escarmientos<br />
y fusilatas. La. Inquisicio'n es poca cosa pars escarmentarlo.<br />
Esta revoluci6n clams terribles represailiss. La reacci6n<br />
tiene quo ser inexorable. La dietadura, se hace necesaria en M6xicfl^.<br />
Estos son los conceptos que a diario repiten los eternos traidores.<br />
En cambio vituperan todo lo que surge do ]a revoluci6n; reniegan<br />
de los ideales quo proclama y maldicen sus conquistas, considerAndola,<br />
como un cs-tigo del cielo. Sus jeremiadas ya nos son bien<br />
conocidas, sus quejumbres ya no causan I"'timas, ni convencen a nadie.<br />
iSon los mismos, los mismos de siempre: ;Los eternos enemigos<br />
del pueblo! ;Jos eternos opresores! Su raza siempre ba procla-