LIBRO SEGUNDO - Bicentenario
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06nde se lea podia bablar si entraban a )a Corte, caal retardados<br />
y corriendo, despu4s de las nueve de Is matiana, eaando va<br />
babfa comenzado el wuordo pleno; y sal-fan, tambi6n oorriendo y<br />
presurosos, on punto del mediodia, sin haeer caso do nadie.... ?<br />
Pues en el zaguAn del palacio de la Corte, y eso .... hablaindoles a<br />
medias palabras.<br />
Y era do verse el zaguAn de esa casita de Is avenida JuArez,<br />
donde esti instalada la Corte, el primer tribunal de justicia de<br />
is Repi5blica. con una miseriaquecausa grima. Deochoymedia<br />
al mediodfa el espectAculo que &]If se ofrecfa era en extremo curioso.<br />
De pie en ]a puerta de )a calle, o en la acera espiando la<br />
Ilegada o la salida de Ins magistrados, cazdndolos casi, se encontrabanabogadosdistinguidisimos.<br />
Allf tenfan que esperar moderando<br />
sus impaciencias, disimulanda sus iras,y s6lo asf podfan hablarles<br />
a esos seflores ministros, y a medias palabras, casi a la carrera,<br />
concretando su pensamiento, baciendo de su derecho de peticiOn<br />
una especie do recomenclaci6n para su negocio, y convirtiendo<br />
de esa suerte el administrar justicia, con un favor. No todos<br />
aceptaban que se lea hablara: babfa algunos que s6lo concethan<br />
ese favor a sus fntimos, y que ponfan una cara tan avinagrada<br />
pars, todo aquel que no era su amigo, que el mds atrevido se<br />
desoorazonaba; y ellos, de prisa, sin detenerse, casi ni escucbaban<br />
a sus interlocutores. Otros, mis afables, concedian atenci6n y<br />
amabilidad; porn dando sus audiencias al sire libre en ]a puerta<br />
de la calle.<br />
Es cierto que existe un sal6n de audiencias pars, el p6blico,<br />
donde eu realidad las concedfan uno que otro magistrado. Pero<br />
en qu6 rstras ocasiones. iSi entraban como exhalaciones y se sa-<br />
Han corriendo, sin que nadie pudiera detenerlos!<br />
La importancia del negocio obligaba al honrado abogado, desconocedor<br />
del medio, a solicitar una audiencia del ministro revisor.<br />
Se le concedfa; pero desde luego se le avisaba que fuera breve.<br />
iF,xplique usted no negocio largo y embrollado en cinco minutos... I<br />
La audiencia resultaba indtil. Y despu(s de esa tares, cuando el<br />
asunto ya babfa sido despachado por el ministro revisor, quedaba<br />
el trabajo de hablar y convencer a Ins 14 ministros restantes.. .. !<br />
iAllf era Troya! Si pars, uno costsba tanto trabajo, ;para 14 .... ! El<br />
hombrecomenzabitaperderlefe,yaeatabafatigado. Varnos,-no<br />
babla que perder Ins brios, publicarta, un folleto que contuviera I&<br />
sentencia que 61 atacaba, los razonamientos legales que invocaba,