LIBRO SEGUNDO - Bicentenario
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Owt.&M<br />
milde artessno, al alegre estudiante, al sencillo monestral y al modesto<br />
empleado, sin motivo, raz6n, ni Ilenarse los requisitos legalea.<br />
Todos han estado a merced de las arbitrarieclades de un eomisario<br />
cretino, de un oficial de barandilla beodo y de un cabo de<br />
puertas sGez. Ha bastado Is artera, queja de un tendero que regalara<br />
botellas de cofiac cal jefe^; de un cantinero cque obsequiara,3-<br />
a los chupatinta. de Is comisarfa; de un emperiero dadivoso de<br />
propinas al gendarme del punto, vulgo -cvecino 2, , o de cualquier<br />
qufdam. con fnfulas, pars. que el infeliz, el sin valimiento, el cpata<br />
rajada,^ se vea, arrastrado a esas Inquisiciones por el gendarme ignorante,<br />
a quien todos han educado y acostumbrado al stropello.<br />
Cualquier individuo se querella de robo, no comprueba el cuerpo<br />
del delito, ni se ocupa de ello; pero basta que diga cque este o<br />
aquel lo han robado^ pars. que, si aquel quejoso es gente de pro y<br />
con dineros, sin prueba alguna, sin justifleaci6n de ninguna especie,<br />
so proceda a Is detenci6a y encarcelamiento de los miseros,<br />
a quienes no se lea hace caso, so lea trats como a perros y se lea<br />
consigna atentatoriamente cal turno^. En M46xico, ante )as comisariss;<br />
nadie puede decir que goza de garantlas individuales. Un<br />
comisario se cree autorizado pars, detener a cualquiera persona, &I<br />
mAs honrado, durante las 36 horas que le fija Is ley pars. hacer su<br />
averiguaci6n provia, creyendo quo todo lo compone con poner en<br />
libertad a su victims despuSs de ese tZrmino, dici4ndole: c usted dispense<br />
v . Y son indtiles cuantas quejas se hagan contra tales atropollos.<br />
La. cose. Ileg6 a tanto en las 6pocas porfirianas, que la pobre<br />
gente no querfa, por ningdn motivo, acerearse a las comisarfas.<br />
Preferfa mejor callar y soportar los roboa y los danos que sufria<br />
quo ir a exponer su queja ante aquellos insolentes empleados pollcfacos.<br />
La policia, se hizo tan odiosa, que nadie la vi6 como el amparo<br />
y protecei6n legal do I& sociedad, sino como su azote y earga<br />
m" pesada.<br />
iAh, jamAs podremos olvidar caquellas cargas de caballerfa^<br />
que Ram6n Castro y los suyos, con Is gendarmeria municipal, dieron<br />
&I pueblo en los filtimos dfas do Is dictadura! JamAs se olvidarin<br />
aquellascraw.ias^ inicuas, efectuaclas entre el sufrido pueblo,<br />
er-hico con grande^, para castigar a los que habian lapidado la casa<br />
del Caudillo, el famoso nUmero 8 de Is. calle de Cadena, el dfa I I de<br />
septiembre de 1910, en pleno centenario. Y tras de eso, las pri.<br />
siones arbitrarias para los que vitoreaban a Madero, Is democracia<br />
y el libre sufragio. Aquellos esbirros han perseguido porigual<br />
stodos. Alosedem6crat-is^yeantirreeleecionistas^,entienipos