Els mapes del territori de Catalunya durant dos-cents anys, 1600-1800

LOS MAPAS DEL TERRITORIO DE CATALUÑA
DURANTE DOSCIENTOS AÑOS, 1600-1800
EL CONTEXTO Y LOS MOTIVOS DE LA EXPOSICIÓN.
ANTECEDENTES, NOTICIAS Y COMENTARIOS
DE LOS MAPAS QUE SE EXHIBEN
Presentación
La oportunidad de organizar una exposición de los mapas
de Cataluña publicados entre los años 1600 y 1800, acompañada
del presente catálogo, se debe valorar muy positivamente.
Esta oportunidad ha sido posible por haber sido incluida en los
actos del XXII Congreso Internacional de la Association
Internationale de Bibliophilie, con la colaboración de la Associació
de Bibliòfils de Barcelona y de la Biblioteca de Catalunya, que
se celebran en Barcelona los días 16-22 de septiembre de 2001.
La responsabilidad de la organización de la exposición –dedicada,
como se ha mencionado, a la cartografía del territorio catalán–
ha sido confiada al Institut Cartogràfic de Catalunya, y de
manera más concreta a la Cartoteca de Catalunya, unidad de
dicha institución.
Para la Cartoteca de Catalunya esta exposición representa
asumir, por segunda vez, el mismo desafío que ya asumió el
año siguiente a su creación (Decreto 73/1985 de 3 de abril)
cuando se responsabilizó del montaje de una muestra con la
misma temática. El acto, celebrado en el mes de noviembre de
1986 en la sala de exposiciones del Col·legi d’Arquitectes de
Catalunya, fue con motivo de la cuarta reunión internacional
que, con carácter anual, organiza la británica International
Map Collectors’ Society (IMCOS), con sede en Londres. Estas
reuniones tienen como objetivo el mundo del mapa, y van dirigidas
a sus coleccionistas y a los amantes y a los historiadores
de la cartografía.
A pesar del escaso tiempo de que se dispuso para organizar
los actos de aquel encuentro internacional –apenas un año–, en
el cual se presentaba la exposición Cartografia de Catalunya.
Segles XVII-XVIII, y a pesar de la inexperiencia en este tipo de
compromisos, se publicó un catálogo que reproducía en color los
mapas exhibidos –propiedad, en su casi totalidad, de coleccionistas
particulares o de centros públicos–, cada uno acompañado
de una breve descripción.
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Hoy, en el año 2001, nos encontramos en una situación muy
diferente. Quince años no pasan en balde. La muestra se exhibe
en la sala de exposiciones de l’Institut Cartogràfic de
Catalunya, en el Parc de Montjuïc de Barcelona; la presencia
de mapas que forman parte de las colecciones del fondo de la
Cartoteca es muy significativa, cerca de un 25% del total –hecho
que no era posible en 1986– y, especialmente, se darán a conocer
nuevos mapas de Cataluña localizados a lo largo de los
años que separan ambas fechas. El total de mapas de esta
exposición es de 64.
Cabe esperar que el resultado de la elaboración del catálogo,
puesto que se dispone de más tiempo para prepararlo, que
las técnicas de reproducción fotográfica y de edición han mejorado
ostensiblemente en los años inmediatos, y que los conocimientos
documentales e informáticos se encuentran en un buen
nivel, tenga una vigencia larga, tanto documental como cartobibliográfica.
Todos los que hemos colaborado en él deseamos y
confiamos en que el catálogo envejezca con dignidad.
Marco histórico de la impresión de los mapas
Una información previa dedicada a la evolución del arte de
la imprenta, con especial atención a las técnicas del grabado
aplicadas a los documentos cartográficos, puede ayudar a situar
y a comprender aspectos importantes y básicos de los temas que
se van a tratar en este estudio introductorio.
Hay que recordar que el primer mapa impreso corresponde
a una imagen circular del mundo hecha de acuerdo con la tradición
medieval, los que se conocen con el nombre de Orbis
Terrarum o “Mapas de T en O”, un disco rodeado por un océano
(la “O”) y dividido en tres partes por una masa de mares interiores
en forma de “T”. Se publicó en Augsburgo en 1472 en una
edición de las Etimologías de San Isidoro. Como dato de control
y de referencia inmediata, recordemos que el primer libro impreso
data de alrededor de 1456. Se trataba de la Biblia conocida
con el nombre de Biblia de 42 líneas. En el caso de los libros, se
empleaba la técnica de los caracteres móviles que correspon -
dían a cada una de las letras del texto. Para la impresión de los
mapas, al igual que para cualquier otro tipo de imagen, se tenía
que recorrer a la técnica del arte del grabado mediante la uti-